El 1° de Mayo se conmemora el Día de Internacional del Trabajador y también el Año Nuevo Chino. Por ambos motivos es una fecha en que se detiene el mundo. Y el mundo estaba detenido cuando, el 1° de mayo de 1982, Gran Bretaña lanzó sus primeras misiones de bombardeo contra las fuerzas argentinas que habían recuperado las Islas Malvinas.
En rigor de verdad las acciones bélicas se habían iniciado el 25 de abril en Georgias, cuando los helicópteros de los buques británicos Antrim y Plymouth atacaron y pusieron fuera de servicio al submarino argentino Santa Fe, que terminaría fondeado en el puerto de Gritvyken. Pero para el 1° de mayo el gobierno argentino todavía albergaba esperanzas de llegar a un acuerdo diplomático que permitiera el retiro de las tropas, la desmilitarización insular y el inicio de un proceso de negociaciones que, se especulaba, terminaría (como mínimo) con la soberanía compartida de los archipiélagos de Malvinas, Georgias y Sandwich.
Veintiún bombas lanzadas desde un bombardero británico Vulcan sobre la pista de Puerto Argentino la madrugada del 1° de Mayo sirvieron para pulverizar cualquier posibilidad de acuerdo con los ingleses. Tan pronto salió el sol, la pista volvió a ser atacada, ésta vez por aviones Sea Harrier del componente embarcado de la flota, que esa mañana también atacaron la pista de pasto de Goose Green. Allí perdieron la vida el teniente Daniel Jukic (sorprendido en tierra en su avión Pucará), los cabos principales Juan Rodríguez y Mario Duarte, los cabos primeros José Maldonado, Agustín Montaño, Andrés Brashich, Miguel Carrizo y José Luis Peralta, y los soldados Guillermo García y Héctor Bordón. Goose Green representó el fin de la ingenuidad y terminó de mostrar a la conducción argentina que efectivamente estábamos en guerra.
En respuesta a estas acciones, la Fuerza Aérea Argentina lanzó durante la jornada 58 misiones de combate. Los encuentros en el aire con los cazas ingleses Sea Harrier nos representaron serios reveses que marcarían una tendencia durante todo el conflicto. En horas de la mañana fue derribado el interceptor Mirage del primer teniente Carlos Perona (eyectado) y por la tarde fueron derribados el cazabombardero Dagger del teniente José Leónidas Ardiles (fallecido) y el bombardero Canberra de los tenientes Hipólito González y Eduardo de Ibáñez (fallecidos). Esa misma mañana se produjo también el primer derribo de un avión propio por nuestra artillería antiaérea, al ser abatido por error el Mirage del capitán Gustavo Argentino García Cuerva (fallecido).
No todos fueron reveses para la Fuerza Aérea. En horas de la tarde tres Dagger tripulados por el capitán Norberto Dimeglio, el teniente Gustavo Aguirre Faget y el primer teniente César Román atacaron por sorpresa a una formación naval inglesa que navegaba próxima a la península de Freycinet, logrando impactos de cañones sobre el destructor Glamorgan y las fragatas Arrow y Alacrity. Los tres barcos ingleses interrumpieron de inmediato el fuego contra las posiciones argentinas, internándose mar adentro. Esa misma tarde, cuatro cazabombarderos Skyhawk tripulados por el capitán Pablo Marcos Carballo, el teniente Carlos Rinke, el primer teniente Carlos Cachón y el Alférez Leonardo Carmona atacaron a un objetivo naval al sur de Bahía Enriqueta. Se trató del mercante argentino ELMA Formosa, que milagrosamente salió ileso del ataque con una bomba sin explotar en su bodega
El Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea tuvo miedo, angustia, dolor, sangre y llanto. Pero tuvo también inteligencia, determinación, coraje y patriotismo. Desde un punto de vista militar el balance del día fue opinable, pero desde el punto de vista histórico el hecho resultó trascendente.
Podríamos decir que la Guerra de Malvinas comenzó realmente ese día y resultó que en esa guerra nuestra aviación militar pulió para siempre su bronce.
Conforme reconocieron los ingleses, en las semanas que siguieron, la Fuerza Aérea y la Aviación Naval hundieron los destructoers Sheffield (4 de mayo) y Coventry (25 de mayo), las fragatas Ardent (21 de mayo) y Antelope (24 de mayo), el portacontenedores Atlantic Conveyor (25 de mayo), el buque de desembarco Sir Galahad y la lancha de desembarco Foxtrot 4 del buque logístico Fearless (8 de junio). Sufrieron daños de importancia los destructores Antrim y Glasgow, el buque de desembarco Sir Tristram y las fragatas Argonaut y Plymouth. Sufrieron daños menores el barco de suministros Stromness, los buques de desembarco Sir Lancelot y Sir Bedivere, las fragatas Brilliant, Broadsword, Alacrity y Arrow, el buque tanque British Wye y el submarino Valiant.
Hubo un ataque no reconocido por Gran Bretaña. El 30 de mayo nuestro país reclamó haber impactado con un misil Exocet y bombas al portaaviones Invincible, pero los ingleses jamás reconocieron que el blanco fuera alcanzado (pese a que se perdieron dos Skyhawk y sus pilotos, los primeros tenientes José Daniel Vázquez y Omar Jesús Castillo). Hubo también un ataque inicialmente no reconocido por Argentina. El 8 de junio de 1982 un avión de carga Lockheed C-130 modificado atacó un enorme buque tanque al noreste de Malvinas. Resultó ser el petrolero Hércules, de bandera liberiana, que navegaba en lastre rentado por una empresa norteamericana. El barco recibió el impacto de dos bombas que quedaron alojadas en su interior sin estallar, por lo que la compañía propietaria decidió hundirlo frente a Brasil el 20 de julio de 1982 para luego cobrar el seguro.
En los 44 días de combates aéreos sobre Malvinas, nuestra Fuerza Aérea tuvo un desempeño sobresaliente que merece ser evocado con respeto por civiles y militares, pues debemos mostrar orgullo por nuestros héroes y gratitud a quienes regresaron con honor. Debemos, también, mirar al futuro.
Con todo y su gloria, quedarse en la pura evocación cristaliza la cuestión Malvinas en 1982, es decir, en la rivalidad y el conflicto.
Es imperioso superar ese enfoque, pues de otro modo seguiremos entrampados en la lógica maniquea y chauvinista según la cual los ingleses son piratas infames carentes de toda ley y nosotros ejemplos de civilidad totalmente apegados a derecho. Esto no es verdad, ni lo fue nunca. La ocupación militar de las islas fue un delirio absoluto concebido con una irresponsabilidad inaudita por un gobierno de facto, las Naciones Unidas nos consideraron de inmediato país agresor y recibimos sanciones internacionales instantáneas. En éste contexto, la guerra se perdió el mismo día que entramos en Stanley. Si no asumimos ese error histórico la cuestión Malvinas no tiene solución posible en el futuro, y no estaremos honrando verdaderamente a nuestros héroes.
Porque el verdadero tributo a los caídos y el verdadero agradecimiento al sobreviviente no consiste en llevar flores a la tumba o pronunciar discursos de ocasión, sino en lograr por vías civilizadas los objetivos por los cuales ellos murieron o se sacrificaron.