Un recorrido por la mediatarde de un trabajador: dos porciones de muzza y una bebida

Hicimos una recorrida por cinco pizzerías del microcentro en las que sirven al paso un tentempié. Los lugares elegidos y los precios.

Un recorrido por la mediatarde de un trabajador: dos porciones de muzza y una bebida
Un recorrido por la mediatarde de un trabajador: dos porciones de muzza y una bebida

Rápido y al paso: estas son las dos premisas con las que salimos a recorrer cinco pizzerías del microcentro en la que los trabajadores mendocinos pueden aprovechar para tomar una mediatarde diferente.

No hay aquí juicio de valor, ni lista de mejor a peor. Simplemente es un repaso de las opciones que ofrecen cinco locales clásicos que hacen de la pizza una tradición que vale la pena explorar.

De un Rincón de Ia Boca

La sucursal Mercado Central juega con ventaja en cuanto a los aromas. Está instalado en el viejo almacén del siglo pasado donde al ingresar los olores invaden a las 5 millones de células olfativas con que cuenta el humano que se ponen a trabajar gustosamente.

Son las 18.30 del viernes 1 de marzo y en el local Rincón de la Boca hay 4 empleados entre mozos, adicionista y un maestro pizzero. La promo es dos porciones de pizza y una gaseosa por $75.

El momento de espera es ínfimo y de pronto allí están las dos porciones bañadas con muzzarela que ha sido finamente regada por un chimichurri que toma forma de pequeños lagos dorados entre las hendiduras del queso. Las particulas de orégano flotan en la viscocidad aceitosa en diminutas islas. No hay aceitunas.


De un Rincón de la Boca
De un Rincón de la Boca

La masa es esponjosa y aireada al punto casi no pesa en la mano. El aceite invade las yemas de los dedos mientras la porción es engullida.  No hay cubiertos pero sobran las servilletas de papel esparcidas en modo de abanico sobre un plato hondo de metal.

En el local, dos ventiladores de techo esparcen el aire tibio y perfumado del mercado en esa tarde de finales de verano.

Los empleados departen con los comensales que en muchos casos parecen ser habitúes. Se come sentado en una silla de tiro alto sobre una barra marmolada bordó. Si alguien se sienta en el costado que da a Patricias Mendocinas, puede ser traicionado por el fuerte olor a pescado que emana una pescadería. Pero en esa lucha se olor versus sabor, gana la porción del Rincón de la Boca.

La Mendocina

Sobre General Paz al 229, en plena zona Persa, aparece La Mendocina. De notoria raigambre popular, el local se ha quedado en el tiempo en cuanto a su estética; algo que parece ser deliberado por parte de sus dueños.

A las 19 del sábado 2 de marzo, el local refresca a sus clientes con dos ventiladores pie y uno empotrado en la pared del radio de una gran rueda. El calor no es asfixiante así que todo está bajo control entre las paredes atestadas de cuadros de Molina Campos.

Para llegar a la barra hay que traspasar una cortina plástica de flecos rojos de las que no se ven hace años. Hacia la izquierda en una pequeña mesada de metal separada de las mesas, aparece la barra.


La mendocina
La mendocina

Las dos porciones de muzza más un vaso mediano de Pepsi vale $80 y la espera es normal. El queso se presenta firme sobre la masa que también es firme. Entre la muzza aparece una anchoa y no queda claro si la sirven o si se les escapó de otra pizza.

A medida que se avanza sobre la porción la masa se torna más crocante y al final ya suena alegremente crujiente para las mandíbulas. Cada porción está decorada por una aceituna verde. Los cubiertos son metálicos y el filo del cuchillo es suficiente para vérselas con la porción.

Afuera, el 'mundo persa' de calle General Paz no da sigilo a la vereda. Muchas familias han hecho la compra para sus hijos que empiezan las clases el lunes se han sentado en La Mendocina para el tentempié del sábado. El local lleva allí 41 años.

Trento

En Lavalle y San Juan, Trento forma parte del mobiliario del microcentro. Sobreviviente de la época de oro de los cines, se mantiene en la esquina con su estirpe italiana a la espera de su clientela fiel.

