Una feria de los propios productores del Valle de Uco

Más de 100 agricultores y emprendedores artesanales asociados en una cooperativa, ofrecen sus productos en un local de La Consulta. Logran autosustentarse.

Una feria de los propios productores del Valle de Uco

"Compro acá, porque sé que es verdura sana y segura", dice con una sonrisa doña Virginia Arreagada, que ya cargó su bolso con zapallos y acelgas para el almuerzo. "Les quedó hermoso el negocio chicos, yo los sigo donde vayan", acota la mujer antes de salir del nuevo local en Ejército de Los Andes 309, de La Consulta.

Podría pasar por un almacén cualquiera, pero adentro se respira un particular clima familiar. Los clientes son llamados por su  nombre y la transacción allí es mucho más que comercial. Intercambian recetas, mates y hasta consejos prácticos de cómo cultivar de forma agroecológica.

Los vinos, las hortalizas recién cosechadas, las conservas, los frutos secos, los dulces, los huevos caseros, los productos desecados, los panificados, las aromáticas... todo lo que seduce desde las góndolas en el pequeño negocio ha sido elaborado por la gente de 'Crece desde el Pie', una organización social que apuesta al trabajo autogestivo y la soberanía alimentaria.

"Felicitaciones chicos por el espacio", dice una consumidora que baja de su bicicleta y se va directo a las verduras. Son pocos los clientes nuevos. La mayoría ya le compraba a "los chicos de la asociación" cuando improvisaban un puesto en la calle. Era en la puerta de la 'FM de Pedro', quien tentaba a sus oyentes con los productos frescos del día. 

Ahora, con local recién estrenado, los recursos publicitarios exigen nuevas estrategias, además de los anuncios radiales. Esa mañana, por ejemplo, los huerteros se habían fotografiado en la madrugada cortando  las espinacas y enviaron la imagen por teléfono al grupo de clientes. “Se veían muy tiernas”, dijo doña Ana con frustración, cuando le informaron que no quedaba stock.

Como la canción del uruguayo Alfredo Zitarrosa, la asociación Crece desde el pie nació hace años y ha ido sumando gente de distintos sectores de San Carlos y Tunuyán, que con su trabajo comunitario y "sin patrón" quieren demostrar que otro tipo de economía es posible.

Son cerca de cien familias valletanas las que hoy viven de su producción dentro del colectivo Crece desde el pie. Los huerteros, los jóvenes agroecológicos, los del vino, el grupo de los jugos orgánicos, las chicas del galpón de ajo y deshidratados, el criadero de gallinas ponedoras en Campo Los Andes y los de las nueces y conservas de Villa Seca son algunos de los grupos que se reúnen en asamblea y definen las políticas de la organización.

“La gente ya nos conoce. Ahora estamos todos los días, antes debían esperar a los sábados”, comenta Rodrigo Venturín, uno de los referentes del colectivo. “Nos organizamos en distintas comisiones de lucha y hacemos reuniones periódicas para tomar las decisiones como grupo. Todos aportamos y nos autoayudamos. También, hay cooperativas de vivienda, los puesteros del Yaucha y un merendero que ayuda a los chicos de un barrio carenciaado en Tunuyán”, agrega el joven.

En una pequeña pizarra, se lee una prolija agenda semanal donde los distintos grupos han consignado el día y turno que le toca atender el lugar. “Así no se hace tan pesado y el negocio está siempre abierto”, explica Yamila Vargas, la comerciante del día.

La mujer siempre quiso optar por las huertas orgánicas, pero no imaginó que abrazaría este tipo de agricultura como sustento familiar. Desde hace  dos años, lleva junto a otras mujeres unas huertas comunitarias en tierras del INTA.

“Todo se decide en grupo.  Una vez al mes, nos juntamos y decidimos los proyectos a seguir”, cuenta Damián Moreno, una de las cabezas de la asociación. Allí, entre todos, vieron que era necesario abrir un punto de venta en San Carlos. “Todo se precipitó a nuestro favor y pudimos alquilar este sitio”, cuentan.

La organización comercializa sus productos en el país a través de la red de comercio justo y que seduce a consumidores cada vez más interesados en productos sanos y elaborados fuera de la cadena industrial.

De las paredes de la ahora “feria estable”, cuelgan fotos que son el mejor ejemplo del trabajo cooperativo. “Queremos seguir creciendo y que todos los grupos podamos subsistir con lo que producimos. Es nuestro aporte a la soberanía alimentaria”, dice Rodrigo.

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