Un reposo atormentado

“Pérez sabe que las dificultades financieras han sido el talón de Aquiles de su gestión pero busca que, sobre el cierre de su mandato, queden lo más disimuladas posible”.

Un reposo atormentado

Por Luis Abrego - labrego@losandes.com.ar

Francisco Pérez está solo y recluido. La derrota electoral del 21 de junio expuso brutalmente su debilidad política pero también la tentación al escarnio que en política sufre todo aquél que pierde. Mucho más si quien obliga a morder el polvo no es otro que el archirrival eterno, el villano preferido de la gestión, el ahora gobernador electo, Alfredo Cornejo. Muchas veces el azar es caprichoso. En todo caso, la imagen de Pérez, cruzando todo el escenario del búnker peronista a paso lento, calzado en sus muletas por detrás de Adolfo Bermejo y Diego Martínez Palau mientras admitían su traspié, sirva para ilustrar el calvario que de ahí en más parece apurarse sobre las espaldas del gobernador.

Las versiones son cruzadas. Algunos dicen que Pérez nunca imaginó perder. Que fiel a su inconsciente fe, a esa intuición que lo acompañó durante toda su vida, entendía que el peronismo movilizado y en ritmo podía soportar cualquier caudal opositor. Creyó que el intenso despliegue territorial del PJ le garantizaría una victoria que le permitiría entregar la banda a otro peronista, como lo hizo también con viento en contra Celso Jaque con él.

Otros, aseguran que Pérez prefería seguir atado a la Nación, no desdoblar y que sólo hizo los esfuerzos necesarios para llegar con chances a junio. Por eso, tras las PASO atenuó los aires rebeldes con la Nación, cerró con el cristinismo puro y hasta trajo a la Presidenta y a Daniel Scioli para -en todo caso- morir con las botas puestas. Tal como siempre quiso, pero no pudo, ante el corrimiento y el temor de la mayoría de sus propios intendentes.

Lo cierto es que consumada la tragedia, y sin ni siquiera poder elaborar el duelo como corresponde (las pocas voces críticas del oficialismo fueron acalladas para preservar la gestión y no complicar aún más la interna de cara a las PASO de agosto), Pérez sólo ofreció un gesto poco habitual en él de concordia republicana.

Aceptó la invitación de Cornejo y compartió un desayuno en la casa del vencedor. Hasta incluso esto le criticaron: “Paco no tendría que haber ido al pie de inmediato, al día siguiente de la elección. Debió haber recibido al Alfredo en Casa de Gobierno, en su despacho, para dar la señal simbólica de que hasta el 9 de diciembre, será él quien estará sentado en el sillón de San Martín. Haber visitado a Cornejo fue un traspaso informal del mando, una señal de capitulación…. ” señala un observador de las partidas simultáneas que se juegan habitualmente entre el Gobierno y la oposición.

La cuestión es que tras ese gesto, que incluso esta semana el diario porteño La Nación volvió a destacar desde un editorial, Pérez prefirió la reclusión de su despacho casi obligado por su reposo tras la cirugía a la que fue sometido tras la fractura de tibia y peroné. Un silencio que rompió ayer en la entrevista que hoy publica Los Andes, con la que también busca algún respiro para su imagen que le permita, en breve, volver a la campaña, esta vez como candidato al Parlasur. Un destino que no soñó pero que fue con lo que se tuvo que conformar, como el único posible que la realidad del oficialismo pudo ofrecerle tras haber desairado a la Casa Rosada y luego arrepentido sobre el filo del cierre de las listas nacionales. Ésa era su verdadera aspiración luego de haberse frustrado también la posibilidad de integrar la fórmula con Daniel Scioli.

Por ahora, la preocupación del gobernador pasa por el duro desafío que día a día el radicalismo le plantea a través de la mesa de transición que comandan los economistas Enrique Vaquié y Martín Kerchner, en constante diálogo con el ministro de Hacienda, Juan Gantús.
Pérez sabe que las dificultades financieras han sido el talón de Aquiles de su gestión pero busca que, sobre el cierre de su mandato, queden lo más disimuladas posible. El gobernador que prometió el "déficit cero" (primero para el ejercicio 2015, aunque luego corrigió para final de este año) terminará entregando una provincia seriamente endeudada tal como describía Cornejo durante su campaña.

