La mayoría de los que tenemos un smartphone o tablet tenemos una costumbre que sabemos no es buena, o al menos lo sospechamos. Irnos con el celular a la cama es un mal hábito. Habla de lo dependientes que hemos llegado a ser de estos equipos.
Chequear los e-mails más recientes, verificar que no haya quedado ninguna notificación de Facebook, algún WhatsApp que no pudimos contestar, siempre hay una excusa. El smartphone es nuestra compañía hasta en la noche. Algunos usuarios simplemente elijen leer algo, y el dispositivo presenta la forma más conveniente de hacerlo.
Pero, ¿Qué tan perjudicial es el aparato? Un reciente informe presentado por GigaOm reabre una conversación pendiente, donde todos tenemos la responsabilidad de conocer al menos a lo que nos exponemos cuando elegimos encender el display en la cama. ¿Es tan serio el asunto?