Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes
El INADI tendría que denunciar a miles de mendocinos por discriminación de pueblo, porque a los habitantes de Las Heras, esos miles, los llaman “lasherindios”, y el mal gentilicio es una señal despectiva de hermandad inexistente.
La verdad, la gran verdad, es que deberíamos envidiarlos a los lasherinos, porque ellos habitan el departamento mas rico de Mendoza en historia, en cultura, en geografía, en ciencia, y otros rumbos.
Veamos, dijo el oculista: Las Heras tiene el Aconcagua, que es ícono de las alturas de América, si por algo se conoce a Mendoza en el mundo, esos algos son los vinos y el Aconcagua. Tiene el Puente del Inca (la mitad de él), único en el mundo por su conformación geológica. Tiene el Capac Ñan, o sea el Coya Suyo, la zona sur del Camino del Inca declarado patrimonio de la Humanidad. Y si de legados del pasado se trata tiene el enterratorio quichua descubierto a 5200 metros de altura, ofrenda a los dioses de aquellos del norte que nos visitaron.
Tiene las casuchas del Rey testimonio del siglo XVIII donde se refugiaron alguna vez Lamadrid, O'Higgins, Las Heras, Sarmiento y Mitre, por nombrar sólo algunos notables.
Me quedo en Uspallata para seguir. Digo entonces el camino de Villavicencio a Uspallata, donde por citar algunos sitios especiales recuerdo: El Mirador, El Balcón, La Cruz de Paramillo. Y me quedo aquí porque por debajo de la Cruz están decenas de kilómetros de túneles de las antiguas minas de Paramillo, y los restos de las construcciones que atendían ese emprendimiento que provocó tanto dolor, algunas que datan de los primeros tiempos de los españoles. Sigo hacia el oeste y me encuentro con el Tunduqueral, sitio sagrado de los pueblos del valle, donde dejaron sus señales, sus noticias, sus dibujos sobre la pátina del desierto de las piedras.
Si nos ponemos a hablar de descubrimientos científicos Las Heras tiene los llamados campos de Darwin, porque en Las Heras estuvo ese señor evolutivo, y descubrió fósiles de araucarias de hace 150 millones de años.
Tiene el camino por Casa de Piedra una maravilla que merecería mejor atención, el Cerro de los siete colores y las piedras de Santa Elena donde los abuelos nativos dejaron mensajes que aún tienen que descifrarse.
Y si hablamos de libertad, Las Heras tiene nada menos que la epopeya del Ejército de Los Andes: el campamento de El Plumerillo, las ruinas de Canota, el camino que siguió el ala sur del ejército comandado por Las Heras, las bóvedas y el lugar donde se desarrolló el único enfrentamiento entre criollos y españoles en nuestro territorio: Picheuta.
Las Heras debería ser declarada santuario de la aviación nacional, porque en su antiguo aeropuerto de Los Tamarindos se mató Jorge Newbery, porque cerca de las Cuevas perdió la vida Benjamín Matienzo y desde Las Heras preparó su cruce de los Andes en globo aerostático Ángel María Zuloaga.
Pero no nos quedemos solo con paisajes e historia. Analicemos el ahora. Las Heras tiene a Penitentes, el segundo centro invernal más importante de la provincia, además es la salida de Mendoza al mundo. ¿En dónde está el aeropuerto? En Las Heras. Por donde accede la ruta siete al gran océano, por Las Heras. ¿Por dónde será el futuro del Trasandino si el Trasandino se recupera? Por Las Heras. Si Las Heras llegara a cerrar el cementerio, el aeropuerto, y los depósitos cloacales no se cómo se las arreglaría la ciudad de Mendoza. No quiero olvidarme de la congregación que fundó Silo que ahí, en Punta de Vacas, concita la atención de miles de adeptos en el mundo entero.
Por lo tanto ojo cuando decimos despectivamente “lasherindios”, un poco más de respeto, estamos hablando de los habitantes de un departamento único e inigualable.