La alianza de la Casa Blanca de Donald Trump con los republicanos sufre su prueba más dura hasta el momento: un republicano dijo que no había leído el documento del denunciante. Otro dijo que la conversación del presidente con su colega ucraniano era "poca cosa" para dar lugar a un juicio político. El tercero dijo que todo el asunto era resultado de una reacción "totalmente desproporcionada".
Sin embargo, a medida que surgen nuevos detalles de los dichos del presidente y los esfuerzos para ocultarlos, los republicanos sufren la incertidumbre de quedar atrapados en lo que constituye hasta ahora la prueba más dura para su alianza con la Casa Blanca trumpiana.
El miércoles se reveló la transcripción de una llamada telefónica realizada meses atrás y en la que se confirma que el mandatario presionó repetidamente a su colega de Ucrania, Vladimir Zelenski, para que investigara a Joe Biden, rival demócrata y candidato presidencial para 2020.
La precipitación de los acontecimientos sorprendió a los republicanos. El líder del bloque mayoritario en el Senado, Mitch McConnell, guardó silencio, pero otros defendieron al presidente y algunos le negaron importancia.
"El presidente es siempre fiel a sí mismo", dijo el senador Ron Johnson.
Señales
No obstante, en medio de la confusión, se advierten leves señales de que la conmoción puede haber abierto una nueva etapa en la presidencia de Trump.
"Le debemos al pueblo tomarlo en serio", dijo el senador Marco Rubio, otrora rival del magnate y quien ahora encabeza la Comisión de Inteligencia. "Por ahora tengo más preguntas que respuestas. Las denuncias son graves, debemos determinar si son creíbles o no", señaló.
Otros candidatos a la presidencia del pasado y el futuro, los senadores Mitt Romney de Utah y Ben Sasse de Nebraska, calificaron la denuncia con el mismo término cauto: "problemática".
Acusación de encubrimiento
La presidenta de la cámara baja, la demócrata Nancy Pelosi, acusó al presidente nada menos que de "encubrimiento" y los demócratas apuntaron que el asunto ucraniano es suficiente para alimentar un juicio político. El jueves se conocieron nuevas revelaciones sobre hasta qué punto la Casa Blanca trató de "bloquear" la llamada de Trump.
Lo cierto es que el Congreso y la Casa Blanca están tomando posiciones de ataque en una investigación inusual, aunque no inédita, que ocupará totalmente a los dos bandos y profundizará las divisiones políticas de cara a 2020.
Pelosi dijo que era una "semana triste" en la que, junto con la amplia mayoría de los legisladores demócratas, dejó de lado su renuencia para iniciar una investigación que podría conducir a un juicio político del presidente.
Por su parte, los republicanos una vez más no supieron encontrar consenso frente a las medidas insólitas que parecen haberse convertido en la norma de esta Casa Blanca.
McConnell inició la sesión del Senado sin mencionar la denuncia y se negó a responder cuando los periodistas lo abordaron en los pasillos.
El líder del bloque republicano en la cámara baja, Kevin McCarthy, defendió la decisión de la Casa Blanca de “bloquear” los detalles de la llamada de Trump al guardar todos los archivos en un sistema informático distinto.
"¿Que si comprendo por qué quieren guardarlo en un servidor más seguro?", se preguntó McCarthy. "Creo que en el mundo tecnológico de hoy, sí, hay que poner lo que está en desarrollo en un lugar seguro".
La defensa de un sistema informático separado en la Casa Blanca resulta notable por parte de los republicanos que se sumaron a Trump para exigir explicaciones sobre el uso de un servidor privado por Hillary Clinton cuando era secretaria de Estado.
Dudas
Otros republicanos se expresaron con moderación, comprendiendo la gravedad de la situación y lo que se viene en la investigación. "Hay muchas preguntas, sin duda", dijo la senadora Susan Collins. "Tendremos que hacer muchas preguntas" sobre el sistema informático, dijo el senador John Cornyn.
La denuncia conocida el jueves por la mañana alega que Trump abusó del poder de su cargo al “solicitar la injerencia de un gobierno extranjero” en la elección del año próximo. Trump niega haber cometido falta alguna.
En las nueve páginas de su documento, el denunciante anónimo reconoce que no escuchó la llamada del presidente, sino que recibió información de “numerosos funcionarios estadounidenses”.
El relato del denunciante coincide en buena medida con el borrador de la transcripción de la conversación presidencial del 25 de julio difundida por la Casa Blanca.
Andrew Johnson, quien asistió a la juramentación del presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyi en mayo, desestimó a los detractores que “encuentran toda clase de motivos viles aquí”.
El presidente de la Comisión de Seguridad Nacional y líder del Bloque Ucrania sostiene que la reacción ha sido totalmente desproporcionada. Habló con Trump antes y después de sus viajes y, según él, el presidente cree que no ha cometido falta alguna.
“Yo creo lo que dice el presidente Trump al pie de la letra”, dijo Johnson. Añadió que preocupa a Trump la corrupción en Ucrania y quiere que los aliados europeos incrementen su ayuda. “Nada de esto me sorprendió”, dijo.
Otro aliado de Trump, el senador David Perdue, dijo que "nada en esta llamada telefónica está a la altura de eso (juicio político)", aseguró.
Varios republicanos influyentes optaron por poner en duda al denunciante.
El senador Chuck Grassley dijo: "no quisiera apresurarme a sacar conclusiones al leer algo que alguien escuchó decir a alguien de segunda o tercera mano".
Otro revés en “su” lucha contra los inmigrantes
El Congreso de Estados Unidos aprobó una resolución conjunta del Senado y la Cámara Baja, la segunda en idéntico sentido, contra la emergencia nacional decretada por el presidente Donald Trump para desviar fondos para la construcción de un muro en la frontera con México, aunque se descuenta que el mandatario volverá a vetarla. La Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, votó ayer por 236 votos sobre 174 el texto legislativo contra la emergencia nacional. La mayoría ganadora incluyó a 11 legisladores republicanos y al independiente Justin Amash, antes alineado con el bando conservador. El mandatario pretendía reunir 6.600 millones de dólares para el muro.