El martes a las 19.10 los comensales se aprestan a ver Godoy Cruz-Olimpia por la Copa Libertadores en el TV de la planta baja (el local tiene subsuelo).

Las dos muzzas más la gaseosa están a $110, pero en este caso, la Coca Cola es una botella de vidrio de 350 cc. La barra marmolada da a la pared norte y las porciones llegan acompañadas de cubiertos metálicos con mangos de plástico negro.


Trento
Trento

En esta oportunidad la masa es más delgada sin llegar a ser a la piedra y el manto de muzza se esparce sin distinción de cada porción y lo hace generosamente desde la base. Dos aceitunas verdes parecen hacer las veces de ojos de un rostro triangular parecido al de un extraterrestre y el plato se deglute de principio a fin sin inconvenientes.

El encargado indica que tanto en la barra como en una mesa el precio es el mismo. Los mozos, que visten todo de negro, saben que la propina será menor o nula si un comensal de barra va solo o está apurado. Pero no parecen hacerse problemas.

Los Inmigrantes

En la puerta de calle San Martín de la Galería Tonsa, aflora "Los Inmigrantes". De las pizzerías más nuevas del microcentro, cuenta con un local atiladado y luminoso. Algunos le llaman "El bosque: porque está rodeada de arbolitos". El chiste es malo pero las pizzas no lo son; todo lo contrario.

La barra de madera en forma "U" divide a los comensales de los mozos y de los maestros pizzeros que trabajan a la vista. Lo asientos de madera estás fijados al piso. El precio de la promo es de $130, incluye una Coca Cola de 350 cc pero en lugar de dos porciones, aparece una pizzeta dividida en dos. Previamente, una moza ha colocado un mantel individual y cubiertos metálicos envueltos en una bolsa de plástico.


Los Inmigrantes
Los Inmigrantes

Acá la pizza es a la piedra, con una masa que deja ver los golpes de horno como suaves moretones dorados; la muzzarella salpicada por orégano y chimichurri es indomable sobre esa masa tostada que, recién servida se mueve con la parsimonia de una lava volcánica pero espesamente blanca. El queso es tan volátil que al cortar un trozo de la porción hay que girar el tenedor varias veces como se hace con los tallarines para que se tranquilice; recién entonces se procede a engullirlo.

El verde y el rojo predominan en el local y los clientes más asiduos de la barra son los trabajadores de los cientos de edificios que rodean a Los Inmigrantes. Otra parte de la barra, da a calle San Martín y los paseantes pueden ver, como maniquíes vivientes, a personas que devoran pizza.

Capri

De las más populares del Centro, Capri, "el palacio de la pizza", lleva décadas en Lavalle al 109 a tal punto que fue condecorado como "comercio histórico del Centro" por la Municipalidad. El local es muy amplio y cuenta con con tres pisos. Su barra, de las más amplias, recorren el costado oeste y pueden albergar a más de veinte comensales de a pie. No hay promo pero a dos porciones de muzza y una Coca Cola se accede tras pagar $115; precio del 8 de marzo a las 19.20.

O el plato es pequeño o las porciones son grandes. La muzzarella parece haber caído desde un avión a modo de misil: la masa de molde luce totalmente abrazada por el queso con exuberancia. Tres aceitunas verdes flotan en la muzza de blanco pálido como pequeñas cápsulas aceitosas en arena movediza.


Capri
Capri

Para dar cuenta de ese par de porciones, los mozos de la barra proporcionan cubiertos metálicos y una copa pequeña para surtirla de gaseosa sobre la mesada de mármol de granito. Frente a la barra hay un ascensor-montacargas que sube con fuentes negras vacías y baja con pre-pizzas sus vientres: es que en el tercer piso se elaboran las masas que los maestros pizzeros cocinarán en la planta baja.

Las paredes revestidas con madera y las mesas de color rojo le entregan al sitio la porción calidez que necesita todo deseo; en este caso, el deseo de comer.

"Yo trabajé acá, hace 20 años", dice un hombre de unos 50 que lleva una mochila y tiene aire de trabajar con las manos. "El sabor siempre fue el mismo", dice mientras termina su chopp y se va.

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