Se disputaban 30 minutos del segundo tiempo cuando arrancó una tormenta de fuegos artificiales. Bombas de humo. Todo, desde los cuatro costados de la cancha. De un momento a otro, un humo rojo, blanco y negro se adueñó del campo de juego. El árbitro del encuentro, con toda razón, paró el encuentro durante cinco minutos. La fiesta era de la gente del Deportivo Maipú.
Quienes comenzaron a cantar cada vez más fuerte y el show pasó a estar en las tribunas. Ni el más pesimista hincha Cruzado se imaginaba que se le podía escapar el triunfo. Maipú era más que Gutiérrez y si no hubiese sido por Martínez Gullota, la diferencia por ese entonces hubiese sido mayor. La gente cantaba, saltaba, telón gigante descolgado nuevamente para ocupar toda la popular local.
Era una verdadera fiesta del Botellero. Sin embargo, después, el juego siguió. Maipú no pudo liquidar al Perro y este, logró el empate cuando faltaban 4 minutos a través de Nicolás Gatto, ex Maipú. Cuando el árbitro adicionó cuatro minutos, llegó la reacción de la parcialidad Botellera, quien le exigía al juez más tiempo de adición, por lo que estuvo parado el partido y por los seis cambios realizados.
Como sucedió la temporada pasada, la fiesta anticipada le jugó en contra.