Una explosión de felicidad tiñó de celeste y blanco todo el país

Desde Ushuaia hasta La Quiaca millones de argentinos celebraron el pase a la final del Mundial.

Una explosión de felicidad tiñó de celeste y blanco todo el país
Una explosión de felicidad tiñó de celeste y blanco todo el país

Argentina se desahogó con un grito de felicidad contenido durante 24 años cuando el último penal de la serie, ejecutado por Maxi Rodríguez, puso a la Selección otra vez en una final del Mundial y encima en Brasil, su más acérrimo rival futbolístico.

Las manos salvadoras del arquero Sergio Romero fueron decisivas para que el seleccionado albiceleste se impusiera 4-2 por penales ante Holanda en la semifinal tras igualar sin goles en tiempo reglamentario y alargue.

En una de las naciones más futboleras del planeta, el triunfo se celebró con cornetas, bocinazos y hasta golpes de cacerolas desde Ushuaia hasta La Quiaca, en la frontera con Bolivia.

"A disfrutarlo y que la copa quede en la Patria Grande!", escribió la presidenta Cristina Fernández en su cuenta oficial de twitter.

Los argentinos gritaron, maldijeron, sufrieron y lloraron de emoción en plazas, bares y hogares de todo el país.

En Rosario, como es tradición, la zona del Monumento a la Bandera comenzó a poblarse de centenares de familias y jóvenes con camisetas, banderas y gorros argentinos, a los que se agregó una caravana interminable de automovilistas que circulaban por la congestionada avenida Belgrano.

Miles de personas festejaron la victoria en la capital salteña, donde efectivos de la Policía de Tránsito tuvieron que cortar calles del macrocentro minutos después de que terminara el partido por los congestionamientos de vehículos.

Más de cien mil personas coparon el centro y las calles de Mar del Plata con los clásicos cantos "Vamos, vamos, Argentina" o "El que no salta es un inglés", a los que se sumaron el nuevo himno mundialista "Brasil, decime qué se siente".

Por su parte, miles de mendocinos se concentraron en el kilómetro cero, donde se observaron caravanas de vehículos, mientras en las calles de los barrios del Gran Mendoza cientos de hinchas salieron a manifestar su alegría.

“La verdad que es impresionante y te llena de orgullo y felicidad. Es maravilloso haber llegado a la final”, dijo Santiago Nador, de 16 años, quien festejó enloquecido en un bar porteño junto con amigos de la misma edad la oportunidad de ver a la Selección por primera vez jugar una final del Mundial.

“Argentina se merecía tener una alegría general”, afirmó Norma Ontiveros (59) en obelisco. Además, al menos 46.000 aficionados se agolparon frente a una pantalla gigante en la plaza San Martín, en el centro de Buenos Aires, según los organizadores.

Familias enteras con camisetas, banderas y gorros se concentraban en el Obelisco, clásico punto de encuentro para festejos deportivos. La misma imagen se repetía en ciudades y pequeños poblados de la Argentina, donde el canto elegido fue el ya legendario “Brasil, decíme que se siente, tener en casa a tu papá”.

Se espera que los festejos se extiendan hasta altas horas de la madrugada.

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