Una información tiene directa relación con la otra. Días pasados se conoció que, sólo en Mendoza, 8 millones de kilos de manzanas y de peras deberían ser destinadas al descarte en razón de que no pueden ser exportadas al Brasil y el mercado interno no alcanza para cubrir el desfasaje, incluyendo en ese aspecto que los precios no alcanzan a cubrir los costos.
Sin embargo, por otro lado se conoció un informe proporcionado por la CAME (la cámara que nuclea a la pequeña y mediana empresa) que indica que en por lo menos 20 productos agropecuarios, entre ellos las peras y las manzanas, el consumidor paga 8,3 veces más de lo que recibe el productor. Esto deja claramente establecido que en la actividad agropecuaria los que resultan perjudicados son los productores y los consumidores y que la parte gruesa de la torta queda en manos de la intermediación.
El área de Economías Regionales de la CAME elabora mensualmente un denominado Índice de Precios de Origen y Destino, para una canasta de 20 productos del agro. En octubre, la diferencia promedio entre el precio que pagó el consumidor en las góndolas superó en 8,3 veces a lo que recibió el productor en el campo, pero sobrepasando las 18,7 veces en productos como la pera (uno de los productos que debería ser destinado a descarte por la caída en el mercado interno) o más de 14 veces en alimentos también sensibles, como la cebolla, la naranja, el arroz y la manzana roja. En el caso de la acelga, la diferencia fue de 12,42 veces y en el limón de 9,47 veces.
La entidad destacó que la situación no es exclusiva de la Argentina, pero hay mercados donde los gobiernos suelen aplicar mayores regulaciones para limitar la concentración de la renta en las grandes cadenas comerciales en detrimento del productor y el consumidor, que son los actores más perjudicados de ese sistema.
En España -se indica- donde mensualmente también se realiza este tipo de medición, para una canasta con los mismos productos que la que se presenta en la Argentina pero excluyendo el arroz, el índice de precios se ubicó en 5,24 veces. “En promedio, el precio de los 19 productos medidos se multiplica por esa cantidad de veces desde que sale del campo hasta que llega al consumidor. Para esos mismos productos, en la Argentina fue de 8,3 veces, es decir 53 por ciento más que en España”, destacó la entidad.
Se trata de un tema de vieja data y que no tiene visos de solución, a pesar de las denuncias de los sectores afectados, más aún cuando la situación tiene una profunda relación con la crisis que afecta a las economías regionales. En el caso específico de Mendoza hemos señalado en numerosas oportunidades que muchas veces los productores se ven obligados a arar su producción de lechuga o acelga a causa de que el precio que reciben no les alcanza ni tan siquiera para pagar la recolección.
Para quienes aducen que el costo del transporte tiene un valor fundamental en la cadena de comercialización -cosa que es cierto en el caso del traslado hasta los grandes centros de consumo- sólo cabría recordarles que en nuestra provincia un productor recibía 2 pesos por el fardo de 10 atados de acelga y ese producto se vendía en el supermercado a 2 pesos el atado. Es decir que terminaban recibiendo diez veces más por un producto que tenía un traslado de no más de 5 a 10 kilómetros.
No se trata entonces de establecer medidas que avancen sobre el libre juego de la oferta y la demanda sino de establecer criterios que permitan alcanzar un equilibrio de modo tal que exista una relación más justa entre una punta y la otra de la cadena de comercialización, a los efectos de beneficiar tanto al productor como al consumidor, y que la intermediación, que es la que menos riesgo corre en el sistema, se integre a una cadena más distributiva.
