Los niños con dislexia son tan inteligentes como los demás, sin embargo su trayectoria escolar suele ser complicada: hacen un gran esfuerzo para adquirir conocimientos y seguir al grupo pero obtienen peores resultados simplemente porque no se les dan los medios adecuados para el aprendizaje.
Un equipo de la universidad de Carnegie Mellon de Pensilvania, Estados Unidos, creó una aplicación gracias a la cual podrán identificarse las dificultades de los niños antes de que estas tengan consecuencias severas en lo académico y psicológico. La intención es que sea una herramienta para docentes y padres para poder derivar al tratamiento cuanto antes.
La dislexia es una dificultad en la lecto-escritura que suele diagnosticarse en torno a los 7 u 8 años, cuando el niño ya está avanzado en la escolarización y comienza a presentar problemas en el aprendizaje
La licenciada en Lingüística y doctora en Informática española, Luz Rello lideró el trabajo y está de visita en Buenos Aires para participar del Simposio de Dislexia & Nuevas Tecnologías organizado por Fleni y de unas jordanas sobre el tema que organiza la Asociación de Dislexia y Familia (Disfam).
Rello es además fundadora de Change Dyslexia, un proyecto social en línea que desarrolla aplicaciones para ayudar a superar dificultades a estos niños.
La profesional señaló en dialogo con Los Andes que Dytective Test, es “el primer detector de dislexia que unifica juegos informáticos con inteligencia artificial”.
Explicó que cada persona tiene una interacción particular con el ordenador, hace un determinado uso. Lo que lograron es “un test que recoge medidas informáticas; es un juego lingüístico que es capaz de detectar riesgo de tener dislexia con un 90% de precisión después de 15 minutos de juego”.
Fue realizado por un equipo multidisciplinario, llevó dos años de desarrollo y fue probado en 10 mil niños con excelentes resultados.
“En la escuela no hay recursos para evaluar a todos (e identificar estos casos) entonces para disminuir el sufrimiento psicológico del niño el primer día de clases podemos jugar un juego (este juego) y detectarlo” para derivarlo a tratamiento con el especialista, detalló la española.
Están dándole los últimos ajustes y esperan que esté disponible en la red para noviembre. Para ese entonces podrá descargarse. Hasta tanto el equipo ofrece una dirección donde pueden anotarse los interesados y por la cual se les avisará cuando puedan acceder.
Es http://www.changedyslexia.org.
Aclaró que no reemplaza el tratamiento ni el diagnóstico con el especialista sino que dará herramientas y permitirá identificar más casos. Desde su punto de vista pone en valor el trabajo del profesional especializado.
Rello ya tiene un éxito anterior. Se trata de Piruletras, una aplicación en forma de juego creada para este mismo público. Luego de analizar los errores más frecuentes cometidos por niños con esta dificultad se desarrolló esta herramienta que les permite ejercitarse casi sin darse cuenta y obtener mejoras. Ya cuenta con 50.000 descargas en los últimos 3 años en 73 países.
“La mejora de los chicos tras utilizar Piruletras se observa en la ortografía tras 4 semanas de utilización”, señaló.
Puede descargarse en https://itunes.apple.com/es/app/piruletras/
Estigma
Gustavo Abichacra , pediatra y presidente de Disfam Argentina señaló que la prevalencia en el país es de 15% de la población.
“La trayectoria escolar es mala, es la primera causa de fracaso escolar en disléxicos”, señaló y al igual que Rello subrayó el impacto emocional que tiene para estos niños el no contar con un acompañamiento adecuado que fundamentalmente tiene que ver con un diagnóstico tardío.
“Se los termina estigmatizando como burros o vagos cuando lo que hay que darles son los medios”, subrayó el médico, lo cual afecta obviamente su autoestima. “Una persona ciega no es 'burra', solo que no puede leer como el resto” y agregó que en el caso del disléxico se trata de una dificultad o condición diferente del cerebro. Alrededor de 70% de los casos obedece al factor genético.
Rello explicó que esta dificultad tiene un origen neurobiológico, en su cerebro se activan partes diferentes cuando leen y escriben. Pero “en el sistema escolar para aprender algo lo tienes que leer y para demostrar que sabes lo tienes que escribir”.
Justamente es el medio de transmisión de contenidos lo que complica a estos niños no su dificultad para aprender.
Cuando no se reconoce el problema hacen un esfuerzo enorme sin buenos resultados, que además de su sufrimiento a nivel psicológico determina la repitencia o el abandono de la escuela.
El pediatra mencionó que los psicoanalistas o psicopedagogos suelen suponer que es un síntoma de otra causa, que es un problema familiar o un problema madurativo, entonces se les quita la oportunidad de recibir el tratamiento adecuado.
Justamente es la gran batalla de quienes trabajan con estos temas: llegar lo antes posible. Aseguraron que si bien no es algo que se resuelva, un tratamiento permite la adaptación en el proceso de aprendizaje para seguir con el.
Proyecto estancado
Un proyecto de ley que lleva el número 1680/15 espera tratamiento en el Congreso. Apunta a dar herramientas para dar respuesta a ciertas dificultades de aprendizaje vinculadas a la lecto-escritura.
Obtuvo media sanción en la cámara de Senadores en 2015 por unanimidad de votos. Sin embargo, en Diputados el tratamiento quedó estancado.
Gustavo Abichacra, presidente de Disfam Argentina explicó que el proyecto contempla fundamentalmente la formación de los docentes con herramientas para saber detectar y acompañar a niños que presenten dificultades de lecto-escritura como dislexia, discalculia y disgrafia.
Señaló que se trata de saber que por ejemplo sólo necesitan más tiempo o letras más grandes, que la transmisión de información se haga por otros medios y las evaluaciones sean orales, en definitiva buscar alternativas para que puedan adaptarse y hacer lo mismo que el resto de los niños.
Abichacra, subrayó: “algunos creen que es darles una ventaja pero en realidad es darles la posibilidad de adaptación, de ponerlos en las mismas condiciones que el resto para obtener los mismos resultados”.
Síntomas y signos de sospecha
Edad preescolar: habla como si fuera un niño más pequeño; tiene dificultad para llamar a las cosas por su nombre; tiene dificultad para hacer rimas; no puede seguir instrucciones.
Entre los 6 y los 11 años: presenta dificultad para vocalizar palabras nuevas; parece que se aburre o se muestra confundido con los libros; no recuerda detalles de lo leído; mezcla el orden de las letras.
De 12 a 14: lee de forma muy lentamente o demora mucho para realizar una tarea que requiere lectura; evita leer en voz alta. Dificultad para usar la palabra correcta (usa palabras que fonéticamente suenan parecidas); tiene problemas con los proyectos escritos (le cuestan expresar ideas por escrito, con ortografía, puntuación y gramática correcta); tiene dificultad en formar parte de un grupo (escuela, familia).
De 15 a 17 años: no comprende los chistes (en especial los sarcásticos y/o doble sentido), refranes y juegos de palabra. Titubea al expresar ideas de forma lógica; dificultad para leer mapas y aún confunde izquierda con derecha. Dificultad para aprender otro idioma, hasta lo asusta que sea de forma obligatoria.