Una legislación necesaria

Una legislación necesaria

Buenas noticias. Con esas palabras podríamos describir la sanción de la ley de "Apoyo al capital emprendedor" recientemente aprobada por el Congreso de la Nación, tanto para los futuros empresarios como para las instituciones que conforman el ecosistema emprendedor argentino.

En los últimos 20 años Argentina fue testigo del nacimiento de una nueva generación de actores que, basados en instrumentos ya probados en otros lugares del mundo como las incubadoras de empresas, los centros de emprendedores, aceleradoras de empresas, entre otros, pretenden contribuir con el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de nuestro país, incluso aportando a la diversificación de la matriz productiva de las economías regionales.

En principio, el apoyo institucional vino dado por aquellas instituciones, fundamentalmente provenientes del sector público que muchas veces en soledad, con una visión innovadora, promovieron ambientes controlados donde los emprendedores pudieran desarrollar sus proyectos empresariales minimizando el riesgo de fracaso en sus etapas tempranas.

Así surgen las incubadoras de empresas universitarias o vinculadas a instituciones del sector científico tecnológico, otras relacionadas con organismos de gobierno locales y, en los últimos años, la aparición de aceleradoras, clubes de inversores, redes de emprendedores, espacios de coworking (con una activa participación del sector privado), que con esfuerzos individuales y colectivos apoyan a distintos tipos de emprendedores en su cruzada por generar nuevas empresas que contribuyan no sólo a producir un impacto económico, generar nuevas tecnologías en beneficio de diversos sectores productivos, promover la generación de puestos de trabajo, sino también de generar impacto social y ambiental con sus emprendimientos de triple impacto.

Mientras los actores se multiplicaban y las necesidades de se ponían de manifiesto a cada paso, la legislación existente hasta el momento era escasa y poco enfocada a las demandas de los emprendedores del Siglo XXI. Es por ello que la reciente ley de "Apoyo al Capital Emprendedor" es recibida como una "Buena Noticia" en el ecosistema. Por primera vez se cuenta con un marco normativo específico que tiende a allanar el camino emprendedor a través de instrumentos que posibilitan, por ejemplo, la creación de empresas en 24 hs por una nueva forma jurídica -Sociedades por Acciones Simplificadas-; créditos a tasa 0 (que si bien existían ahora se reconocen por ley); la creación de un registro de instituciones de capital emprendedor y un fondo fiduciario para el desarrollo del capital emprendedor (Fondce) donde el Estado pueda invertir en forma conjunta con el sector privado; promoción de aceleradoras orientadas a proyectos tecnológicos, científicos y sociales; y el reconocimiento del Crowfunding como mecanismo de financiamiento, regulado y bajo la supervisión de la comisión nacional de valores.

¿Era necesaria esta ley para emprendedores? Sí, por supuesto, aunque por el momento sólo es una buena noticia (que no es poco y no abundan en algunos sectores de estas latitudes). De ahora en más hay que esperar para ver cómo se desempeñan estos instrumentos en la práctica. Alguno de ellos son parte de un cambio cultural que bien sabemos que no se produce de un día para otro.

En consonancia con el panorama nacional, en Mendoza aparecen las primeras incubadoras de Empresas en 2003, Malargüe; en 2004 la Incubadora de Empresas de la Universidad Nacional de Cuyo. Posteriormente en 2008 se promueve el programa provincial de incubadoras de empresas -Proincube-, con la finalidad de crear una incubadora de empresas en cada municipio de la provincia.

El fuerte apoyo institucional y vocación por la generación de instrumentos innovadores, posibilitaron la consolidación de la incubadora universitaria y su reconocimiento a nivel nacional e internacional, cuya continuidad en el tiempo permitió a los emprendedores mendocinos contar con un instrumento de apoyo basado en un modelo integral que aborda aspectos que van desde la sensibilización, capacitación y formación hasta el acompañamiento de los emprendimientos desde las etapas tempranas brindando servicios de asistencia técnica, disponibilidad de espacios de incubación, identificación y asistencia para conseguir financiamiento, vinculación y alianzas estratégicas, difusión, espacios de networking y red de mentores, a través de una metodología sistematizada y validada por el surgimiento de emprendimientos de alto impacto.

La suerte de las incubadoras departamentales fue diversa. Dependieron en gran medida de las políticas y apoyos municipales, ya que el plan provincial Proincube no surtió los efectos esperados y la política pública no acompañó su desarrollo. Muy valioso fue el esfuerzo realizado por los municipios de Godoy Cruz y Maipú para seguir acompañando a los emprendedores y mantener las estructuras, por mencionar algunos ejemplos.

Otras instituciones como institutos mixtos provinciales, universidades públicas y privadas y organizaciones de la sociedad civil también acompañaban con buenas prácticas las iniciativas emprendedoras en la provincia. Sin embargo el ecosistema no dejaba de ser endeble e insuficiente para atender a las demandas de una nueva generación de emprendedores.

Significativo y alentador fue el cambio de perspectiva a partir de 2015 que, aún sin legislación específica y actualizada tanto a nivel nacional como provincial que respondiera a algunas de las demandas esenciales de los emprendedores, se produce una explosión de actores en el ecosistema emprendedor de la provincia a partir del surgimiento de espacios de coworking, redes de emprendedores, nuevas incubadoras (públicas y privadas), centros de desarrollo emprendedor en universidades, otras organizaciones de apoyo y programas públicos de articulación y fomento como Mendoza Emprende.

El impulso del contexto sin lugar a dudas necesitaba normativa que acompañara los procesos.

¿Es suficiente esta ley para el ecosistema emprendedor? Sin duda, no. Si bien hay señales de políticas públicas inéditas, como la creación de una subsecretaría de emprendedores a nivel nacional y su alineación por parte de la Dirección de Desarrollo Tecnológico y Empleo y la Dirección de Innovación y Desarrollo Sostenible a nivel provincial, que alientan las expectativas de que vamos por el buen camino con las acciones que llevan adelante en beneficio de los emprendedores locales, la construcción colectiva del ecosistema, su evolución y consolidación, es tarea de todos los involucrados y esta ley es un punto de apoyo, donde esperemos tengan origen el resto de los instrumentos necesarios para fortalecer las iniciativas emprendedoras que necesita Argentina en general y Mendoza en particular para un desarrollo emprendedor sostenido.

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