El mundo del tuning da para todo. La pasión que despiertan los autos modificados (de eso se trata esa actividad) lleva a que sus dueños gasten cifras que muchas veces doblan o triplican el valor del coche cero kilómetro. No importa si se trata de un auto popular o de un superbólido de altísima gama. La diferencia está en que los primeros son generalmente hechos por propia mano de los apasionados de esta actividad, mientras que para los otros existen empresas que se dedican a hacerlo profesionalmente.
Hay veces que esos autos tuneados pasan a ser verdaderas celebridades mecánicas. Es el caso de la Ferrari 458 Liberty Walk, creación de la empresa con ese mismo nombre. Es un coche del que mucho se habló, por lo osado de las modificaciones. Tuvo tanta repercusión que un tal Aaden Hughes se animó a armarlo en escala a partir de piezas de Lego, el fabricante del juguete de los bloques de origen danés cuyo nombre significa “jugá fácil”. Y mal no le quedó sino más bien todo lo contrario.