Durante la campaña provincial, el entonces candidato Alfredo Cornejo se cansó de insistir y delimitar responsabilidades respecto de un despegue económico de Mendoza per se. Apuntaba entonces que poco se puede hacer desde aquí cuando las variables macroeconómicas son manejadas desde la Nación. Y entre ellas incluía, el tipo de cambio, la instauración de impuestos como las retenciones a las economías regionales y hasta la posibilidad de emitir moneda o determinar el índice de inflación.
Sin posibilidad de decidir o influir en esos resortes, Cornejo aventuraba que la tarea de un gobernador -cualquiera sea- se ve condicionada por las decisiones de la Casa Rosada.
Por esos días, Cornejo se veía como futuro gobernador y abría el paraguas a la posibilidad cierta de convivir con un presidente de la Nación de distinto signo. Por ello, nunca dinamitó las vías de diálogo con Daniel Scioli, quien en un gesto a la inversa, ratificó que los compromisos asumidos con el candidato local del Frente para la Victoria (FpV), Adolfo Bermejo, se iban a implementar con Cornejo en el sillón de San Martín.
Ayer, la sonrisa de Cornejo en el escenario del búnker de Cambiemos en Capital Federal era superlativa. Sabe que a partir del 10 de diciembre no tendrá que negociar, ni acordar con un rival político las herramientas que Mendoza necesita de manera urgente tras 8 años de gobiernos justicialistas en la provincia. Por el contrario, asume que Mauricio Macri es un administrador obsesivo como él y además confía en haber explicitado lo suficiente las necesidades que las cuentas públicas locales tienen en los incesantes diálogos que han mantenido los ahora gobernador y presidente electos.
Por lo pronto, la futura relación Nación-Provincia entró ayer en una clara instancia de redefinición. Nobleza obliga, también hubiera sido así con un triunfo de Scioli. Pero al radical debería haberle resultado más difícil aquel escenario que este que se presenta hoy como más favorable.
En el plano de la inmediatez, está la refinanciación de la deuda de 2.400 millones de pesos con el Banco Nación que Francisco Pérez anunció como un triunfo hace un mes pero que hasta el día de hoy aún no se conoce su formalización y por ende ni plazos, ni condiciones, mucho menos la tasa de interés que el agente financiero le cobrará a la Provincia para alargar el cobro. Se trata de préstamos y sobregiros que permitieron el pago de los trabajadores estatales durante estos meses. Con el triunfo de ayer de Macri, se da por descontado largos plazos e intereses bajos, tal como era el plan original del equipo económico de Cornejo.
Otro aspecto son los adelantos por coparticipación que el gobierno nacional ha ido otorgando (y cobrando) para tapar agujeros domésticos. Es probable que ahora se firme algún acuerdo que permita que ese descuento no tenga tanto impacto en las cuentas locales, o que se lo incluya en la discusión de un nuevo esquema de coparticipación nacional prometido en campaña. Como contrapartida, se podría esperar también un mejor flujo de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), dispositivo discrecional con el que el poder central distribuye fondos de acuerdo a necesidades o criterios meramente políticos.
El entorno de Cornejo también se muestra entusiasmado por dos aspectos prácticos que tiene la victoria de Macri para Mendoza. En primer lugar, un factor externo que puede ser favorable para la atracción de inversiones internacionales, "un cambio de clima" según el propio Cornejo y su casi seguro ministro de Hacienda Martín Kerchner pudieron pulsar en ronda de negocio con inversores en su reciente visita a Estados Unidos. El otro, interno y directamente político, que es la habilitación de autorizaciones por parte del nuevo ministerio de Economía de Cambiemos para la emisión de deuda a las jurisdicciones provinciales. Recordemos que Mendoza tiene una autorización por ley de la Legislatura provincial para fondearse por 5.800 millones de pesos de los que Pérez tampoco ha podido conseguir nada por la negativa del ministro Axel Kicillof.
En el plano de la obra pública, Macri prometió la concreción de Los Blancos y Portezuelo de Viento y de la represas de contención aluvional Luján I y II, así como el regreso del tren a través del ramal General San Martín y la construcción de autovías que completen lo realizado en la ruta 7, principal vía de salida de la producción local. Respecto a la vitivinicultura, el acuerdo firmado con la Coviar buscará eliminar 250 millones de litros de excedentes vínicos, lo que se complementaría además con la eliminación de las retenciones para la vitivinicultura.
Le quedará a Cornejo el desafío de hacer un vínculo de cercanía política con Macri, una relación privilegiada que beneficie a Mendoza en vez del alineamiento con visos de sumisión que se insinuó con Julio Cobos (con Néstor Kirchner) y que se consolidó durante las gestiones de Celso Jaque y el propio Pérez (con Cristina Fernández). Ese uso inteligente de la relación no sólo le servirá como oxígeno para la supervivencia de los primeros tiempos, sino que lo diferenciará de la historia reciente que ayer el voto popular también quiso dejar definitivamente atrás.