En un taller de carpintería y mimbrería lleno de herramientas y planchas de madera, Jorge Franco (34) y Javier Aguiar (32) trabajan para hacer pizarrones que se destinarán a un jardín de infantes. Ambos se autodefinen como “ex reclusos”, pero aseguran que en este momento trabajan duro para salir adelante y la forma que encontraron para ello fue participando del taller del liberado Fray Abel Abregú, que funciona en el convento de la Merced en Maipú.
Comenzó con sus actividades en octubre de 2014. El objetivo es brindar oportunidades para la reinserción social a las personas que en algún momento de su vida estuvieron privadas de su libertad. Para ello, van produciendo objetos que luego venden a la comunidad a través de encargos o en un salón de ventas ubicado en San Martín 33 de Maipú. Los días y horarios de trabajo son lunes, miércoles y viernes de 8.30 a 13.30.
“Los dos estábamos detenidos y cuando salimos nos ofrecieron entrar al taller”, relataron a dúo Jorge y Javier, que se unieron al proyecto hace cuatro meses. Lo que a ellos más les gusta es que se sienten apoyados y que pueden desarrollar una tarea que aprendieron mientras estuvieron en la cárcel.
“La verdad que está muy bueno poder venir a trabajar, pero nos estaría faltando vender un poco más”, reconoció Jorge, convencido de que cuando se conozca lo que hacen el problema se solucionará. “Queremos que la gente venga y vea que podemos volver a integrarnos a la sociedad y que somos capaces de hacer cosas buena”, remarcó Javier.
A su lado David Robledo, instructor del taller, destacó la buena predisposición tanto de ellos dos como de todos los participantes, que dependiendo de cada mes varían entre 10 y 15 personas. “Cuando vienen del penal tienen la cabeza revolucionada y acá nosotros tratamos de predicar con el ejemplo, que ellos mismos vayan viendo a otros chicos que ya salieron y les está yendo bien”, explicó el docente.
La modalidad de trabajo va variando ya que pueden producir objetos para tener en stock (cajas de té, servilleteros, condimenteros, entre otros) o por encargo, sillas para un jardín con formas infantiles. Estos productos se van vendiendo y las ganancias se reparten entre ellos, con un porcentaje que se deja para seguir comprando materiales para el taller. “La idea es hacerlo autosustentable y que realmente les sirva como una salida laboral”, aseguró Robledo. Según su visión, allí reciben el “empujoncito” para mejorar sus vidas.
Elsa Bisaini se enteró del trabajo del taller por una misa a la que asistió y no dudó en acercarse para hacer “alguna comprita”. “Encargué un baúl precioso que hicieron los chicos, la verdad que hacen un trabajo divino”, subrayó la mujer, que ya había visto algunos de los productos en una exposición que se hizo cuando fue la celebración de la Virgen de Guadalupe. “Ahora lo estoy difundiendo entre todos mis conocidos”, añadió.
Herramientas para superarse
El padre Hugo Rodríguez, de la Orden de la Merced, fue uno de los grandes impulsores de esta iniciativa que cuenta con el apoyo de la asociación civil María Virgen Redentora de Cautivos, de la Dirección de Promoción del Liberado (PML) del Ministerio de Gobierno y de la Municipalidad de Maipú.
“Lo que buscamos a través del trabajo pastoral intenso es un camino para liberar de la cautividad y darle una nueva oportunidad a las personas -relató el sacerdote-. Entonces se apostó a hacer algo por el bien de toda esta gente y para la comunidad: encontrarles un camino de trabajo y un espacio que sea bueno”.
El religioso también destacó el gran esfuerzo que hace la comunidad. “Recibimos muchas donaciones de herramientas y materia prima”, contó.
Por su parte, Fernando Rodríguez, de la PML, señaló que el taller también apunta a darle continuidad a la política penitenciaria “para que las personas que estuvieron privadas de la libertad tengan la posibilidad de aplicar los conocimientos que adquirieron en la reclusión”, precisó, y aclaró que el taller está abierto a todas aquellas personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad y que necesitan herramientas para poder superarse, aunque no necesariamente tienen que ser ex presos.
En tanto que Pedro Chacón, presidente de la asociación civil Redentora de Cautivos, agradeció la participación de La Colmena, un grupo de madres de hijos privados de la libertad que también colaboró con la concreción del proyecto. Como parte de la pastoral carcelaria, el hombre quiso dar un mensaje a toda la sociedad: “Es muy importante que cuando veamos que una persona se encuentra en estado de vulnerabilidad no miremos para otro lado, sino que tratemos de ayudarlo. Y una forma es acercarla a este taller”.