Cuando decidió frenar su puja judicial y aceptar el proceso electoral anticipado que dispusieron cuatro de los cinco intendentes justicialistas, el gobernador Cornejo era consciente de que iniciaba otra etapa, tal vez marcada por lo que más le gusta en algunos casos, la pelea política lisa y llana.
Aquella noche del 20 de marzo, luego de una jornada tensa en la que las partes (los cuatro jefes departamentales y el gobierno provincial) no cedieron ni un paso a pesar del llamado de conciliación de la Corte, el jefe del Ejecutivo entendió que lo más práctico resultaba aceptar el desafío de ir a las urnas en forma desdoblada luego de que los cuatro jefes peronistas dispusieran un calendario que se anticipaba a los efectos del decreto para reglamentar la enmienda constitucional que le puso fin al reeleccionismo indefinido, al hacer viable la reforma del artículo 198 de la Constitución provincial, votada por la ciudadanía en 2009 y nunca hecha viable por los dos gobiernos justicialistas recientes.
Sólo mantuvo el Gobierno su planteo de fondo, para lo cual Cornejo exigió, y sigue exigiendo, que el máximo tribunal resuelva cuanto antes la constitucionalidad o no del referido decreto, teniendo en cuenta que aquella enmienda fue votada por una muy amplia mayoría de mendocinos pero no de la mitad más uno de los empadronados, como exige la Constitución. Sin embargo, Cornejo también se amparó, al liberar la reforma del artículo 198, en el respaldo político que había recibido meses antes de rubricar su decreto cuando la Legislatura mayoritariamente, y por moción de un diputado opositor, había pedido al titular del Ejecutivo la promulgación de la polémica enmienda.
Por lo tanto, la de hoy será una singular batalla política preliminar en el comienzo de un año electoral fuertemente influenciado por la crisis económica nacional.
Debería ser, indudablemente, la última avanzada en las urnas para sellar reelecciones indefinidas. Está claro que la Suprema Corte no quiso en su momento frenar la avanzada de los cuatro “caciques” del PJ, pero se sabe que en no mucho tiempo más avalaría la limitación de las reelecciones de intendentes y deje aclarado, a su vez, que los cuatro aspirantes a la continuidad que convocaron a las urnas para hoy fueron habilitados por última vez. Sería lo más sensato para un sistema institucional que ha sido en varias oportunidades ejemplo nacional al no permitir la reelección consecutiva del gobernador de turno. Total contrasentido con la facultad existente para a los jefes territoriales a perpetuarse en el poder si así lo desean y los vecinos lo avalan con el voto.
Además, la decisión de Cornejo abortó cualquier pretensión de continuidad de dos arraigados intendentes de Cambia Mendoza, el sancarlino Difonso y el juninense Abed, ahora precandidato a vicegobernador de Suárez.
En el radicalismo saben que la de hoy es una partida de difícil resultado. Hay quienes descuentan claras ventajas del peronismo en San Rafael, Lavalle y Tunuyán y una mayor paridad, pero siempre con supremacía del PJ, en San Martín, donde el médico Raúl Rufeil, el principal aspirante opositor, es conocido y ponderado. Como la mayoría de sus pares, el intendente Giménez supo afianzarse en el cargo y en este caso querrá hacer valer ese don que alienta el reeleccionismo sin límites. Y no hay que dejar de contemplar que en el departamento del Este estas primarias dirimen internas en los dos espacios mayoritarios, lo que también alienta especulaciones a la hora de hacer cálculos y pronósticos hacia la elección definitiva. El anhelo radical es el de no quedar a mucha distancia porcentual de Giménez para intentar remontar hacia las generales del departamento, que también tendrán una fecha diferenciada, el domingo 1 de setiembre.
En San Rafael, el radicalismo parece no encontrar aún la forma de neutralizar el liderazgo de los hermanos Félix. Eso apuntala las chances de continuidad de Emir en este caso.
En cuanto a Tunuyán, se comenta que Martín Aveiro no debería tener mayores dificultades ante dos precandidatos radicales respetables en ese departamento, como Marcelo López y Gastón Barcenilla.
Mientras tanto, en Lavalle se mantiene consolidado Roberto Righi, aunque en estos días la causa judicial por las casas de la organización Tupac Amaru le jugó una mala pasada. El jefe lavallino, y todo el peronismo, argumentaron que hubo influencia política del oficialismo provincial en la imputación que se le notificó a Righi porque ésta se concretó un par de días antes de las primarias. Opinable. Independientemente, en el PJ mendocino ya piensan más allá de estos esperado triunfos departamentales. El contexto nacional ha hecho cambiar desde hace varios meses las expectativas y hay muchos dirigentes, experimentados o no, que advierten que la posibilidad de recuperar la conducción de la provincia realmente está. Y casi todos admiten que no hay muchos méritos propios sino la ayuda de la grave crisis nacional y su traslado al plano provincial. No piensan lo mismo, encuestas en mano, del lado de Cambia Mendoza, donde creen que el posible chubasco de hoy será contrarrestado en las generales provinciales.
Si bien en el peronismo hay quienes siguen lamentando que no se haya podido lograr una fórmula de unidad provincial por consenso, están los que reconocen un reordenamiento interno muy saludable bajo la actual conducción partidaria y por eso abundan las conversaciones entre sectores para evitar que la campaña hacia las PASO de junio muestre chicanas o golpes bajos. Hubo ya muchas muestras de unidad luego de que se conocieran las fórmulas encabezadas por el intendente Bermejo y la senadora nacional Fernández Sagasti. En el sector “de los intendentes”, que tiene en la convocatoria de hoy el protagonismo electoral, reconocen el aporte de sectores kirchneristas mendocinos que no necesariamente están alineados con el camporismo, que lidera la otra fórmula.
Este escenario de unidad que muestran los justicialistas mendocinos les permite esperar con algo de paciencia definiciones con respecto al panorama nacional del partido, en donde las cosas aún no están claras. Al alineamiento del sector de Fernández Sagasti con la ex presidenta Cristian Kirchner se le opone la indefinición de los intendentes, expectantes por los pasos que puedan dar los dirigentes de Alternativa Federal y el propio ex ministro Lavagna. “No tenemos luz clara en el escenario nuestro nacional y por eso le ponemos pilas a la unidad local, más allá de las dos fórmulas”, destacaba un experimentado dirigente y actual legislador. Tampoco descartan que se termine apoyando una eventual precandidatura de Cristina Kirchner si la postulación de la actual senadora surge de un acuerdo mayoritario de unidad.
Otro elemento que moviliza al justicialismo mendocino es la oposición al estilo confrontativo de Alfredo Cornejo, que, para colmo, rompió relaciones con los “caciques” de la oposición por algunas indefiniciones con respecto al pretendido respaldo legislativo que el cornejismo muchas veces buscó y, con más razón, por la decisión de resistir al decreto que reglamentó la enmienda constitucional anticipando las primarias abiertas de hoy. “El destrato de Cornejo hacia nosotros ha sido una constante. Las relaciones políticas nunca fueron buenas en estos años”, comentan jerarcas “pejotistas”, que también hacen referencia al tenso vínculo que el cornejismo mantuvo con algunos de sus socios de Cambia Mendoza por iniciativas del Gobierno relacionadas con la reforma constitucional, la conformación de la Suprema Corte y otros.
Un atractivo combate electoral de una batalla que será larga durante el año, pero que en el oficialismo esperan superar con un buen margen. Mientras tanto, hoy el peronismo buscará defender con firmeza su terruño, ese fuerte que protege a sus arraigados caciques.