Mucho se ha hablado del poder antioxidante del vino y los beneficios que esto trae a la salud. Esto fundamentalmente sobre el sistema cardiovascular y como atenuante del envejecimiento ya que evita la formación de radicales libres.
Por eso hay aval de las sociedades médicas cardiológicas para el consumo moderado de vino diariamente. Sin embargo, no todos concentran en la misma medida esta cualidad y los usuarios no pueden acceder a esta información sobre el producto que eligen ya que no está consignada en las etiquetas.
Por ello, un equipo de investigadores de la Universidad del Aconcagua, está haciendo un relevamiento de diferentes variedades de vinos para conocer cuál de ellos tiene potenciada esta propiedad. Pero no sólo eso sino que además los datos que obtengan conformarán una especie de base de datos que permitirá lanzar al mercado mundial un scanner portátil que apunta a que los consumidores, con sólo apoyarlo sobre la botella, puedan identificar este índice.
La doctora en Bioquímica, Alicia Penisi, es la directora del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Médicas de la casa de estudios donde se realiza.
"Es la primera vez en el mundo que se valida un scanner portátil para medir el poder antioxidante del vino con fines de aportar información nutricional saludable orientada a la prevención de enfermedades crónicas y el envejecimiento", subrayó.
Este instrumento tiene una forma similar a la de un pendrive y fue fabricado en Israel, permite medir in situ y sin abrir la botella. Para funcionar requiere de una base de datos que le permitan posicionar cada medición y es justamente eso lo que se hace en Mendoza con productos locales, un verdadero plus que permitirá tener una radiografía de la producción.
Lo más sorprendente es que pueda realizar la medición a través del vidrio y por ello detalló lo que sucede: "trabaja con lo que se llama espetroscopía del infrarrojo de reflectancia en el infrarrojo cercanos; puede atravesar el vidrio porque las moléculas del vino emiten una radiación que es captada por el scanner y son justamente las que tienen el poder antioxidante".
Lo están haciendo desde 2015 en colaboración con la unidad de Polifenoles, Vino y Salud del hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires.
Además, "acaban de aceptar el trabajo para una publicación en una revista científica de Estados Unidos , Journal of Health Science", apuntó la investigadora.
El malbec a la cabeza
Lo que han tomado son variedades de vinos tintos, rosados y blancos para compararlos. Si bien hay una gran diversidad de resultados entre ellos, son los tintos los que han mostrado más poder antioxidante y entre ellos, marcha a la cabeza el malbec.
Luego siguen los rosados en un punto intermedio y finalmente los blancos.
De todas formas, hay que tener en cuenta que hay diferentes factores que intervienen en las particularidades del producto y de algún modo es lo que tratan de develar. Determinar qué aspectos pueden modificarse para potenciar esta característica.
La variedad de uva que se utilice, el clima, el suelo, el riego y el proceso de industrialización que se realice influirán en el desarrollo de moléculas antioxidantes. Para potenciarlo puede modificarse el tipo de envase, el tapón o algún otro aspecto.
Un punto a favor del trabajo es que se podrá evaluar la producción local teniendo en cuenta las particularidades que presenta la provincia en esas diversas variables. En este sentido, Mendoza aparece muy bien posicionada: "de las provincias que hemos medido (el vino malbec local) es el que más poder antioxidante tiene pero también hay una uva de Salta que lo tiene elevado", detalló.
“Por eso pensamos que esta información también puede servirle a la industria y de hecho hay bodegas que nos piden que les midamos el poder antioxidante y si ven que es bajo saben qué parte del proceso pueden modificarla para aumentarlo”, señaló Penisi. Les dan información confidencial y gratuita. En este marco, piden aportes de productos para ser analizados y enriquecer la muestra.
Vino joven
Otro aspecto que han trabajado tiene que ver con la antigüedad del producto. "Dicen que mientras más antiguo mejor pero no sería así en este sentido (en el que se estudia): ahora se está cambiando el paradigma ya que vemos que con el tiempo va perdiendo poder antioxidante", explicó Mariana Villach, médica general y miembro del equipo.
Aunque la intención es potenciar el consumo vínico como un mecanismo de prevención, la doctora en Biología María Laura Mariani, subdirectora del instituto alertó sobre la necesidad de que sea moderado. Sugirió una copa de 125 cc por comida para el varón y de 100 cc para la mujer.
En tanto Pablo Cascón, alumno de quinto año de la carrera de Medicina destacó aspectos positivos de este consumo sobre el organismo. El poder antioxidante está dado por la presencia polifenoles que disminuyen los radicales libres, un compuesto tóxico. Favorecen la desintoxicación celular, evitan el depósito de placa a nivel cardiovascular, enlentecen la oxidación del LDL y además son antitrombóticos y antiinflamatorios.