Un testigo enredado en un dilema moral

Se estrena “El vecino”, la última película del galardonado realizador rumano Radu Muntean.

Un testigo enredado en un dilema moral

Después de ser un desafortunado testigo de una pelea doméstica en su edificio de departamento y que terminó en asesinato, un hombre llamado Patrascu (Teodor Corban) se ve envuelto en la contradicción de seguir los hábitos de su conciencia o de prestarle atención a las actividades del verdadero homicida suelto por las calles.

Es el dilema moral de Patrascu la principal trama de suspenso del nuevo filme del joven realizador rumano Radu Muntean, quien se hiciera conocido en los circuitos festivaleros por sus películas “Martes, después de Navidad” de 2010 y “Boogie” de 2008.

Muntean, de 45 años, considerado uno de los directores más reconocidos de la nueva cinematografía rumana,  que este año participó como jurado de la categoría de cortometrajes en el festival de Cannes, presenta ahora a un antihéroe que tira y afloja en el medio de una situación incómoda: la de informar de un homicidio o quedarse en silencio  frente a lo que sucede un piso más abajo.

La cámara del director casi nunca sale del protagonista, Sandu. Su omnipresencia constante obliga al espectador a cuestionar cada uno de los pasos y decisiones que va a ir tomando el protagonista aunque también permite no juzgar sus motivaciones a priori.

La policía viene a cuestionar a los ocupantes del edificio y Sandu mantiene a su mamá y a su esposa alejados de estas complicaciones. 
¿Sandú está protegiendo a su familia o a él mismo?

Es este trasfondo que se trasluce en el nuevo cine rumano: la necesidad de dejar al descubierto cómo las personas se tratan entre sí como seres humanos, de una forma totalmente egoísta, eso de mantenerse con la cabeza abajo frente a las amenazas de un asesino o tomar decisiones para el bien de la comunidad.

Muntean, quien vuelve a trabajar detrás de cámara con sus colaboradores habituales, consigue un elocuente grado de minimalismo que nunca se presenta vacío o superficial.

Acá sus personajes son el foco central de la trama y ellos representan el reflejo de la sociedad rumana actual, en el que el dilema moral seudo dostoievskiano se convierte en el motor emocional del filme.

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