Cuando el presidente de Egipto, Abdel Fatah al Sisi, dijo en un discurso televisado que se iba a responder con “dureza” al atentado contra la mezquita en el norte de la península del Sinaí y prometió “vengar a los mártires”, los aviones de combate de la Fuerza Aérea egipcia ya habían despegado.
En plena madrugada de ayer, el portavoz de las Fuerzas Armadas anunció que habían sido eliminados varios sospechosos y escondrijos de los terroristas. Y para demostrarlo enseñó imágenes en blanco y negro de varios ataques con misiles, entre otros a casas pequeñas en medio del desierto. Por el momento no ha sido posible comprobar si se trata de imágenes actuales, pues el norte del Sinaí es un territorio que está en gran parte bajo control militar y tiene acceso restringido. Las Fuerzas Aéreas egipcias llevan aquí desde hace años librando una guerra con tanques y aviones de combate contra presuntos terroristas. Pero en lugar de controlar la situación, la violencia no hace más que escalar.
La analista política Sahar Aziz sostiene que la crisis de seguridad en el Sinaí se debe a una mezcla de comportamiento exaltado y desconsiderado por parte de las fuerzas de seguridad, así como a la pobreza y al olvido político al que está sometida la región por parte de El Cairo.
Desde 2011, cuando estalló la denominada Primavera Árabe, cientos, sino miles de soldados, civiles y terroristas ultraislámicos murieron en el conflicto entre las fuerzas de seguridad y los grupos fundamentalistas, explicó Aziz en un análisis para el centro de estudios Brookings. “El levantamiento de 2011 creó un vacío político en todo el país que ha desestabilizado aún mas la situación en el Sinaí”, agregó. El agreste y desértico Sinaí es desde hace décadas una región convulsa.
Aparte de las grandes ciudades, el Sinaí ofrece buenos escondites para los traficantes y los terroristas. Para la analista, las raíces de ello no están tanto en la ideología islámico sino más bien en las míseras condiciones locales. “El Gobierno central en El Cairo ha hecho poco por el desarrollo en el Sinaí, por las escuelas, la infraestructura y la economía de la población local”, argumenta.
Además del contrabando, desde comienzos de 2000 los grupos ultraislámicos han ido reforzándose en el norte de la península, ubicada entre el Canal de Suez y la Franja de Gaza.
Desde hace tiempo los expertos advierten en contra de la actuación del ejército, que en lugar de realizar operativos militares amplios, debería apoyar más a la población civil y mejorar la situación económica en el norte del Sinaí.