El objetivo que se había propuesto para este Mundial ya lo logró. San Lorenzo quería jugar la final frente al temible Real Madrid. Y así será. Pero cumplirlo le costó más que lo imaginado. El Auckland City pintaba como un rival accesible, casi como un trámite. Y no fue un cuco ni mucho menos pero lo puso en apuros. El principal problema, en realidad, fue el Ciclón, que no estuvo a la altura. Lejos de su mejor nivel, el que supo mostrar en la Copa Libertadores, el equipo de Bauza sufrió y jugó poco. Sin sobrarle nada, a tal punto que necesitó del alargue para torcer la paridad, este Cuervo enfrentará al galáctico Real de Cristiano Ronaldo y cía. Al ser un partido, sólo 90’, tendrá que jugársela para lograr el milagro...
El 4-5-1 del inicio, con tres volantes centrales (Mercier-Kalinski-Ortigoza), pareció un esquema más adecuado para enfrentar al Merengue que al débil Auckland. Demasiada cautela se trasladó a la falta de intensidad. Como si estuviera atado, San Lorenzo no asumió nunca el protagonismo y careció de juego asociado. Tanta pasividad contó con la complicidad de su rival, que mostró sus limitaciones a la hora de buscar el arco de Torrico, aunque su actitud haya sido más elogiable que la del equipo de Bauza. El gol de Barrientos, en el último minuto del PT, fue la muestra de que ese era el camino: en la primera buena jugada colectiva, con Mas rompiendo por la izquierda, el Pitu definió con un remate inatajable desde adentro del área. Era el ejemplo a seguir. Pero a nadie se le ocurrió seguir esa idea...
La exasperante desidia del ciclón en lo que respecta a la gestación y definición continuó en el ST aunque ahí tenía la excusa de estar 1-0 arriba y especular con alguna contra. Pero tampoco contó con ninguna oportunidad para aumentar la diferencia. Y el campeón de Oceanía, buscó y en una jugada aislada, Berlanga encontró el hueco para poner el 1-1.
San Lorenzo sintió el golpe y Romagnoli ingresó antes de lo pensado. Cauteruccio tuvo una buena individual: la levantó con la derecha y le dio el zurdazo de aire que pegó en el palo. Pero a la siguiente jugada, el argentino Tade se comió un increíble mano a mano ante Torrico.
omo para demostrar que San Lorenzo no se podía confiar. Tuvo que ir al alargue para ver si podía ganarlo. Y Matos le devolvió la respiración a todos con ese zurdazo al comienzo del primer tiempo suplementario para poner el 2 a 1. Sería el resultado final aunque con susto por ese tiro en el palo derecho de Torrico faltando cinco minutos. Ajustado, pero sin merecer mucho más.
