Chelsea Attonley, una transexual en la que el Estado británico invirtió miles de libras para cambiarle el sexo y el aspecto, se arrepintió y quiere volver a ser hombre. "Es agotador ponerse maquillaje y usar tacones", es el argumento.
El caso ha desatado un arduo debate en Gran Bretaña donde, al igual que en Argentina, las operaciones de cambio de género son gratuitas. Pero la gente se pregunta por qué debe pagar con sus impuestos primero la extracción de pene y ahora la reconstrucción, además del tratamiento hormonal.
Chelsea, cuyo nombre anterior era Matthew, quiere volver a ser un varón y que el Servicio Nacional de Salud británico (NHS) pague los gastos de su operación. Parta eso deben también quitarle los pechos.
“Siempre he deseado ser una mujer, pero ninguna cirugía puede darme un cuerpo femenino real así que siento que estoy viviendo una mentira”, dijo la mujer, entre cuyos argumentos para volver a cambiar de sexo se encuentran también la depresión y ansiedad sufridas a consecuencia del tratamiento hormonal.
“Me he dado cuenta de que sería más fácil dejar de luchar y aceptar que nací hombre”, asegura
Ahora el debate y la pregunta del millón es: ¿Deben los contribuyentes pagar tantas idas y venidas y antojos quirúrgicos?