La palabra la impuso Cristina Fernández y no hizo más que generar polémica sobre un tema tratado con superficialidad y benefició a que el discurso de los candidatos transcurriera sobre el aumento de venta de las segundas marcas, algo que pasó siempre en cada crisis. Durante las cuatro recesiones que se desarrollaron bajo la administración K, también subió el consumo de las marcas cuchuflito. Ayer en Mendoza, Cristina Fernández volvió a explicar, a su modo y con sus argumentos, lo que sucede con las segundas marcas.
Pero sí sirve la palabra para poder describir con precisión el tono que está teniendo la campaña que se libra antes de votar en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO). No sólo a nivel de los candidatos presidenciales, los que quieren ser legisladores tampoco están contando demasiado qué piensan hacer en el Congreso.
Vamos por parte. Cristina simplificó una discusión de fondo. Mucha gente desde hace tiempo compra segundas marcas, más allá de quién las elabora. El problema principal es la concentración que hay en el mercado. Un estudio realizado por la consultora Focus Group que dirige Damián Di Pace, indicó que al analizar la participación de los tres mayores fabricantes por categoría, se observó que en el rubro pañales, los tres más fuertes se llevan el 97% del mercado, en cerveza el 97% también, en detergentes el 94%, jugos en polvo 93%, gaseosas 91%, café 87%, yogures 83% y leche 70%.
El informe señala también que en el rubro alimento, el 60% de la participación del mercado le pertenece a 18 empresas, sobre un total de 260 firmas. El 7% de los fabricantes se llevan el 60% de la facturación.
Cristina, en su administración, no hizo demasiado por desarmar este esquema. Tampoco Macri está priorizando resolverlo.
Para cerrar, las pymes que en su mayoría producen marcas pindonga y cuchuflito son importantes en el mercado laboral. Las empresas con menos de 100 trabajadores representan el 51% del total del empleo privado.
Sin hablar de lo importante
La campaña pindonga hace que no se hable de lo que sucederá después de las elecciones con varios temas urgentes. Dos muy sensibles: tarifas y dólar. Ambos, terminan imponiendo el debate sobre la inflación la que no da tregua: llevamos 15 años (2007-2019) con mediciones anuales superiores al 15%.
Algunos economistas alertan que la “pax cambiaria” y la inflación anualizada del 55,8% está generando atraso y afirman que el precio del dólar debería estar cerca de los $ 55.
También está la medida populista de congelar tarifas de servicios hasta las elecciones. Sobre este punto hay que tener muy claro un par de aspectos centrales. Por un lado, seamos conscientes que deberíamos estar pagando más por los servicios y no lo hacemos porque se decidió postergar las subas, no porque no tendríamos que abonar con incrementos los servicios. Por otro, si el dólar sube después de las elecciones repercutirá en las tarifas. Cuánto impactará todo lo congelado este año en el bolsillo no está claro. Algunos arriesgan que si el dólar llega a fin de año a $ 51, el reajuste oscilaría entre el 16 y 20% por el componente dolarizado que tienen las tarifas de servicios. Entonces, tenemos una olla a presión fogoneada por el atraso tarifario y cambiario.
Lo que viene
Si bien el presidente Macri afirmó que no iba a tomar atajos en su programa económico, además de congelar tarifas para que baje la inflación, se vio forzado por las elecciones a implementar distintas medidas para fomentar el consumo. Los remedios que decidió aplicar son similares a los que el kirchnerismo utilizó en su gobierno: precios cuidados/esenciales, Ahora12/18, créditos Anses, suba de la Asignación Universal por Hijo, subsidio para que repunte la venta de autos y otras medidas similares. ¿Qué pasará con el consumo cuando nada de esto exista? ¿La economía por sí sola pondrá $ 200.000 millones en el bolsillo de los argentinos para mover el consumo?
Entonces tenemos: políticas activas para subir el consumo que no se sabe si seguirán, atraso cambiario lo que implica una devaluación del peso antes o después, descongelamiento de tarifas e inflación en alza. Alguien tendrá que sacarle presión a la olla.
Todo esto impactará como siempre en los salarios, en la actividad y en la ocupación. El gobierno local destacó que en un año se crearon 24 mil puestos de trabajo, entre el primer trimestre del 2018 y el mismo período de este año. También sucedió que Mendoza duplicó la cantidad de gente que busca trabajo (desempleados), pasó de 18.000 a 40.000, producto de la inflación según la interpretación oficial. En el lote de 9 aglomerados urbanos con más de 500 mil habitantes que mide el Indec, el Gran Mendoza es el segundo lugar, después de los Partidos del Gran Buenos Aires, que más incrementó la cantidad de gente buscando empleo.
La Encuesta Permanente de Hogares del primer trimestre del 2018 frente a la de los primeros tres meses de 2019 también indica que hay 43 mil personas más que tienen trabajo y buscan otro empleo, de 72 mil se pasó a 173 mil. Se sumaron además otras 8 mil que están subocupadas a las 54 mil que había y ahora el número llega a 62 mil.
Así llegamos a un escenario en el que tampoco sabemos demasiado sobre las propuestas de los candidatos referidas al debate que se viene sobre la reforma laboral y previsional.
En 8 años, la inflación acumulada llega al 866% con un promedio anual del 33% y el PBI fue 1,7 negativo cayendo 0,2 por año. En cuatro años las tarifas subieron 550%, el dólar 400%, la inflación 240% y los salarios 200%. Entre 2020 y 2023 el PBI per cápita debería crecer 3,7 por año para recuperar el nivel del 2011.
Entre candidatos pindongas y cuchuflitos nos encontramos que no sabemos nada sobre lo que sucederá con temas clave como tarifas, empleo y crecimiento económico. Pueden ser otros también: seguridad, salud, educación y distribución del ingreso.
La falta de respuestas es grave, esta semana se supo que el porcentaje de gente pobre nunca logró estar por debajo del valor que había en 1983, algo menos del 20%, y hoy estamos en el 35%. Desde que volvió la democracia la política y sus decisiones no han podido bajar el índice y mientras tanto las personas van quedando en el camino.
Hay más, un informe de la consultora Ecolatina tiene datos crudos sobre la vida de los argentinos y la economía. Así tenemos que un chico de 10 años vivió la mitad de su vida en recesión económica, un adolescente de 20 el 45%, una persona de 30 años el 40% y pone más ejemplos. ¿Quién aguanta esto? ¿No es mucho?
Decir que si unos ganan garantizan el sistema democrático y republicano, no implica que no tengan que explicar qué va a suceder con estos temas, lo mismo tienen que hacer los que advierten que en los últimos cuatro años la gente empeoró su calidad de vida.
Nada parece indicar que los argentinos vivamos la última crisis. Más allá de la descripción de los problemas, no se saben las soluciones.