La cuenta regresiva para el nuevo -y demorado- sistema de transporte que tendrá Mendoza ya se inició. El próximo 14 de febrero se realizará la audiencia pública sobre el proyecto de rediseño de la red que ya elaboró el Gobierno. Allí, uniones vecinales, asociaciones de consumidores y cualquier ciudadano interesado podrá plantear sus observaciones y objeciones al plan oficial (está disponible en la web www.serviciospublicos.mendoza.gov.ar), aunque se descarta que la propuesta avanzará sin problemas hacia su concreción.
Lo importante es que con tres años de demora (en 2015 vencieron las concesiones de los actuales recorridos), el Área Metropolitana tendrá por fin un nuevo sistema de colectivos, que promete ser más moderno, más eficiente y, en particular, con una mejor comunicación hacia el usuario, según se desprende del plan que el Gobierno anunció hace dos semanas y que se licitaría en el primer trimestre del año.
El diagnóstico del actual sistema de transporte que encaró en 2016 la secretaría de Servicios Públicos es concluyente sobre este aspecto: la red de colectivos hoy “no presenta una imagen uniforme asociable a una red metropolitana de transportes”. Esto es, cada empresa de micros tiene su propia imagen de colores y formas, sin un criterio unificador que las haga partícipes de una “red” o sistema unificado. Además, “no es fácil comprender el origen-destino de cada recorrido”, porque los carteles en paradas y unidades son confusos; y “no permite comprender rápidamente el número de línea o recorrido”.
Según el mismo diagnóstico, hoy el usuario registra primero el grupo concesionario (el 2, el 5 ó el 9, por ejemplo, que aparecen grandes arriba y al frente del micro) y sólo cuando el colectivo se acerca puede distinguir el recorrido. Además, dentro de las unidades no hay información del trayecto como tampoco de las conexiones y trasbordos con otras líneas, por lo que el pasajero queda librado a su suerte y termina siempre recurriendo al chofer que funciona, además de como conductor, como “guía” del recorrido, muchas veces de mala gana.
Para subsanar esto, el nuevo sistema que se debería poner en marcha este año (si todo sale como es debido), denominado bajo la marca institucional “mendoTRAN”, pondrá un especial énfasis en su imagen. Así, cada uno de los colectivos del sistema (hoy son más de 1.000) serán pintados con un diseño que combina el color rojo (el institucional de toda la red) con otro que identificará las distintas líneas o recorridos, que a su vez se corresponde con el grupo concesionario. En total serán 8: el 1 -el único que no se licitará porque lo operará la STM- será verde; el 3, amarillo; el 6, azul; y el 7, gris, por ejemplo.
Por otro lado, se quitarán de los micros los números de los grupos concesionados para privilegiar el número del recorrido (en vez de un 8 grande el micro tendrá el 85, por ejemplo), que aparecerá en pizarras led colocadas en tres lugares: al frente -donde además se incluirá la descripción de origen/destino del recorrido-, al costado y en la parte trasera de la unidad.
Por otro lado, también los carteles en las paradas tendrán nuevo diseño (son más de 6 mil en el Gran Mendoza), más colorido y con más información sobre la cobertura de los recorridos.
Por último, hay que decir que también se notará un cambio en el tipo de colectivos que circularán en las calles, ya que habrá tres diferentes. El “ómnibus urbano” (26 pasajeros sentados); el “articulado” (con fuelle, para 40 pasajeros); y el “minibus de servicio diferencial” (el ‘expreso’ actual, para 24 pasajeros). Entre ellos hay que incluir a los “ómnibus accesibles”, para personas con discapacidades, que al inicio de la nueva concesión serán el 20% del parque móvil pero que deberán ir incorporándose paulatinamente para que en 10 años sean el 100% de las unidades.
Con estos cambios el Gobierno pretende jerarquizar el sistema de transporte público de Mendoza y atraer a quienes hoy no lo usan: los que prefieren trasladarse en auto y “sufrir” el infernal tránsito de la Ciudad antes que “padecer” las demoras y la incomodidad de los micros. Es decir, que los “ricos” también tomen el colectivo para que deje de ser un transporte pobre para “pobres”.