La P-224 Jean Piaget de Tunuyán tiene problemas como todas las escuelas, pero el reclamo por la falta de compromiso de las familias allí está resuelto.
Sucede que son los mismos papás los que gestionan y administran este colegio. Sin otro 'lucro' que la búsqueda del mejor proyecto educativo para sus hijos, son ellos los que llevan las cuentas escolares, los que levantaron el moderno edificio actual a fuerza de bingos y donaciones y los que ahora sueñan con poder construir un playón deportivo y un anfiteatro para las fiestas.
Se trata de una escuela modelo en la provincia, por su sistema de gestión comunitaria. Cuando la institución privada que le dio origen (Modelo Valle de Uco, creada en 1993) entró en crisis financiera en 2005 y no quedaba más salida que su cierre, los papás se pusieron al frente de la administración del colegio y lo hicieron resurgir de las cenizas. Así comenzó a caminar la Jean Piaget en marzo del 2006.
¿Por qué la lucha? Las familias no se resignaban a perder esta innovadora experiencia educativa, que estaba dando grandes frutos. La institución aborda el proceso enseñanza-aprendizaje desde una mirada constructivista.
El nombre de la escuela rinde homenaje al epistemólogo y psicólogo suizo Jean Piaget. En sus aulas los chicos trabajan en grupos, con temas que ellos mismos proponen y construyen juntos los contenidos. Este modelo educativo cosechó grandes críticas décadas atrás, pero hoy está cada vez más extendido en la propuesta que sostiene el sistema público (ver aparte).
Lo cierto es que estos padres trabajaron tanto y tan bien que la escuela no ha parado de crecer desde 2006. Ese año recibieron la donación de un terreno por parte del municipio de Tunuyán; en 2008 consolidaron su plantel docente; en 2009 ingresaron al sistema formal con el número P-224; en 2011 la DGE reconoció su buena administración otorgándole un aporte sostenido para sueldos y en 2014 -después de muchos sacrificios y un "trabajo de hormiga"- lograron inaugurar su edificio propio en Azcuénaga 290.
A fines de mayo, recibieron un nuevo empujón que les permitirá seguir creciendo. La Provincia pondrá los materiales y el municipio la mano de obra para construir un playón deportivo y un anfiteatro, así los alumnos no tienen que jugar adentro de la escuela o en la placita del barrio.
Desde el patio llegan las voces de los niños de nivel inicial, que cantan e inventan cuentos. "Nada nos ha resultado fácil pero la peleamos porque queremos la mejor escuela para nuestros hijos", dice Julia Juana Bressan, la tesorera de una comisión de once papás que lleva adelante el colegio.
Abogados, docentes, amas de casa, arquitectos, administradores... cada papá ayuda desde el lugar que puede dentro de la Asociación Educativa Valle.
"Hemos encontrado muchas puertas abiertas", apunta la mamá. Su mayor logro fue dejar la casita de barrio, donde la escuela funcionó por años en el centro de Tunuyán, para trasladarse a su nuevo edificio en 2013. Se mudaron sin pisos, ni rejas, ni elementos de iluminación y faltos de muchas comodidades.
Pero estaban felices porque era el edificio que habían conseguido a base de incontables bingos, sorteos y donaciones. Cuando habían logrado levantar las paredes, la ayuda de la Fundación Samaritano ayuda al prójimo y de distintos organismos del Gobierno, les permitió terminar el techo y resto de la obra.
Sin embargo, nunca imaginaron que fuera tan complejo armar una escuela en comunidad. "Hubo una época en que recibíamos auditorías todos los días. Cuando nos entregaron el número formal de la escuela, nos parecía mentira. Todas jugábamos a la lotería con ese número", se ríe la actual directora Carina Romanini.
Desde nivel inicial a 7mo grado, los estudiantes tienen Inglés y Teatro sin excepción. La matrícula ha ido en ascenso los últimos años, aunque la institución respeta a rajatabla el límite de no más de 23 alumnos por aula. Son 286 alumnos repartidos en dos turnos.
La comisión se las ingenia -como señalan sus miembros- para no elevar el monto de las cuotas. La mayoría de las familias hacen esfuerzos para enviar allí a sus hijos, porque son de clase media y clase media baja.
"Los papás valoran nuestra educación integral. Los chicos salen más curiosos, con mayor autonomía y desenvueltos para enfrentar los desafíos. Aquí se da mucho la propaganda del boca en boca", sostiene Carina Romanini.
Atrás quedaron los veranos de pintar la escuela, las clases en el patio, la lucha por ganar un posicionamiento en el sistema formal, los padres organizados en decenas de comisiones.... Ahora el desafío está puesto en fortalecer lo pedagógico.
"Queremos apuntar a la formación de los maestros. Éste no es un sistema rígido y la idea es que los docentes se animen y arriesguen a buscar mejores métodos de enseñanza", expuso la directora.
Proyecto pedagógico diferente
En la Piaget la enseñanza se sustenta en el constructivismo. Justamente, el padre de ese método es el psicólogo y epistemólogo suizo Jean Piaget. Las mesas están ubicadas en grupos y los chicos proponen los temas de su interés, a partir de los cuales el docente debe planificar su clase. La intención es articular la propuesta curricular basada en la normativa vigente con las temáticas propuestas por los alumnos.
"Se hace hincapié en lo procedimental, que el alumno sea protagonista activo y constructor de sus aprendizajes", plantea la directora, quien señala que este modelo empieza a ser más tenido en cuenta por el sistema oficial de Educación.
El desafío de los docentes de la Piaget es innovar. No sólo debe ser mediador de los contenidos sino también saber hacer, de su planificación, una estructura abierta y flexible a cambios permanentes. La escuela busca docentes que se animen a arriesgar y que estén en búsqueda constante.