Un proyecto del Reino del Revés

Que los alumnos sean evaluados por los profesores o maestros es lo normal en el ámbito educativo; pero que los alumnos sean los que evalúen a los profesores, como impulsa un proyecto en Buenos Aires, es literalmente entrar en el Reino del Revés.

Un proyecto del Reino del Revés

Uno de los temas de la destacada María Elena Walsh que ganó consideración nacional e internacional fue el “Reino del Revés”, que señalaba que en ese reino nada el pájaro y vuela el pez, que los gatos no hacen miau y dicen yes porque estudian mucho inglés; que nadie baila con los pies, que un ladrón es vigilante y otro es juez y que dos y dos son tres.

De haber escrito su letra en esta época, muy probablemente Walsh hubiera incluido un proyecto presentado por un legislador bonaerense del Frente para la Victoria que propone que los alumnos del nivel secundario evalúen a sus profesores, siendo que la realidad y la coherencia determinan que son estos últimos los que deben evaluar a los estudiantes.

La iniciativa parte de una base también falsa ya que, para el legislador, “si un chico de 16 años puede elegir presidente también está en condiciones de decir si le gusta o no su profesor y por qué”, tomando este concepto como un aspecto concreto, en un momento en que los propios hechos demuestran que la participación de los chicos de esa edad en las elecciones de candidatos no ha alcanzado el porcentaje que el Gobierno pretendía o consideraba cuando impulsó el proyecto respectivo.

La iniciativa contempla, entre otros aspectos, un mecanismo para que los docentes sean evaluados, cada cuatro años, por colegas directivos, padres y hasta por los propios alumnos. En esa denominada “evaluación interna”, la incidencia de la prueba de los estudiantes será del 11 por ciento del total de la nota.

El examen que los alumnos tomarían a sus profesores está previsto como un trámite sencillo, ya que el chico deberá calificar con una nota y una “justificación” la tarea del educador que estuvo a cargo de la asignación durante al menos dos tercios de la cursada, mientras que a los padres les enviarán un formulario para que analicen diferentes variables relacionadas con el trabajo que hicieron en el aula.

Lo que el autor del proyecto no ha tenido en cuenta en su iniciativa es que, a diferencia de lo que sucede en el ámbito universitario, los jóvenes suelen actuar de manera corporativa más que individual y podría caerse en la injusticia de que, por determinado motivo -hasta quizá por el simple hecho de que un profesor es más estricto que otro- una mínima mayoría decida aplicarle una mala calificación, arrastrando con ello al grueso de los alumnos.

No debemos olvidar en este aspecto que en el nivel secundario suelen darse hechos incomprensibles, como el envío al ostracismo a aquellos alumnos que son considerados “tragas”.

En relación con los padres debemos tener en cuenta que, también en el Reino del Revés, muchos progenitores suelen dar la razón a sus hijos por sobre la opinión de los docentes. A punto tal ha llegado esta situación, que se han multiplicado los casos de agresión, de los que suelen hacerse eco las crónicas de los diarios.

Para el legislador, la intención es la de sumar el concepto de “evaluación participativa y democrática, como un engranaje en la construcción de una nueva escuela, acorde con los tiempos que corren”. Es valorable la intención de buscar mayor participación de padres y alumnos pero en otros ámbitos, no en el de la calificación de los profesores.

También cabría señalar que ese mismo legislador, junto a una diputada esposa del piquetero Luis D’Elía, había presentado tiempo atrás un proyecto que, bajo la denominación de jardines comunitarios, permitía transformar los comedores sociales y otros centros de asistencia a menores en establecimientos educativos del sistema oficial.

El propio gobernador Daniel Scioli debió reformular, a través de un decreto reglamentario, un artículo para dejar en claro que los trabajadores de esos centros debían acreditar conocimientos y diplomas académicos para poder ser designados docentes en esos establecimientos.

Al decir de los profesionales en el tema, la evaluación de los docentes no debe generar paranoia pero, para ello, se tiene que crear un modelo sistémico de observación de clases, con protocolos muy cuidadosos y, en ese marco, se podría incluir a alumnos y padres para generar un diálogo participativo.

Aclaran además que de esa forma se podría crear una cultura de la evaluación integral en las escuelas, generar consensos y lograr una transición acorde. Habría resultado interesante que, antes de la exposición del proyecto, el autor de la iniciativa hubiera consultado a quienes saben y conocen del tema y no hacer presentaciones que terminan diluyéndose antes de nacer.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA