El que golpea primero golpea dos veces. Así razonó Mauricio Macri para inclinarse por sorprender en su cuarto día como presidente con el objetivo de encontrar una solución provisoria para el irregular funcionamiento de la Corte Suprema de Justicia, la cual desde el viernes último tiene sólo tres de los cinco miembros que indica la ley (Ricardo Lorenzetti, Elena Higthon y Juan Carlos Maqueda).
El baldazo de agua fría no sólo es para los integrantes de la Corte, que habían recibido la consagración de Macri en las urnas, en el balotaje del 22 de noviembre, con un fallo que dejó en shock al nuevo presidente: la restitución a las provincias de San Luis, Santa Fe y Córdoba del 15% de la coparticipación. El efecto sorpresa de la jugada de la Casa Rosada también está destinado al justicialismo-kirchnerismo, ya que el antiguo oficialismo controla con holgura el Senado nacional (donde Cambiemos -radicales y macristas- están en una situación de franca debilidad), la Cámara que debe darle aval definitivo a la próxima integración del Alto Tribunal.
La decisión de Macri tiene, empero, un tiempo acotado de vigencia. Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz podrán formar parte del Tribunal Supremo sólo por unos meses. Una vez iniciado el período de sesiones ordinarias del Congreso -el 1° de marzo- la comisión de Acuerdos del Senado comenzará a tratar los pliegos de los dos jueces que por ahora trabajarán en “comisión”, como dice el inciso 19 del artículo 99 de la Constitución, un atajo que los presidentes han evitado utilizar desde el retorno democrático. Pero ni al macrismo ni a la nueva oposición peronista se le escapa el dato crucial de que tanto Rosatti como Rosenkrantz estarán a merced de lo que definan los senadores del FpV, bancada mayoritaria ya que tiene 42 de los 72 escaños.
Ante la posibilidad tan concreta de que el FpV utilice su mayoría para bochar a los dos elegidos por Macri, en Cambiemos se evalúa abrir una negociación más generosa, donde todos puedan ganar. La misma consistiría en enviar una ley al Congreso para ampliar el número de integrantes de la Corte y llevarla de los cinco actuales a siete. En este caso, Macri podría ofrecerle al peronismo dos vacantes a consensuar, a cambio de que le aprueben los pliegos de Rosatti y Rosenkrantz.
La decisión de Macri busca remarcar su autoridad presidencial pero no está claro que vaya a servir para instalar un clima de concordia con los otros dos poderes del Estado que ayer se vieron alcanzados por una jugada que podría lesionar la institucionalidad, en lugar de fortalecerla.
De hecho anoche nadie en el FpV tomó de buena manera la decisión del Presidente de hacer de cuenta de que el Congreso está paralizado y de no convocar a sesiones extraordinarias para definir los temas pendientes, no sólo las vacantes de la Corte. En Tribunales, en tanto, lo que más “ruido” generó es que la jugada de poner jueces en comisión va en contra de los últimos fallos de la actual Corte Suprema (festejados por el macrismo) como el que bochó la lista de conjueces votada por el Senado K para integrar el Máximo Tribunal, por entender que no contaron con los dos tercios de los votos que exige la Constitución, o el que frenó la ley de Subrogancias, por considerar que el mecanismo sancionado por el kirchnerismo para nombrar conjueces violaba la garantía constitucional del juez natural.