Nada está definitivamente dicho de cara a la primera instancia electoral clave de las Paso del segundo domingo del mes próximo. Ni siquiera el futuro del precandidato que pretende configurarse como el principal opositor al oficialismo, Mauricio Macri, aun después del duro traspié de ayer.
El triunfo de Horacio Rodríguez Larreta supo a derrota para las aspiraciones presidenciales del ingeniero-jefe de gobierno porteño desde hace ocho años. Ciertamente, su delfín ganó, pero por un porcentaje que ni el propio Macri imaginaba, sobre todo después del abultado 20 por ciento de dos semanas atrás cuando la primera vuelta.
De cara a las PASO, nada puede exhibir Macri, ni siquiera en su cuna y baluarte desde hace una década, ante sus oponentes en la coalición Cambiemos, ni ante el conjunto de los ciudadanos que votarán el 9 de agosto, como para ser aceptado como El Opositor, que encarna El Cambio.
Hasta ayer, Macri, o el macrismo, parecían no poder trascender su condición de fuerza política porteña.
Los ensayos aliancistas para elecciones locales le permitieron apenas, contra sus aspiraciones de máxima, convertirse en cogobierno minoritario en Mendoza y terminar segundos en Santa Fe y en Córdoba, distritos numéricamente poderosos, en los que la pretensión era gobernarlos o cogobernarlos. Ayer, encima, quedó confirmado ante los ojos de todos que en su propia casa no tiene todas las llaves.
La elección porteña prueba, por otra parte, que la polarización no es una tendencia consolidadísima hacia las PASO, como lo perfilaban las doce elecciones locales anteriores.
Es cierto que la irrupción de Martin Lousteau como líder de la oposición en la capital puede entenderse como un fenómeno más de la política porteña. Pero también lo es que surgió sin que sus supuestos sostenedores a escala nacional (la UCR de Ernesto Sanz y la Coalición Cívica de Elisa Carrió, precandidatos ambos), se las hayan jugado por él. Aun cuando el radical apareció anoche en la tribuna celebratoria del Palais Rouge.
Tampoco Daniel Scioli puede concluir de la elección de ayer, última antes de las PASO, que el escenario de polarización que pretende tanto como Macri haya sido consolidado. Aunque, por cierto, nada de lo que políticamente suceda en el ombligo porteño pueda trasladarse al resto del país.
Cabe, en definitiva, esperar al primer paso, las PASO, dentro de tres semanas.