Son las 20 y todavía falta para que oscurezca, aunque la luna asoma brillante sobre el cielo despejado. Valentina Grosky (10), Bianca Astudillo (11), Delfina Montivero (11), Fabián Cordero (11) y Tomás Toribio (11) son algunos de los 50 chicos invitados el viernes por la Municipalidad de la Ciudad a vivir "Una noche en el museo", actividad gratuita con inscripción previa, pensada para los niños en vacaciones.
Llevan una mochila de explorador, una linterna, un anotador y una lapicera. Están preparados para registrar cualquier hallazgo que se cruce en sus caminos. Dispersos junto a sus padres en la plaza Pedro del Castillo, han sido advertidos de que, para transformarse en los custodios de la Ciudad, antes tendrán que superar una aventura con distintas postas y atravesar una ceremonia de iniciación que los coronará.
Ingresan al Museo del Área Fundacional divididos en grupos de 10, cada uno comandado por un profesor de gimnasia. Sus familias volverán a la medianoche a buscarlos. La sala está casi a oscuras. Es poco lo que puede verse. La curiosidad es compartida entre todos por igual. Hay risas, empujones y cuchicheos hasta que Natacha Gabrielli (38), guía histórica, los sumerge en un viaje en el tiempo.
Con ayuda de cinco gigantografías en las que hay representados personajes de otra época, narra los orígenes de Mendoza y quiénes fueron sus protagonistas. "La arqueología es la encargada de estudiar el pasado a través de las cosas", les dice y luego señala los objetos que simbolizan a cada figura y que serán, al mismo tiempo, los encargados de sumergir al grupo en la misión de preservarlos.
Una camiseta andina típica de los huarpes, una espada con la que los españoles atacaron a los indígenas, un yelmo con el que se protegían la cabeza los soldados durante la conquista territorial, el acta de fundación con los planos de la ciudad y la cruz de la Iglesia católica, son entregados a los chicos para ser trasladados al laboratorio del Centro de Investigaciones de las Ruinas Jesuitas de San Francisco.
Los misterios de las ruinas
A Delfina y Fabián les toca distribuir fuerzas y llevar juntos una de las cinco cajas. No saben cuál de los objetos tienen que proteger porque eso es secreto pero, por el peso y la dificultad que les acarrea, suponen que se trata de la espada. "Esto es muy divertido", dicen antes de llegar a la entrada de los restos de la estructura edilicia que quedó en pie tras el terremoto del 20 de marzo de 1861.
Los chicos dejan las cajas a un costado de la explanada que hay entre las ruinas y el laboratorio y son recibidos por Vanesa Guajardo (31), que es historiadora, y el geógrafo Fernando Hernández (43). Ambos son miembros del equipo interdisciplinario que dirige Horacio Chiavazza, el director del museo. Mientras se acomodan en ronda, los investigadores explican sobre la actividad que realizan diariamente.
Describen que el Área Fundacional tiene tres objetivos: investigar, conservar y exhibir.
Los dos primeros se hacen en las ruinas donde trabajan rescatando objetos y reacondicionándolos. Mientras que los resultados son expuestos en el museo. Valentina y Bianca se miran con complicidad: ya saben que cuando sean grandes estudiarán arqueología.
Todos escuchan atentamente, fascinados por el fuego que arde al centro. Y mientras comen panchos asados a la parrilla y toman gaseosa se animan a contar historias de misterio y terror. La noche, la muerte y los cadáveres brindan mística a los relatos tramados en torno al fogón.
Tomás recuerda que una vez estaba en su cama y apareció sentado en el sillón de la cocina. El grupo se ríe, preguntándole si no sabe que es sonámbulo y él se defiende contestando con un "no" rotundo. "No me lo van a creer, pero una vez entramos a una casa abandonada con unos amigos y dejamos una botella sobre una mesa que se movió sola. Después salimos corriendo y le tiramos piedras a las paredes", relata Fabián.
El tesoro y el teatro
Después de cenar, los exploradores se aproximan a las cajas y descubren que han sido profanadas. En su lugar aparecieron pistas. Se inicia así una divertida búsqueda del tesoro que les permite conocer los pasadizos y recovecos de las ruinas. Con los objetos nuevamente en su poder se reúnen frente al fuego a reflexionar y observan a los lejos a un monje que camina llevando una antorcha.
Tras esa misteriosa aparición deciden volver al museo. Al ingresar a la recepción notan que la luz se extinguió por completo y que por el interior del salón circula una neblina de humo.
De pronto sienten un grito y una luz roja se enciende en un solo sector. Las gigantografías toman vida e, interactuando con los chicos, escenifican momentos cruciales de la lucha entre conquistadores e indígenas.
"Estamos en esta tierra, acrecentando la presencia gozosa de la vida, buscando un sol de libertad creciente, en la niebla de pérdidas y de heridas", gritan los actores del elenco Las sillas, tras interpretar la obra Huellas. Al finalizar se acercan a darles un saludo a los valientes custodios y entregarles una medalla con la que formarán parte del batallón que protege el patrimonio de Ciudad.
Para tomar conciencia y cuidar el patrimonio
Mariana Juri, secretaria de Cultura, Turismo y Desarrollo Económico de la Ciudad, explicó que "Una noche en el museo" es una de las actividades más novedosas y esperadas por el equipo de la Municipalidad. "Nuestra intención ha sido insistir en el cuidado del patrimonio en un momento en que se están haciendo tantas obras de renovación urbana", indicó.
"Les entregamos un certificado y una medalla y los constituimos en guardianes del museo porque lo que pretendemos es que sean custodios del trabajo invertido, que tomen conciencia de la historia y los orígenes de la Ciudad. Es muy satisfactorio para nosotros porque notamos el interés que hay en los chicos por la arqueología, lo patrimonial y lo histórico", señaló Juri.
La funcionaria detalló que se pueden inscribir en el edificio municipal (9 de Julio 500, séptimo piso) los chicos de 10 y 11 años de toda la provincia. Es gratis y el cupo es limitado.
Las nuevas ediciones continuarán haciéndose en verano el 25 de enero y el 8 y 15 de febrero. "Lo hemos sectorizado en esas edades porque tiene un seguimiento pedagógico", explicó. Esta iniciativa, que comenzó en diciembre de 2017, ya lleva 10 ediciones en cuatro temporadas de vacaciones.
“Huellas”, una obra didáctica
Licia Kuhne, productora del elenco Las sillas, explicó que la obra Huellas cuenta con ocho actores en escena y que fue escrita por Pinty Saba.
Se trata de una propuesta creada con fines didácticos. Cuenta los hechos históricos en torno a la fundación de la ciudad de Mendoza, desde una perspectiva americanista y coloca a los espectadores como conquistadores e indígenas. Ya tiene 20 años de trayectoria.