Ellos se atrevieron a imaginar que un cambio en Tupungato era posible a través de los libros. La empezaron a soñar en charlas de amigos y una tarde de marzo del 2003, la biblioteca popular Mirador de las Estrellas abrió sus puertas y ya no las volvió a cerrar.
Por entonces, apenas si llegaban a los 500 libros, reuniendo los stocks personales y los pocos que donó la comunidad. Hoy tienen unos 14 mil ejemplares inventariados, 2.700 socios inscriptos y una gran trayectoria construida a fuerza del trabajo de sus voluntarios.
Por estos días, 'los chicos de la biblio' -como ya los conocen todos en el departamento- deben abandonar la 'casita' que los cobijó como sede durante los últimos once años. Su propietaria, que les había cedido el lugar en comodato, debe hacer uso de ella y ya puso en venta la propiedad.
Los plazos para estos gestores sociales se acortan y antes de julio del 2015 tienen que tener un nuevo sitio donde mudarse, para desalojar las instalaciones.
Aunque algo preocupada -o mejor "ocupada"- por los tiempos que apremian, la gente que conforma la comisión directiva de la biblioteca toma esta situación como la posibilidad de dar un paso más y tener "un hogar" propio, tanto para ellos como para la radio comunitaria Sin Dueño (97.1 FM) que comparte la misma dinámica y grupo de gestores.
Por ello, estos jóvenes hoy se han dado a la tarea de conseguir un terreno donde levantar la nueva sede. "Una vez que tengamos asegurado un lote, será mas sencillo conseguir el dinero para la construcción", expone Rubén Pérez, uno de los socios fundadores. En este camino, han rastreado sin éxito casas antiguas o construcciones que son significativas para la comunidad y han buscado inmuebles más o menos accesibles.
Con el aval de distintas instituciones de Tupungato y más de mil firmas de vecinos que no quieren perder este espacio, en agosto le presentaron notas al municipio y al CD, para pedirle que analicen la posibilidad de que transfieran para tal fin algún terreno estatal.
"Hemos mantenido reuniones con funcionarios municipales y nos han pedido esta semana para analizar qué terrenos tienen a disposición y cuál pueden destinar a la biblioteca popular", comentó Pamela Pizarro, una de las integrantes de la comisión. Además, van a encarar sorteos y eventos hacia el fin de año para recaudar fondos.
"¿Una biblioteca? Eso no va a andar acá, mejor poné un boliche", le decían algunos locales a Rubén en los inicios por el 2002, cuando intentaba contagiar su entusiasmo y sumar voluntades para el proyecto.
Él había trabajado en la biblioteca Julio Cortázar de Villa Fiorito, en Buenos Aires de donde es oriundo, y quería replicar junto a un grupo de amigos esa buena experiencia en estas tierras que adoptó como propias. Ya había comenzado con una biblioteca ambulante en su jeep. A poco andar, la realidad dio por tierras con los malos augurios y demostró que la comunidad tupungatina estaba sedienta de lectura.
De marzo a diciembre de ese 2003, se anotaron 367 socios. Las dos piecitas (después ampliaron) que alojaban los libros en Laprida al 23, de la villa cabecera, enseguida adquirieron ritmo y la mesa y tres sillas se llenaron de niños y jóvenes, quienes siempre han sido el público mayoritario de la entidad. Desde el primer momento, la institución se presentó de puertas abiertas. El grupo trabajaba con chicos de barrios alejados con talleres de lectura y artísticos.
La 'Mirador de las Estrellas' -es uno de los significados que se le da el nombre Tupungato- es una biblioteca, pero también un centro de encuentro y un generador permanente de acciones culturales en este departamento valletano.
En sus instalaciones, se han llevado a cabo talleres de literatura infantil, fotografía, ajedrez, arte plástico, de conciencia de género, de información al ciudadano y muchos más. Entre las propuestas, también cuentan con instancias de cine móvil y museos itinerantes, entre otras. Pero además, comparten experiencias con otras instituciones y son coorganizadores de eventos que ya son un clásico, como la Vendimia Obrera o el Día del Trabajador.
En Tupungato, sólo existe otra biblioteca, la municipal. Hoy la institución cuenta con 2700 socios, "aunque en realidad el número de activos en menor", señala Rubén. En el 2004, obtuvieron la personería jurídica y dos años más tarde la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) les dio el alta.
Por su trayectoria y funcionamiento, años atrás esta entidad que las nuclea a nivel país les otorgó la categoría A.
Los socios pagan 2 pesos mensuales y 20 anuales y la institución recibe subsidios y libros que otorgan los organismos provinciales y nacionales. "Tanto la biblioteca como la radio se mantienen por el trabajo de los voluntarios (son cerca de 10)", señaló Daniel Martín, también de la comisión directiva.