Sí, tiene todo eso con lo que se sueña para el descanso en el Caribe: playas blancas, mar turquesa, alojamiento con todo incluido, el entretenimiento y la bachata, aunque lo de ellos es el merengue. Y así, como sin dejar pasar la oportunidad, avisan que les puso el nombre el mismísimo Cristóbal Colón, pues el sol sobre el Atlántico y la arena al atardecer se vuelve plateado.
Pero allí en República Dominicana, también hay oro, de ahí la Playa Dorada, donde se concentran los servicios que busca el turista. Entonces la mínima preocupación será la temperatura del trago, con ron, obvio.
La tentación de los que se hospedan allí es salir, pispear la isla y sus encantos. Bien pueden llegar a Sosúa, un pueblo típico que en la actualidad ofrece humildes hoteles que alojan por un puñado de dólares, ferias de pintores, playas rústicas y surfers. Luego Cabarete, donde los bares se suceden uno tras otro sobre la línea costera y sus sombrillas; la noche brilla por allí.
Pero entre las salidas más entretenidas e impactantes hay que llegar a Punta Rucia y desde allí embarcar una lancha que, tras unos veinte minutos de navegación, arriba a Cayo Paraíso. un mínimo balneario de madera y paja, aguas cristalinas para hacer snorkel entre arrecifes de coral que amparan coloridos peces. Comida simple, de mar, rica, sana y, más tarde, el regreso por los manglares. Un día perfecto.
Otro paseo obligado es Ocean World, un parque acuático donde es posible nadar con delfines y en las torrentosas caídas del río Damajagua es factible bañarse en 27 piscinas naturales en medio de la roca, unidas por saltos de diferentes alturas.
Hay que utilizar casco, el chaleco salvavidas y unas zapatillas de goma y recorrer río arriba para luego tirarse de las cascadas escondidas en una cerrada selva donde nunca entra el sol. Alucinante es poco, Es absolutamente irreal.
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