Días atrás este diario calculó que sólo el “descalce operativo” para lo que resta del año será de 3.500 millones de pesos, donde obviamente no se contabilizaba la deuda no imputada en el sistema, ni otros ítems como los reclamos de los municipios y la OSEP, así como los compromisos con el Banco Nación por los adelantos financieros que han servido para pagar la nómina estatal en más de una ocasión, entre otros. Según la UCR, el déficit provincial entonces treparía hasta los 5.700 millones de pesos.

Ante tal complejo panorama financiero y político, Pérez es el primer partidario de un acuerdo de gobernabilidad con los radicales. No quiere seguir de aquí a diciembre leyendo por los diarios todas las deudas que dicen que generó y que no ha pagado. Ni quiere que Cornejo siga teniendo argumentos sobre su supuesta mala administración. Él imagina que, pese a sus diferencias, ambos “están entrelazados...”.

Para que ese acuerdo fructifique, la UCR pone una condición primordial: coincidir en el monto de la deuda. “Si Cornejo no logra blanquear antes de asumir de cuánto es el ‘muerto’ que está comprando, inmediatamente no sólo lo asumirá él sino que tendrá que arreglárselas para pagarlo. Por eso, Alfredo quiere que el costo de una situación que advirtió hasta el cansancio y que él no generó, la tiene que pagar en la opinión pública el PJ y Pérez, como socios solidariamente responsables”, señalan los radicales.

Los casi 6 mil millones de pesos que dice la UCR no son un número que el PJ esté dispuesto a aceptar pero tampoco a contrarrestar. De hecho, prefiere que esa cifra se diluya detrás de un acuerdo político que exculpe hacia atrás y hacia adelante. Para salvar diferencias, en el Gobierno se maneja un borrador de acuerdo salomónico que, en todo caso, podría dejar a ambos bandos contentos. Supone la autorización conjunta (peronista y radical) de endeudamiento por 4 mil millones de pesos, cuyo 50% estaría destinado a cubrir obligaciones de 2015 y anteriores y el otro 50% para iniciar 2016 sin sobresaltos.

En la UCR la propuesta no les disgusta, pero reiteran la condición imperiosa de que Pérez reconozca primero el agujero de su gestión y redoblan la apuesta. Quieren, además, un compromiso público y cierto para evitar nuevas incorporaciones a la planta de personal del Estado y la participación en el nuevo convenio con el Banco Nación. Ambos requisitos serían posibles, y hasta incluirían la demorada aprobación del Presupuesto 2015 y la elaboración conjunta de la pauta de gastos 2016, e incluirían otros acuerdos como por ejemplo, sanear la situación de OSEP.

Ese mundo ideal que sueñan los negociadores parece encontrarse con obstáculos un poco más mundanos. Puntualmente, la resistencia parece haberse instalado ahora en los bloques legislativos del PJ que ya ensayan su posicionamiento como futura oposición. Cuando desde Casa de Gobierno tantearon a los referentes peronistas de Diputados y Senadores de las posibilidades de un acuerdo de esta naturaleza con la UCR, pusieron el grito en el cielo.

“Cornejo nos hizo parir todos estos años con el Presupuesto y nos restringió el endeudamiento cada vez que se lo pedimos. Ahora no se lo vamos a dar a él”, dijeron -tajantes- en la Legislatura. Es que allí algunos referentes que responden a los principales caciques peronistas consideran que Pérez se equivoca en plantear una transición tan larga. Consideran que este desmenuzamiento diario de los números que hace el radicalismo desde hace tres semanas recién debería haberse planteado en noviembre. Aún más, están dispuestos a defender al peronismo y a sus gestiones de lo que consideran “ataques infundados” con “versiones maliciosas” del estado de las cuentas públicas. A la cabeza de esa cruzada está el propio presidente de la Cámara de Diputados, Jorge Tanús.

Es que justamente por estos días en los que una nueva campaña electoral asoma en el escenario nacional y provincial (ahora para las PASO legislativas y presidenciales), hay quienes en el oficialismo intentan convencer a los díscolos que, con la elección local perdida, es mejor ceder ante Cornejo que volver a transitar otro comicio con el radicalismo corriendo con el discurso de la mala gestión del PJ y, lo que es peor aún, con tiempo hasta diciembre para marcar y remarcar que les dejan una provincia “fundida”.

La depresión post-derrota, las inconveniencias de la recuperación de su pierna y el dilema entre ceder ante su más feroz crítico o irse de su mayor responsabilidad política como un mal gestor, es el combo de tormentos que sobrevuelan por la cabeza de un gobernador que, en días, debe recuperar la sonrisa para lograr ser elegido como un excéntrico diputado del Parlasur.

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