Aunque la modestia reinó a la hora de las evaluaciones preliminares, el entorno de Cornejo estaba exultante tras la finalización de la cumbre del BID. Desde lo estrictamente político, ya el hecho de que sesionara en Mendoza fue considerado oportunamente un gran logro.
Pero tras 4 días de paneles y charlas, los anuncios oficiales prometen U$S 600 millones de financiamiento para la Provincia en diversos sectores.
Desde infraestructura básica hasta el desarrollo de la industria audiovisual como aporte concreto a la diversificación de la matriz productiva, aunque sin descuidar la producción primaria o el bonus track que significan los U$S 700 mil extra para innovación escolar.
El selecto auditorio internacional (con el presidente del BID a la cabeza, Luis Moreno, el propio Macri y un puñado de sus ministros, así como gobernadores e intendentes), le dieron a Cornejo la ocasión de mostrarse no sólo como lo que es, referente oficialista y jefe de la UCR, principal socio de Cambiemos; sino también de lo que pretende ser.
Esta semana de anfitrión tuvo el calce perfecto para las aspiraciones de un gobernador “exitoso” como lo definen en Casa Rosada; pero también para un político ambicioso, que busca ahora trascender como líder nacional, desde su estilo y con su obsesión inicial: la gestión y el orden para “el buen gobierno” lo que implica mucho de temple y otro tanto de plata.