Un voto de confianza para la democracia

A poco de cumplirse 36 años de la asunción de Raúl Alfonsín, reflexionamos junto a protagonistas políticos de las últimas décadas.

Un voto de confianza para la democracia
Un voto de confianza para la democracia

Luego de siete años de esa densa oscuridad nacida en los despachos militares, Raúl Alfonsín juraba el 10 de diciembre de 1983 como presidente electo de la República Argentina, con la misión de alumbrar el camino fangoso y con el fin de repavimentar la vida democrática. Nada ha sido sencillo desde entonces y cimentar este recorrido histórico es parte de nuestra tarea diaria como ciudadanos, asumiendo el compromiso civil que cada año electoral vuelve a tomar relevancia.

A poco de cumplirse 36 años de aquel hito, con Alfonsín colocándose la banda presidencial, este 2019 nos encuentra con cierta incertidumbre en cuanto a su desenlace político. Con esa vacilación sobre el futuro, pero con la firmeza de la continuidad de las garantías constitucionales, consultamos a varios protagonistas de la vida política de Mendoza en las últimas décadas para reflexionar sobre los desafíos que nos ha planteado la vida en democracia.

Juan Carlos Jaliff tiene un largo recorrido ejerciendo funciones ejecutivas y legislativas en el Estado provincial. El actual senador radical es materia de consulta permanente. Muchas veces tildado como "viejo lobo de mar", su saber lo lleva a celebrar nuestro tiempo: "Treinta y seis años de democracia ininterrumpida de por sí es muy bueno, pero creo que no se han cumplido las expectativas y los sueños que en el 83 teníamos todos".

Asumiendo su responsabilidad, quien fuera vicegobernador de Julio Cobos (2003-2007) afirma que esos sueños truncos "no son culpa de la democracia" y, en cambio, asume: "Es culpa de los dirigentes que no hemos sabido terminar con la pobreza y otras necesidades. Ha habido un retroceso en la calidad institucional, especialmente en la Justicia".

Jorge López, otro ex vicegobernador (1995-1999), aunque justicialista, también asume un tono crítico al repasar la historia, pero no pierde el ánimo de festejar las más de tres décadas de continuidad del proceso de democratización. "Sin dudas, es un avance institucional saludable para que sea el pueblo el que, en elecciones libres y limpias, asigne las más altas responsabilidades en el desempeño del Gobierno, en el contexto constitucional republicano", sostiene quien también ejerció como decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNCUYO.

El hombre que acompañó a Arturo Lafalla al mando del Ejecutivo provincial advierte: "La democratización de las formas de elección ciudadana de sus representantes es absolutamente necesaria pero no suficiente, dada la influencia que tiene el poder económico concentrado sobre las decisiones políticas, económicas, sociales y ambientales en nuestro país". Sin embargo, también deja un reto hacia adelante: "La democratización, que implica no tener otro interés que los del pueblo y la Nación, debe llegar a estos factores de poder que, como compensación final, obtendrán los beneficios de la vida democrática, sin corrupción e imposiciones, con honesta rentabilidad y crecimiento, fruto del comportamiento democrático".

Justamente, Lafalla también fue consultado para esta oportunidad y, si bien festeja como todos la posibilidad de ir a las urnas, también lamenta que tengamos una democracia "de baja calidad". "Es de baja calidad porque no logramos bajar la pobreza del 30 %, porque siguen faltando empleo, vivienda, seguridad, rentabilidad para nuestros emprendedores, por las crisis recurrentes que países vecinos no tienen", sostiene el exmandatario.

"No se fortalece la democracia solo con elegir nuevas autoridades. Tiene que ser para que hagan algo distinto de lo hecho hasta ahora. El primer pacto y cambio es a mi juicio un sistema de convivencia entre los sectores (políticos, sindicales, empresarios, entre otros) con sus respectivos intereses, hoy enfrentados, cuyo principal contenido es dejar de hacer trampas, todo tipo de trampas. Léase justicia independiente de todos los poderosos y controles en serio a los que ejercen el poder, tanto político como económico", deja como reflexión Lafalla.

Otras fuerzas

Más allá de la UCR y el PJ, la denominada "tercera fuerza" en la provincia, pese a su realidad actual, ha sido el Partido Demócrata, que tuvo que revisar su rol durante la última dictadura militar. Un representante histórico de esta agrupación es Gabriel Llano, que, siendo parte de la juventud "gansa", fue crítico de esa decisión histórica.

El exdiputado nacional remarca que este año electoral se da "en un contexto de gran desencanto, desánimo y escepticismo en la población". De todas maneras, no duda al sostener: "Bien se ha dicho que la democracia no es una buena forma de gobierno sino la menos mala de todas. Y si es la menos mala, es la mejor. También, con acierto, se ha afirmado que los males de la democracia solo se curan con más democracia".

Así, el referente del PD llama a "hacer lo que hay que hacer" y destaca: "Es imprescindible que una parte de la clase política argentina abandone sus prejuicios ideológicos y otra, que sabe lo que hay que hacer, tenga la valentía y el coraje de adoptar las políticas públicas que traen progreso a otros países, rompiendo las estructuras populistas que condenan al fracaso a nuestro país".

Por último, otra de las personas activas en la política provincial que vivenció todos estos años es Manuel Liberal, exlegislador y actual secretario general del Partido Socialista en Mendoza. El oftalmólogo aplaude las conquistas alcanzadas en estos 36 años, tanto en libertades individuales como en derechos para las minorías; sin embargo, enfatiza que la "gran deuda" es "mantener el modelo económico casi intacto desde la última dictadura".

"Manolo" ve como el flanco débil que hoy haya "más desocupados, pobres e indigentes que en el año 1983". Hacia adelante, de cara a la tarea que deberán ejercer los próximos gobernantes, Liberal asume que el mayor desafío será "lograr la mayor unidad para generar la mayor transformación posible".

"El tema es pasar de una democracia representativa a una democracia participativa. Sin democracia participativa, esto (la transformación) jamás se va a lograr. Tienen que participar todas la ONG, todas las instituciones sociales. Ese es un gran desafío", resume, por último, el dirigente.

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