En los últimos años, el primer trimestre de cada año suele ser muy caliente, pero no por el clima sino por el panorama, tanto en lo económico como en lo político. El mismo período de 2018 no se diferencia de otros períodos similares, aunque tiene sus propias características.
El período arrancó con la plena vigencia de una serie de reformas impulsadas por el gobierno, que tuvieron aprobación en el Congreso y, el medio, una reformulación de las metas de inflación que llevó a admitir que en los próximos tres años habrá un 10% más de inflación del calculado en forma original.
Este nuevo gradualismo en las metas de inflación supuso relajar un poco la presión de las tasas de interés que fija el Banco Central, lo que originó un reacomodamiento en el valor del dólar, pero muy limitado ya que el horizonte del primer semestre no es bueno para esperar un crecimiento fuerte del valor de la divisa norteamericana.
Es que para este período se espera el fuerte ingreso de las divisas provenientes de liquidación de exportaciones de granos. Además, ya están ingresando dólares de bonos de deuda emitidos por el Estado y pronto ingresarán otros, producto de la emisión de deuda privada. Además, el dólar está perdiendo valor en el mundo por lo que no tendría posibilidad de crecer mucho sino el serio riesgo de caer.
Por otra parte, según los anuncios previos, en el primer trimestre la población deberá afrontar aumentos en los valores de la luz, el gas, los combustibles, el transporte y la vigencia de aumentos en impuestos provinciales, mientras no se resuelven aún el grueso de las paritarias.
Este panorama asegura que en este período los índices de precio crecerán entre 6% y 7%, lo que implica consumir casi la mitad de la meta inflacionaria, en la que nadie cree.
Por ahora el gobierno pretende que las negociaciones colectivas cierren en 15% sin cláusula de ajuste, pero sólo consigue una gran resistencia toda vez que nadie cree en la pauta oficial.
El Relevamientos de Expectativas de Mercado (REM) que hace el Banco Central mostró un abanico muy disperso que oscila entre 18 y 22% para todo el año.
Por este motivo no hay que esperar que el Banco Central baje en forma muy acelerada la tasa de interés. En las operaciones del martes sólo bajó 1,5%, como se esperaba, pero no hay expectativas para que siga por el momento ya que la autoridad monetaria prometió monitorear los índices para evitar que crezca la inflación más allá de los límites razonables.