Andrés Calamaro en Mendoza: con licencia para cantar

El rockero desembarca mañana en el Bustelo con un trío acústico. Presentará “Licencia para cantar”, en el marco de una gira nacional.

Andrés Calamaro en Mendoza: con licencia para cantar

La gira "Licencia para cantar" que se inició por diferentes capitales provinciales desde el 28 de octubre, ya pasó por Córdoba, Rosario, Tucumán y Salta y se viene a Cuyo con dos conciertos, uno mañana en Mendoza y el otro el domingo en San Juan.

Seis días antes de despegar su travesía por el país, el 22, Calamaro realizó un emotivo concierto en el Personal Fest en el que cerró un círculo de su historia personal reuniendo a sus ex compañeros de Los Abuelos de la Nada; Cachorro López, Gustavo Bazterrica y Daniel Melingo, para hacer juntos un homenaje inolvidable y cantar todos "No te enamores nunca de aquel marinero bengalí" y "Costumbres argentinas" y los covers de "Oye cómo va" de Tito Puente y "My Sweet Lord" de George Harrison.

Entre aquel concierto y este tránsito por las capitales Calamaro está ardiendo la experiencia del tercer volumen del álbum "Grabaciones encontradas", titulado "Romaphonic sessions", que salió a la venta el 26 de febrero y que fuera registrado en tan solo dos tardes junto con Germán Wiedemer.

Sobre estas últimas presentaciones, Calamaro definió su actual estado de ánimo de crooner, en una reciente entrevista publicada en La Voz: “Siempre hay que cantar con intenciones de hacerlo bien, con sentido y sensibilidad, sin demasiados firuletes. Todos los que cantamos nos enfrentamos al micrófono con idéntica responsabilidad, ya sea grabando discos, ensayando. Los recitales, los pequeños conciertos mínimos y sus dificultades, el nervio de los festivales, a veces remando y a veces interpretando como sabemos”.

En esta itinerancia de atmósferas, en el que cualquier vocalista de alcance popular se enfrenta en sintonía tanto a multitudes avasallantes como en la burbuja de un estudio de grabación o la intimidad de un auditorio mínimo, El Salmón, se ve a sí mismo parado ahora desde un aura casi romántica: “Entonces no importan tanto si te secunda una banda eléctrica o una guitarra criolla. El cantante está solo, como decía Ringo Bonavena. Aunque quizás sirva la experiencia, un peine que debería llegar mientras tenemos pelo para peinar”.

- ¿Cuál es la historia por detrás de la reunión de Abuelos?

- Caramba, tocamos con mucho viento. Fue de aquellos conciertos que se disfrutan más al día siguiente, pero tampoco sufrimos ni nada parecido. Costaba entrar en calor. A veces, remar estas situaciones ofrece resultados interesantes, canto con menos florituras, estoy más sobrio en la guitarra.

Reunirnos los cuatro Abuelos que estamos (de aquella segunda formación histórica) tiene distintos orígenes. A veces tienen que alinearse las ideas y los planetas. Con Cachorro (López) y con Daniel (Melingo) estamos en contacto, nos escribimos bastante y casi siempre sabemos dónde estamos.

Con Gustavo (Bazterrica) tenemos la amistad entrañable de todos estos años. No puedo negar que en estos últimos 30 conversamos informalmente sobre posibles reuniones, pero esta vez escuché una de nuestras canciones por la radio y pensé en ensayarla con el grupo y cantarla.

Como estábamos en contacto, la reunión se armó naturalmente. Melingo estaba de viaje en Europa y Cachorro de vacaciones, pero pudimos ensayar dos veces y llegamos bien armados para tocar el pasado sábado. Quizás pudimos preparar una tercera pero, caramba, a veces las buenas ideas llegan un día tarde.

- Dylan fue ungido con el Nobel de Literatura y no gozó de consenso. ¿Cómo fundamentarías esa distinción? ¿O cómo la rebatirías si es que no estás de acuerdo con ella?

- Escribí una editorial importante en el periódico ABC a propósito del premio “cantado”. Un Nobel literario a un cantante que se acompaña con guitarra eléctrica es algo extraordinario que solo podían ofrecerle a Bob Dylan.

Lógicamente se lo dan por la importancia de sus textos que están soplando en el viento, los canta…  Porque libros tiene publicados sólo dos. Tampoco es una sorpresa, hace años que estamos pendientes del posible Nobel a Dylan.

- Tu última colaboración está en el reciente cd de La Beriso. ¿Qué destacás de la personalidad de Rolo Sartorio?

- Rolo me demostró dos virtudes necesarias que hay que valorar en un hombre: respeto y humildad. Muchas veces perdemos alguna de estas cualidades al servicio del cinismo y el abuso de distintas herramientas de la vida moderna, convertidos en opinadores agresivos en las redes, derrochando puntos de vista o consumiendo estimulantes.

La canción que cantamos está muy bien. Espero escucharla en la radio y que guste escucharla como a mí me gustó cantarla.

- ¿Qué energía testeás apenas desembarcás en Argentina? La cuestión sociopolítica está particularmente agitada y me gustaría saber si alcanzás a percibirla.

- Este año había venido embutido en asuntos familiares importantes y finalmente desembarqué. Al principio la ciudad me resulta amenazante, pero consigo estabilizarme y disfrutar de todo o de casi todo. Siempre estoy atento a la realidad del mundo y también a mis sensaciones interiores.

Es una cuestión de conciencia pura. Llegué y terminé el próximo disco, me instalé en al barrio de mi adolescencia, ya sé dónde comprar la yerba para los mates y el pescado.…  Esas cosas. También tengo mi refugio suburbano para preparar la carne y despertar mirando la arboleda.

