El papa Francisco volvió a poner de manifiesto su preocupación por la realidad social del país y por la situación que padecen tantos argentinos “llagados” por no tener empleo o por no tener la posibilidad de ganarse con dignidad el pan de cada día.
El Pontífice argentino demostró, una vez más, que está atento a lo que pasa en su tierra natal y que no duda en interpelar a sus dirigentes cuando percibe que gran parte de sus compatriotas quedan al margen de un proyecto inclusivo de país.
Esta vez el Papa mostró su cercanía mediante una carta, en vísperas de la fiesta de San Cayetano, en la que advirtió que los índices de desocupación siguen siendo “significativamente altos” en el país y exhortó a fomentar la cultura del esfuerzo.
En la misiva dirigida al presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, el Pontífice aseguró también que el trabajo, junto a las otras dos T de techo y tierra, está en el entramado básico de los derechos humanos.
Asimismo, destacó que ganarse el pan trabajando dignifica y manifestó, entre líneas, su preocupación por la perpetuidad de los planes sociales que socavan la cultura del trabajo y pueden limitar las libertades.
No es casual la advertencia de Jorge Bergoglio. Los informes que recibe desde Buenos Aires sobre la realidad del empleo en el país no son alentadores.
El gobierno de Mauricio Macri admitió que en los primeros cinco meses de este año se perdieron más de 52.000 puestos de empleo en el sector privado, mientras los sindicatos estiman que hubo unos 200.000 despidos en los sectores privados y públicos desde el inicio de la gestión de Cambiemos.
Un estudio de la UCA reveló, en tanto, que a fines de 2015 al menos un 9,4% de la población estaba sin trabajo, un 15,6% realizaba actividades de escasa remuneración, alta inestabilidad o eran beneficiarios de políticas de empleo y un 31,9% poseía un empleo precario.
El momento elegido
Tampoco es casual que la carta del Papa llegara en vísperas de la fiesta religiosa de este domingo en honor de San Cayetano, cuando organizaciones sociales, políticas y sindicales harán una marcha contra “el ajuste” desde el santuario de Liniers hasta la Plaza de Mayo.
Menos aún que esa movilización esté organizada por la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (Ctep), a cuyo presidente Juan Grabois -uno de los referentes sociales más críticos de la gestión del gobierno- el Papa nombró recientemente consultor del Pontificio Consejo de la Justicia y la Paz.
La carta del Papa sobre la dignidad del pan y del trabajo conlleva, además, un mensaje en dos direcciones. Por un lado, una exhortación al gobierno de Macri a poner inteligencia y creatividad para cuidar y ampliar las fuentes de empleo. Por otro, un pedido a los obispos para que acompañen las demandas de la gente en un contexto de crisis.
La Casa Rosada pareció no asumir el impacto del mensaje entre líneas de Francisco y prefirió rescatar las palabras del Pontífice en cuanto a la necesidad de ganarse el pan con el propio esfuerzo. “El Papa describió que quien paga el pan con esfuerzo propio tiene otro saber, es así”, subrayó Macri al anunciar la reforma del sistema de salud.
Los obispos, en tanto, potenciaron la exhortación del Papa al afirmar que el empleo justo y bien remunerado es el que marca el nivel moral de crecimiento y equidad social de un país, y ratificar que de la pobreza no se sale con planes sociales.
Uno fue monseñor Arancedo, quien sostuvo que “los planes de subsidios son necesarios para una coyuntura, pero no son expresión de una sociedad madura y justa”.
En la misma línea se pronunció el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano: “Los planes asistenciales son necesarios pero deben ser temporarios. El camino para salir de la pobreza es el trabajo dignamente remunerado”, aseveró.
Fuente: DyN