¿Cómo recibir a decenas de miles de participantes, transportarlos, alimentarlos, alojarlos y que todo se haga respetando el medio ambiente? La conferencia sobre el clima (COP21) que se abre dentro de un mes en París es un desafío logístico y ecológico.
También de seguridad, por la presencia de más de 80 jefes de Estado o de gobierno el próximo 30 de noviembre para la apertura de la reunión, crucial para el futuro del planeta.
Los representantes de 195 Estados intentarán cerrar un acuerdo que limite a 2ºC el calentamiento global, el límite fijado por los científicos para evitar impactos catastróficos.
La COP21 es la conferencia diplomática más importante jamás celebrada en Francia desde la firma de la declaración universal de los Derechos Humanos en 1948 en París. Se prevé que unas 40.000 personas del mundo entero -20.000 acreditados y otros tantos visitantes- acudan cada día, entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre, a Le Bourget, en el norte de la capital.
La COP21 aspira a ser ecológicamente “ejemplar”. Las emisiones de gases con efecto invernadero producidas por el evento, estimadas en 21.000 toneladas de equivalente de CO2, serán reevaluadas al término de la conferencia y compensadas por proyectos en los países del sur, asegura el gobierno francés.
Pero según Greenpeace, la COP21 estará muy lejos de ser un ejemplo porque reunirá “a la mayoría de los mecenas y representantes del régimen energético, como promotores de carbón o de energía nuclear, constructores de automóviles o compañías aéreas, que nos condujeron a la situación en que hoy estamos”.
Se trata de una conferencia “fuera de lo común, a causa de sus dos semanas de duración, de la gravedad de lo que está en juego y de la importante cantidad de participantes”, destaca el secretario general encargado de la organización, Pierre-Henri Guignard. En respuesta al desafío fue necesario “crear una ciudad efímera que respete “el desarrollo sustentable”.
Aldea ecológica
Unos sesenta pabellones serán instalados en una superficie de 16 hectáreas, que alojarán a decenas de salas de reunión, restaurantes, quioscos, un banco, una oficina de correos, una sala de prensa abierta día y noche para 3.000 periodistas, una enfermería, 55 "fuentes de agua potable", lugares de descanso para participantes agotados...
El lugar tendrá, incluso, sus propios “Campos Elíseos”, una gran calle cubierta transversal.
Unas cuarenta empresas francesas y extranjeras asegurarán el 15% del costo total de la conferencia, que se eleva a 170 millones de euros.
El futuro climático del planeta se decidiría bajo la bóveda de una estructura de madera que cubrirá la sala con capacidad para 2.000 personas. Los 900 árboles derribados para esta construcción reutilizable serán -o ya fueron- sustituidos por otros.
Restaurantes, autoservicios, cafés, “food trucks” y triciclos de transporte suministrarán 412.000 comidas y colaciones, no necesariamente todas bio.
“Suprimimos todo lo que es vidrio o plástico por materiales biodegradables”, explica Jean-François Camarty, del grupo Elior, una de las empresas encargadas de la comida.
Por todas partes habrá latas de basura y desperdicios, que serán transportados por camiones eléctricos. La consigna general será “clasificar al máximo, cero desperdicio”, y lo que no se venda se redistribuirá a una asociación.
“Un 74% de la comida será 'made in France', en la medida de lo posible productos locales de 200 km a la redonda y cada día se hornearán unos 10.000 panes”, dijo Camarty.
Para acceder al lugar, los delegados deberán utilizar los transportes en común, con un pase gratuito, pero algunos responsables políticos temen embotellamientos, agravados por probables manifestaciones en París al margen del evento.
La compañía ferroviaria SNCF, que transporta cada día unos 900.000 pasajeros en la línea B del tren RER suburbano, “prevé una capacidad suplementaria de 70.000 pasajeros”, según un responsable.
Unos 70 buses circularán entre la COP21 y las estaciones de metro y RER más cercanas, así como las zonas hoteleras.
Se reservaron decenas de miles de noches de hotel pero algunos están dispuestos a acampar, entre ellos un centenar de jóvenes ecologistas.
Junto con la Coalición Clima 21 (130 organizaciones), critican la cantidad insuficiente de alojamientos para los miles de “militantes climáticos”.