El paso del tiempo

- ¿Viste al documental del Indio? ¿Cómo te pegó su análisis minucioso sobre la decrepitud? ¿Cómo te llevás vos con tus 50?

- No vi el último documental, pero nos encontramos hace relativamente poco tiempo. Me mostró grabaciones, cosas relacionadas con la letra impresa y la novela gráfica. Hablamos mucho y en profundidad.

Espero repetir y también ver el reciente documental. Nos escribimos con cierta frecuencia y creo que ya conozco su forma de pensar y sentir el tiempo. Ya tengo 50 hace cinco años, lo peor siempre está por llegar…  Quizás también algo de lo mejor. Las malas noticias pueden esperar. Soy un hombre de 50 conforme y bien plantado.

- A propósito de Indio, te despediste de Twitter con un saludo irónico a los "pajaritos, bravos muchachitos". A partir de eso, ¿reconvertiste tus modos de comunicarte por las redes?

- Sin redes tengo más tiempo. ¡Me enredo menos! Estoy leyendo y escribiendo todos los días, puedo vivir sin compartir el minuto a minuto de la vida. Me gustaba leer las ocurrencias de algunos viajeros de la autopista digital, pero supe invertir mi tiempo en escuchar discos, leer un libro, seguir adelante con proyectos musicales, comprar la comida.

Las cosas que me gustan hacer a mí. Tengo contacto con el público, o con parte del público, porque ofrezco información en una página autorizada. Pero soy moderado con el teléfono. ¡En el taxi voy leyendo un libro y llego antes!

- ¿Qué podés adelantar de tu nuevo disco? Condiciones de producción, productor, canciones…  Lo que sea, viene bien.

- Algunas canciones ya estaban terminadas, pero casi todo fue tocado, mezclado o terminado este año. Mayormente, produjimos con German Wiedemer, hay una canción de Cachorro, una que hicimos con Julián (Kanevsky) para el cine de Alex de la Iglesia y una más que responde a la dirección de Javier Corcobado para “Canción de amor de un día”.

Hay bastante ingeniería de grabación doméstica, pero las canciones volvieron a mezclarse este año. Es un disco completo, con distorsiones y algún detalle extrapolado. Letras picantes de vampiros, apocalipsis madrileños, pánico en Benidorm, ateísmo políticamente incorrecto. En general, el disco arma un discurso que considero el mío propio.

También hay versiones que me honra interpretar: Pappo´s Blues, Pescado Rabioso, Babasónicos. Es un disco de 18 tracks. Debería publicarse antes de fin de año.

- Cierro con una personal y al hueso. ¿Sos feliz?

- Sí, claro. Hay que manejarse en los momentos duros, a veces es complicado vivir con alegría, nos pasan cosas.  Pero sigo siendo una persona alegre. Nadie nos prometió un jardín de rosas y hubo momentos complicados que superar pero, insisto, lo peor siempre está por llegar y, de momento, estoy bien. Hoy puedo contestar que sí.

La estrategia del celular

Después de presentarse en Córdoba, Rosario y Tucumán, al Salmón le tocó el domingo pasado desembarcar en Salta.

Allí sucedió un cambio atmosférico en el público que Calamaro después describió por el mismo espacio - su cuenta oficial de Facebook- con que había expresado ese fin de semana: les había pedido a sus fans apagar los celulares en sus recitales y apeló a defender  una postura: "Ofrecemos nuestra mayor elegancia posible, sensibilidad y un grado de intimidad...

De una vez por todas hay que recuperar el placer de escuchar un concierto por el que pagamos una entrada no necesariamente económica”. En un extenso pero muy íntimo texto, Calamaro parece haber definido una especie de  manifiesto que muchos cantantes nacionales fueron a poyando en Twitter en las últimas horas.

Antes del concierto en Salta, no lo dejó anotado: “Nosotros los músicos nos sentiríamos bendecidos con el respeto de un público que se dedica a escucharnos cómodamente sentados, sin otra intención que disfrutar un momento que podría ser inolvidable”, añadió.

“La euforia por capturarlo todo para compartirlo en las redes tiene que suspenderse por el tiempo que dure el concierto. Es nuestro reclamo y nuestro deseo”, concluyó.

Luego del concierto, Calamaro afirmó que este fue distinto. Que aquella petición había prendido en el público. Admitió  que había desarrollado cierta ligera paranoia por los aparatos celulares de teléfono, “sensación que fue creciendo según pasaban las horas”.

Sin embargo, luego de notar más aparatos apagados que de costumbre, “A tenor de la respuesta del publico local logramos nuestras nobles metas de ser escuchados en un ambiente de teatro y sin interferencias”, admitió.

Aunque probó a la audiencia cándole de espaldas mientras iba advertiendo el encendido de las pantallas. Lo fue regulando mientras sucedía el show y parece haberle funcionado su estrategia.

Lo genial sería que esa misma estrategia - un recital sin videos y fotos de sus espectadores - fuera respetada mañana con el público de Mendoza.

Ficha

Andrés Calamaro, "Licencia para cantar 2016".
En: auditorio Ángel Bustelo (Virgen del Carmen de Cuyo 610). 
Día: mañana, jueves 10 de noviembre. 
Hora: 21. 
Entradas: Platea A, $1.690 ; Platea B, $1.575 ; Platea C , $1.465 ; Preferencial $1.000 ; General $ 790. 
Boleterías: Alpaca Arena Maipú (Emilio Civit 791), Chamu Rockería (Lavalle 57) , Chamu Rockería, San Martín (San Martín 940), La Casa del Sheik, Maipú (San Martín 257) , Le Club (San Martín 950), Tarjeta Nevada (Mitre 756).

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