Un Pitu de esperanza

Independiente Rivadavia se volvía con las manos vacías, pero la buena pegada de Abelairas y la cabeza del Flaco Pereyra le dieron aire al Pitu Canedo que sigue sin encontrar un buen funcionamiento.

Un Pitu de esperanza

No se trata de impericia para expresar una idea de juego sino de pobres (o ausentes) fundamentos de la expresión futbolística. No puede vislumbrarse que Independiente Rivadavia es impreciso en un aspecto de juego o le falta lucidez para resolver tal o cual circunstancia de juego sea ésta defensiva u ofensiva. No está claro el libreto a interpretar: no se entiende, no se comparte por parte de los jugadores o es escaso de solvencia.

Independiente salió al República de Mataderos con el objetivo principal de ganarle en la posesión del balón al conjunto de conduce Guglielminpietro. La presión no era intensa y la supremacía en número de futbolistas del Azul en la zona media no era, por sí sola, un fundamento para adueñarse del balón. Había que quitarle ritmo, hacerse ancho y esperar que corrieran los minutos porque con la pelota en los pies no había plan a desarrollar.

Los muchos volantes Azules entorpecieron, embarraron el traslado del balón en el mediocampo y no mucho más. Sin tener claro para irrumpir en los últimos metros, se sucedieron los disparos de media distancia de González y Ruiz, en dos oportunidades. Con la cancha 'embarrada' la Lepra parecía que hacía su negocio hasta que llegó el error defensivo de cada partido.

La pinchó Giménez por sobre Barrera, quien dudaba entre despejar o dejársela a Aracena, Guerra empujó a Barrera para sacarle jugo a la duda. Chocan defensor y arquero y le dejaron el gol servido al delantero. ¿Y ahora? No había nada a mano para salir a buscar el partido. El único plan se desmoronaba a los 32 minutos de la primera parte.

Diagnóstico reservado era el del paciente pero empeoraba en el arranque del complemento: Bandunciel gana por derecha, centro atrás para Giménez y 2-0. Alarma la pasmosidad que evidencia el equipo, la falta de rebeldía ante la adversidad. Independiente resiste, da lucha (y más o menos) hasta que le hacen un gol.

La siesta de Chicago hizo que el equipo mendocino reviviera gracias a la principal virtud de dos de sus individualidades: la exquisita pegada de Abelairas y lo implacable de Pereyra por arriba. Primero en un córner y luego en un tiro libre, el Pitu sacó lustre a su maravillosa zurda y acertó en el lungo Pereyra para, en dos minutos, cambiarle el final a una historia que ya parecía haberlo tenido escrito,

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