Los monumentos son el corazón de Francia. El incendio en la catedral de Notre Dame, aunque no causó una sola muerte, ha herido al alma nacional. Ese es el poder que tenía y sigue teniendo la catedral, a pesar de las marcas que dejó el humo en sus paredes góticas.
No se trata solamente de la belleza de los monumentos, como la Torre Eiffel en París, el Palacio de Versalles o el Mont Saint-Michel. Es también el hecho de que representan al país.
"Es el epicentro de nuestras vidas", dijo el presidente de la nación Emmanuel Macron en referencia a la catedral que data del siglo XII.
El historiador Camille Pascal afirmó: "Es lo que somos".
Cuando uno de esos monumentos arde, el país llora, literalmente en muchos casos, incluso antes de que salga a la luz la gravedad de los daños.
El sentimiento de congoja permea al país entero, especialmente porque prácticamente todas las regiones cuentan con un monumento similar de estima colectiva equiparable.
En la ciudad oriental de Estrasburgo, donde hay también una catedral imponente, proliferaban las expresiones de solidaridad.
"El incendio de la Catedral de Norte Dame nuevamente nos recuerda que nos une algo mucho más importante y mucho más fuerte que los tratados", dijo el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dejando en evidencia que la catedral trasciende su significado religioso.
“El valor simbólico del edificio es irrecuperable”
La restauración de la Catedral de Notre Dame es posible dado que Francia "puede tener los conocimientos para hacerlo", pero se perdió algo "irrecuperable y es el valor simbólico" del edificio, afirmó el arquitecto Emiliano Cruz Michelena, sobre la tarea de reconstrucción. El arquitecto, que remodeló la Basílica de Luján, en Argentina, indicó que "volver exactamente a la época es complicado porque se perdieron muchos saberes". Sin embargo, sostuvo que es posible la restauración, aunque no así "su valor simbólico".