Cuando la vocación es grande surgen proyectos que marcan la diferencia. Tal es el caso de Ariadna Nocera (29), una mendocina que vive en Puerto Madryn, ciudad a la que migró en 2006 para estudiar la licenciatura en Biología Marina.
Allí conoció a su pareja, Gonzalo Bravo, con el que comparte la profesión. A mediados de 2013, cuando ella se recibió y él estaba próximo a hacerlo, surgió la idea de realizar un viaje en auto (una break Renault 12 modelo '86).
Fue entonces que Ariadna propuso "hacerlo pero relacionado con algo que tenga que ver con la biología marina". Lejos de las estructuras metódicas típicas de los científicos, se animaron a recorrer Sudamérica durante un año y medio para registrar la fauna marina sin más plan que seguir las rutas que bordean el mar.
Trabajaron en conjunto con Federico Márquez, Gregorio Bigatti y Martín Brogger, creadores del Proyecto Sub, que tiene como objetivo promover la transferencia del conocimiento científico de invertebrados marinos hacia la sociedad, con el fin de fomentar su conservación.
Hoy, las imágenes que registraron en forma “casera” para difundir entre colegas e interesados en la biología marina integran una serie documental realizada por el Conicet que se transmitió por la Televisión Pública
“Proyecto Sub” se emitió el último sábado en la Televisión Pública. Los dos capítulos se pueden ver en YouTube.
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-¿Cómo surge la idea de enfocarse en la biodiversidad marina?
-Acá (en Madryn) es muy conocido el Proyecto Sub, hay carteles pegados en todos lados, hasta en el muelle. Así que nos contactamos con sus creadores y eso nos permitió tomar contacto con biólogos y universidades de Sudamérica. Eso nos facilitó mucho todo.
-¿De qué manera solventaron el viaje?
-Empezamos pidiendo fondos a través de Ideame, que es una plataforma de financiamiento colectivo. Eso nos llevó a dar a conocer el proyecto, por lo que muchas empresas nos brindaron materiales, como videos o juegos, para difundir el conocimiento sobre el tema en todos los lugares que fuéramos a visitar. También nos hicieron entrevistas en la televisión para que la gente viera que era algo serio y que no íbamos a desaparecer con el dinero.
-¿Llegaron a juntar todo lo que necesitaban?
-Fue más bien un impulso para arrancar el viaje. Si salimos de acá con 5 mil dólares es una guasada. Tampoco hemos sacado cuentas de cuánto gastamos en total, porque todo se fue acomodando.
-¿Dónde empezó el viaje?
-Salimos desde Madryn a Buenos Aires y, como yo soy de Mendoza, cruzamos en forma transversal hasta ahí, donde hubiésemos querido dar charlas, pero eran las vacaciones de invierno y, apenas abrió el túnel, salimos hacia Chile. Después visitamos Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil y Uruguay. No pasamos por Bolivia porque no tiene mar. Por Guyana Francesa y Surinam tampoco porque esa parte está llena de deltas de río y no hay rutas que atraviesen el país.
-¿Alguna anécdota en especial que recuerdes?
-Son muchísimas, pero más que una anécdota algo muy importante fue cumplir un sueño que era ir a Galápagos. Como bióloga marina era ‘el lugar’ al que quería ir, el que Darwin visitó y aparecieron las dudas que lo llevaron a desarrollar la Teoría de la Evolución. Conseguimos los pasajes baratos, pero no teníamos plata ni para estar un día y nos fuimos por un mes. Ahí conocimos gente que nos dio una mano terrible. Durante el viaje nos pasaron cosas lindas y otras negativas.
Más información en: www.proyectosub.com.ar/documental-proyectos-x-sudamerica
-¿Como cuáles?
-En Chile nos robaron a casi 2 meses y medio de haber salido. Rompieron el vidrio del auto y nos sacaron todo lo que tuvieron a mano: computadoras, un disco externo, mochilas, plata…
-¿Se llevaron algo del trabajo que ya habían realizado?
-Sí, perdimos todo lo que habíamos grabado hasta ese momento. Habíamos estado en Iquique y, si bien pasamos todo a un disco externo, también se lo llevaron. Nos robaron fotos, videos y juegos del proyecto que llevábamos para hacerles actividades a los chicos. Son cosas que para ellos no tienen ningún valor y para nosotros eran re importantes. Las deben haber tirado a la vuelta de la esquina.
-¿Cómo hicieron para seguir?
-Difundimos el robo que habíamos sufrido y la gente nos ayudó. En estos casos te das cuenta que son muchas las personas que viajan como vos y entienden lo que es vivir esto. Fue muchísima la ayuda que recibimos en Chile y eso nos permitió continuar.
-Además del conocimiento científico, ¿qué más te dejó el viaje?
-Yo creo que fue una superación en dos aspectos: a nivel pareja, porque pasás con el otro más tiempo del que uno tiene pensado; y en lo personal, los miedos y dudas que uno se plantea al principio no tienen nada que ver con lo que después pasa. Reflexionás sobre qué harías si ocurren ciertas cosas y al final es probable que se dé la opción que no pensaste y terminás improvisando. Eso me llevó a tener mucha calma y a tomar las cosas con espontaneidad y a improvisar, lo que fue algo nuevo para mí porque soy muy estructurada y estoy acostumbrada a planificar y a ser metódica.
-El material que registraron hoy forma parte de un documental. ¿Cómo fue el proceso?
-Nos llamaron del Conicet y nos compraron el material para editarlo y hacer algo más profesional. Yo no estaba en el país porque me había ido a hacer una maestría, así que fue mi pareja quien se encargó de todo, por eso él sale más. Yo hice algo por Skype y grabé algunos audios que les enviaba para que los incluyeran. El año pasado pasaron el documental por canal Encuentro y ahora lo están haciendo por la Televisión Pública. Pero en Madryn lo han pasado muchas veces, inclusive por los canales locales.
-¿Cómo siguen tu vida y tu profesión ahora?
-Hace dos meses volví a Madryn. Los dos nos fuimos a vivir a Quebec, Canadá, para hacer la maestría en Oceanografía. Allá aprovechamos para presentar nuestro trabajo y difundirlo, porque está muy bien visto. Además, la biología es un aprendizaje contante y la idea es estar en contacto con la gente local para seguir aprendiendo.