Una convicción que se torna perniciosa en la Lepra

Independiente se aferra a una idea de juego y a un esqueleto que lo expone demasiado a cambio de escasos beneficios.

Una convicción que se torna perniciosa en la Lepra

No puede recaer cuestionamiento alguno sobre todas aquellas determinaciones que se toman bajo una convicción. Es cierto que sólo se equivocan los que hacen, los que asumen riesgos y por eso son los más propensos a la crítica. Y a esta altura del torneo, los detalles pueden transformarse en determinantes.

Hay una decisión, en un principio del cuerpo técnico comandado por Martín Astudillo, de armar un plantel bajo el dibujo táctico del 4-3-3 que lo identificaba.

Esto no podía hacerlo Astudillo sin un consentimiento de los dirigentes. Salió todo muy bien en la primera parte. Pero en este 2017 todo fue pobre a tal punto que no se ganó ningún partido.

Esta magra cosecha provocó la salida del profeta pero no fue la muerte de la idea. Desde la dirigencia hay un convencimiento de que el esqueleto y las formas son las correctas. Había que buscar un técnico más intenso en su prédica, con mayor poder de convencimiento. Se remarcaba la calificación de “intenso”. Y por eso llegó Alfredo Berti.

El Loco se puso al frente del plantel y con diez días de trabajo a cuestas no pudo siquera maquillar al Azul. Tan floja fue la primera presentación de Berti que el interrogante se desprende casi de manera inevitable: ¿es realmente este 4-3-3 el molde apropiado para buscar la permanencia? Ante Santamarina, el equipo no sólo que no mostró ninguna evolución sino que evidenció groseros retrocesos sobre todo en la faceta defensiva.

Esa famosa “intensidad” brilló por ausencia y la situación comienza a ser angustiante sabiendo que hay que ganar por lo menos nueve de los quince encuentros que restan.

Además, se da un dato hasta curioso: Independiente no marca goles producto de sus métodos: romper por las bandas, sucesión de pases y control de la posesión del balón.

Los tantos del Azul en el torneo se convirtieron, en su mayoría, por destellos de jerarquía individual: zapatazos de más de treinta metros (González, Tarragona, Cardozo), por errores no forzados ajenos o por pelota parada. Pasan los DT. El dibujo no se mancha.

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