Maxi Salgado - Editor de Más Deportes - msalgado@losandes.com.ar
Mientras el escándalo de la FIFA no se termina de dilucidar y se siguen conociendo cifras millonarias que terminan siendo obscenas para la realidad del deporte en general, en el otro lado de una pirámide cada vez más desigual se encuentran los clubes de barrio, esas instituciones (más cercanas) en las que uno suele dar sus primeros pasos en la actividad deportiva.
Cualquier pibe de barrio no sólo va a jugar al fútbol al club. Entre los límites de cualquier “canchita” aprenderá lo que es el compromiso y descubrirá los valores de la amistad, el respeto o el sentido de pertenencia. Y tal vez, como opinan padres y dirigentes, en cuestiones tan sencillas como las anteriores, puede radicar la explicación primaria del resurgir del antiguo esplendor de los clubes de barrio.
Agobiados por los vaivenes de la economía del país y el cambio de hábitos en la sociedad, los clubes dan pelea para poder sobrevivir. Hoy, los únicos recursos con los que cuentan son los ingresos por las cuotas sociales (habitualmente muy bajas), los aranceles de las actividades y, en algunos casos, la concesión de las instalaciones. Y uno de los mayores problemas es que la cantidad de socios disminuye año a año, básicamente porque luchan contra el sedentarismo.
Debido a ello, es muy importante el proyecto de ley que se trata en la Legislatura con el aval del senador Gustavo Arenas para que Mendoza adhiera a la norma nacional que instituye la promoción de los clubes de barrio.
De esta manera, las instituciones tendrán la posibilidad de recibir ayuda económica para la adquisición de materiales y mejorar sus instalaciones. Algo que es fundamental para poder comenzar a recuperar el semillero que son esas instituciones para las distintas disciplinas.
Sería bueno que el proyecto no duerma en la Casa de las Leyes mendocina, como sí han quedado adormecidas varias otras propuestas. Por ejemplo, desde 2011 se espera que se le dé el visto bueno a la creación del proyecto de Acceso Universal del deporte, en el que se establece que los menores de 18 años que hagan deporte puedan viajar en forma gratuita los fines de semana. El mismo tiene media sanción de Diputados, pero no termina de conseguir lo mismo en la Cámara alta.
Entre las cosas que establece con claridad la ley es la creación de un registro, para lo cual todas las instituciones deben presentar una serie de requisitos que también son saludables; también es una forma de protegerlos, de ayudarlos a ordenarse y poder proyectarse.
No es ninguna novedad que hay instituciones que son manejadas como feudos de algunos dirigentes, y eso no es bueno para la comunidad en la que se encuentran.
Varias son las instituciones que necesitan de forma imperiosa la llegada de esa ayuda económica de la Nación y un blanqueo de su situación.
Uno de los casos más emblemáticos es el de Pedro Molina, una institución a la que la Municipalidad de Guaymallén llegó a intimar para ser demolido y que le cerró la puerta a algunas manifestaciones culturales, ya que allí ensayaba la murga La Caciqueña, pero fueron expulsados.
La normativa que se promulgó en enero de este año prohíbe embargar o ejecutar bienes y la posibilidad de condonar deudas de instituciones barriales sin fin.
Los clubes también podrán adquirir insumos o materiales para desarrollar actividades deportivas y culturales, contratar servicios para facilitar el acceso de los socios a diversos eventos, emplear y capacitar al personal que se desempeñará ahí, organizar y difundir las actividades que se realicen, y promover programas de prevención primaria de la salud.
Larga vida a los clubes, porque primeros están los chicos.