Cuando las agujas del reloj marcaban las 18:32 en punto, el árbitro Pablo Echevarría de Bell Ville, sonó fuerte el silbato y señaló la mitad de la cancha. Ese silbatazo se clavó en el corazón del hincha Cruzado.
Ese corazón que se fue desangrando de a poco. El mismo que dejó de latir hace varias fechas. El que no tuvo rebeldía. El que bajó los brazos.
El que, ahora, descansará un tiempo y tendrá que replantearse muchas cosas de cara al futuro. Deportivo Maipú, ese equipo que arrancó la temporada con el traje de candidato, le dijo adiós al sueño de recuperar su lugar en la B Nacional.
Quedó eliminado en su propia cancha. Ni el más pesimista se imaginaba algo semejante. Las lágrimas del juvenil Sebastián Carrasco fueron un fiel reflejo del sentimiento Cruzado. Decepción. Tristeza. Desilusión. No caben más adjetivos.
El Botellero no estuvo a la altura de las circunstancias y por eso se despidió antes de tiempo. La eliminación no se produjo ayer ante el elenco de Catamarca. Se fue gestando desde la primera rueda, cuando dejó de convertir su casa en un “fortín” y cualquier equipo se animó a faltarle el respeto.
Excepto con Gimnasia y los riojanos, perdió con Unión, Juventud y Estudiantes. Como si esto fuera poco, sólo igualó contra el “Santo”.
En este tipo de torneos, la localía es clave y Maipú falló en los momentos decisivos. El plantel, por nombres y trayectoria de sus jugadores, permitían soñar en grande pero los rendimientos individualidades dejaron mucho que desear.
Es más, muchos, mostraron un estado físico lamentable. Sólo destacable la regularidad de Barth, Murcia, Imbesi, la aparición del chico Carrasco, la consolidación de Montaña y no mucho más.
Por esta razón, Carlos Sperdutti nunca pudo encontrar un equipo ideal. Habría que repasar y mucho para encontrar dos formaciones iguales. Así, es casi imposible luchar por el gran objetivo. Se esfumó el primer ascenso y también se escapó la posibilidad de pelear en los play off.
Más allá del pobre nivel del equipo, ni la suerte acompañó al Cruzado, porque si Matías Guerra, ese jugador que fue figura en la primera rueda y ayer fue cuestionado desde los cuatro costados de la cancha, hubiese concretado el penal a diez minutos del final del partido, la historia en este momento sería totalmente diferente.
Pero falló (se lo atajó Sixto Espeche) y el Botellero le dijo adiós al gran sueño: Maipú le dijo adiós a la Primera B Nacional.
"Que se vayan todos..."
Así fue el grito de protesta de casi 200 hinchas Cruzados que se quedaron al final en la popular; ya con la eliminación retumbando en cada rincón del estadio Omar Higinio Sperdutti.
Obviamente, la bronca era con todo el plantel pero principalmente todos los insultos fueron para Matías Guerra, jugador que falló otro penal clave. Vale recordar que el último miércoles por Copa Argentina, el Cruzado derrotaba a Alianza de Moldes por dos a cero con un hombre de más, sin embargo, el elenco cordobés, logró la igualdad y lo derrotó por penales 5-3, fallando Matías Guerra su disparo.
Cuando se retiraba el grueso de al hinchada, se produjeron algunos intercambios de insultos con gente que apoyaba a los hermanos Sperdutti.
Cuando se retiraba el público de la popular local, comenzaron a tirar algunos piedrazos y la policía reprimió con gas pimienta, balas de gomas y algunos gases lacrimógenos.
Desde adentro del vestuario se sentían insultos, corridas, portazos, entre allegados, colaboradores y directivos del Cruzado. También hubo insultos para los catamarqueños, que habían jugado como ‘una final del mundo’ lo que llevó a la gente de Maipú a interpretar que habían jugado incentivados.