El gobierno de Macri ha logrado -directa o indirectamente- romper un antecedente histórico, como es el de la tranquilidad con que la dirigencia sindical solía "disfrutar" del mes de enero. Era el mes en el que "no pasaba nada" porque la gran mayoría de los trabajadores se encuentran de vacaciones, lo que genera que la dirigencia pierda el poder de presión, motivo por el cual también el primer mes del año solía servir para cargar las pilas con miras a lo que puede llegar a suceder en los meses posteriores. La situación actual es muy distinta y si no se ha profundizado ha sido porque en el propio Gobierno se han cometido algunas torpezas incomprensibles, como es la situación surgida con el ministro de Trabajo, no sólo en la actitud asumida por el funcionario, sino también por la defensa que ejerció el jefe de Gabinete.
La realidad muestra a un sindicalismo casi a la defensiva. Lo que no significa que se encuentre debilitado al máximo o sin posibilidades de recuperación, más aún si consideramos que se trata de dirigentes con muchas batallas en sus espaldas, la gran mayoría de ellas ganadas, lo que les ha permitido su continuidad en la actividad. En ese marco aparecen movimientos reflejos, como la reacción de Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, en una mini cumbre en Mar del Plata, de la que participaron también dos de los tres integrantes del triunvirato de la CGT: Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, a quienes se sumaron dos dirigentes de peso, como el bancario mendocino Sergio Palazzo y el judicial federal Julio Piumato. Uno de los principales temas de discusión fue la respuesta a la propuesta oficial de establecer un techo del 15 por ciento sin cláusula gatillo para las paritarias, que ya generó un fuerte rechazo de varios sectores.
Si bien hubo presencias importantes, también hubo ausencias llamativas, como la de los "gordos" Héctor Daer y Armando Cavallieri o el representante del sindicato del gas, Oscar Mangone, quien se ha convertido en un hombre muy afín al Gobierno. Con un aspecto no menos importante, como fue la actitud asumida por uno de los integrantes del triunviro cegetista, Héctor Daer, quien calificó de "una buena iniciativa…que se tendría que haber tomado antes", al blanqueo laboral y los cambios en las licencias para destrabar las discusiones. Ese visto bueno le permitirá al Gobierno instalar la discusión por la reforma laboral y evitar el problema que significó -y sigue significando- la reforma previsional y que le ha producido un desgaste evidente a la figura presidencial, según indican los encuestadores.
Casi en una tercera posición aparecen gremios importantes, como es el caso de la UOM, que pareciera mantenerse a la expectativa para establecer luego los pasos a seguir.
Un párrafo especial merece lo ocurrido con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca. Se trata de un hombre que conoce en profundidad el universo sindical porque su padre -ex dirigente de los plásticos- llegó a ser secretario general de la CGT Azopardo, enfrentada en su momento a la CGT Brasil, que conducía Saúl Ubaldini. Inclusive muchos de los viejos dirigentes actualmente en vigencia conocen a Triaca (h) desde muy pequeño. Sabedor entonces de que los errores se pagan caro, resulta incomprensible establecer cómo actuó con Sandra Heredia, quien sería una de las empleadas de su hermano o con los polémicos nombramientos en la intervención del Sindicato de Marítimos Unidos. El jefe de Gabinete, salió a defenderlo, asegurando que se había tratado de un error que no le costará el cargo. Sin embargo, en las últimas horas se han multiplicado las versiones sobre una eventual salida y hasta se han barajado nombres para su reemplazo, como el del jefe de la cartera laboral en la provincia de Buenos Aires, Marcelo Villegas; la senadora Gladys González y hasta a la actual ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, impulsada por un sector empresario, aunque también cabría advertir en este último caso que Bullrich tuvo en su momento fuertes discusiones públicas con el dirigente de camioneros Hugo Moyano.
También se conoció que la Justicia habría puesto en la mira a un grupo de dirigentes, ante una denuncia de la AFIP sobre la emisión de facturas truchas. Estarían comprometidos hombres importantes, como el camionero Hugo Moyano, el gastronómico Luis Barrionuevo, el titular de Estaciones de Servicios, Carlos Acuña y el mendocino Antonio Cassia, de Petroleros. Desde el gremio del Supeh aseguraron que "nos allanaron dos veces y encontraron dos facturas de los CUIT apócrifos, una por el mantenimiento del salón de actos y otra por la compra de un software. Cuando nosotros detectamos que eran facturas malas las declaramos en moratoria, como si fuera una salida en negro y pagamos el punitorio", dijeron. En el caso de Hugo Moyano, el propio dirigente salió a asegurar que se trataba de "una nueva" maniobra política.
La historia determina que resultaría inapropiado establecer, a esta altura de las circunstancias, cuál puede llegar a ser el futuro inmediato del sindicalismo. Las detenciones de muchos de ellos, algunos con verdaderas fortunas que no se condicen con el tamaño del gremio que conducían, han desgastado la imagen de la dirigencia en su conjunto. El tiempo y los hechos irán marcando el nuevo panorama.