La presencia mendocina entre los cien diplomas al mérito que entregó la Fundación Konex el martes fue más allá de Verónica Cangemi y Silvina Vallesi. En la categoría de Instrumentista de Viento fue distinguido el flautista Jorge de la Vega; mendocino de nacimiento y miembro de la Orquesta Estable del Teatro Colón hace más de 36 años. Y no solo él: en el rubro Hechos Destacados estuvo el Festival Música Clásica por los Caminos del Vino, que este año cumplió 19 ediciones. El procedimiento sigue así: entre los 100 distinguidos se elegirán 20 Konex de Platino; y entre ellos, el de Brillante. Pero volvamos a lo que significa esta mención entre nosotros. Sí, es importante para Mendoza, que apuesta fuertemente al festival (ya obligatorio del calendario) como atractivo turístico principal de Semana Santa.
De hecho, el proyecto nació allá en el 2001 (un año difícil, sabemos) dentro de “Turismo Cultural”, un proyecto visionario que inauguró el festival gracias al trabajo colaborativo de la Secretaría de Turismo de la Nación, la Secretaría de Cultura y Comunicación de la Nación y la Secretaría de Cultura de la Provincia. Casi 20 años después: objetivo cumplido.
Y fue visionario porque la idea de juntar un perfil turístico con una propuesta cultural irradió a otras partes del país: llegaron el Festival Internacional de Ushuaia de Música Clásica y el Festival de Música Clásica de los Siete Lagos. Pero al interior de Mendoza “Por los Caminos del Vino” pasó a ser un concepto donde se hermanan perfectamente el sector vitivinícola con el tango, el yoga o las artes plásticas.
A lo largo de los años, el festival sobrevivió distintos signos políticos y directores artísticos: queda en la memoria de muchos el alto estándar que le imprimió la pianista Dora de Marinis, distinguida también con este diploma en 2009.
Con más o menos presupuesto, se ha mantenido. Y todo sin cambiar, a grandes rasgos, su fisonomía. Eso, sabiendo que en general las políticas culturales son las primeras en ser mutiladas, hay que destacarlo.
En relación a lo artístico, esta gestión apostó a multiplicar la cantidad de conciertos, habilitando -además de las salas tradicionales y las bodegas- escenarios insólitos, como Mendoza Plaza Shopping. En sus últimas ediciones, más del 95% de la grilla fue protagonizada por músicos mendocinos, algo que enriquece al músico y al oído local.
Así se vuelve una plataforma que da trabajo a nuestros músicos (muchas veces estudiantes todavía). Pero también ocurre lo inverso: la ausencia de intérpretes nacionales (e internacionales, que es una categoría que el festival alguna vez tuvo y que la Fundación Konex confía que aún ostenta) frustra el paladar del melómano exigente. Y los mendocinos lo son.