El cierre de alianzas nacionales de cara a las próximas PASO dejó mucha tela para cortar. En los medios se siguió minuto a minuto. En redes se leyeron los twitts más divertidos y desopilantes. Los memes también brotaron como hongos en el jardín. Algunos armados sorprendieron, otros siguen dejando interrogantes y otros demostraron ser más de lo mismo, sin posibilidades de evolucionar.
Picó en punta Cristina, anunciando con tiempo su fórmula presidencial, imponiéndole la espada al caballero Alberto Fernández. De ahora en más será su candidato a Presidente. Tal vez, por demorarse mucho en desojar la margarita, ya no tuvo chances de negociar una interna con la fórmula F+F. Kicillof, cuyo apellido bien pudiera haber surgido de una novela de la guerra fría, parece el lastre más pesado del andamiaje K y será el candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires. ¿Logrará Sergio de Tigre recuperar a través de su esposa Malena su pago chico? El tiempo lo dirá, aunque sus idas y vueltas, su oposición en 2013 al gobierno de Cristina en las legislativas que ganó junto al PRO, lo dejan siempre con una imagen poco clara, que se revela en las encuestas, y cuyo síntoma se puede constatar en la diáspora que se produjo luego de anunciar la alianza con el kirchnerismo. Sin ir muy lejos, los menducos Difonso y Pereyra que reportaban al ex intendente, ya anunciaron que seguirán dentro del frente Cambia Mendoza de cara a las próximas elecciones, teniendo en cuenta el resultado de la fórmula Suárez- Abed en las PASO provinciales. Hasta aquí se sabe lo que pierde Massa, pero no podemos vislumbrar lo que gana.
Este párrafo se lo dedicaré a un pecado político que bien podría estar inscrito como el octavo pecado capital: el personalismo. El gurú del despegue de la crisis de 2001, el economista Roberto Lavagna, no quiso acordar con los alfiles del peronismo federal. No es fácil lograr conocer algunos entretelones de las negociaciones, por lo que solo nos podemos guiar por los resultados. No va a participar de una interna, que era lo que él no quería. No quiso pegarse al peronismo kirchnerista. Claramente Cristina era su límite. Pero tampoco quiso ver el escenario favorable que se le abría si competía en una interna en el peronismo federal o nacional, con Urtubey y Massa, con buenas posibilidades, según algunos encuestadores, de haber hecho una buena elección individual y como frente en las PASO. Y peor aún, no ver que, si ganaba las primarias dentro de ese espacio, lo dejaba como una excelente opción para los votantes, muy numerosos, que no quieren votar ni a Macri ni a Cristina y que verían bien -por conocimientos, institucionalidad y republicanismo- a Roberto. Alguna medición que se hizo, decía que en un balotage Macri- Lavagna, el septuagenario se quedaría con la contienda electoral. La falta de mirada de conjunto le negó al país esta democrática posibilidad que dejaba la grieta para la historia. Con su candidatura a presidente, con Urtubey como vice, sin aparato ni dinero como para hacer pie en todo el país y en la provincia de Buenos Aires, sobre todo, el futuro de este cuadro político no es muy bello.
La izquierda argentina es irracional, se opone a todo menos al aborto. Se sabe que ese voto “se bota” por “el caño”. Es un voto sin futuro ni proyección de país. La izquierda es, en la Argentina, pura declamación de derechos y poca toma de responsabilidades. Como romántico es romántico, pero es inviable.
Pero la bomba que algunos periodistas con contactos en “la Docta” venían barajando y que muy poca gente hubiera esperado, fue la elección de Macri: Pichetto, nada más y nada menos. El hombre que estuvo junto a Menem, a Duhalde, a Néstor y a Cristina, tal como dice el mismo Mauricio, en un video que circula en redes sociales. No se le puede negar al candidato a vice que ha colaborado con la gobernabilidad y algunas leyes esenciales para bajar el déficit, como la de régimen jubilatorio, que tanta polvareda y destrozos provocó a fines de 2017. Pero es peronista... y de los importantes… Lleva años liderando el bloque justicialista en el Senado. Cambiemos le abría la puerta a “un impuro”. ¿Cómo lo habrá tomado Marcos Peña, a quien todos señalan como quien quería mantener cierto purismo dentro del Pro? Lo cierto es que ante la adversidad, los sondeos que preocupan a la coalición gobernante y una economía sin despegue, el equipo que rodea al Ejecutivo vio con buenos ojos a Pichetto. ¿Podrá la urgencia y la necesidad gestar una coalición más amplia y duradera, la que no se quiso proponer cuando las elecciones de medio término habían ratificado el rumbo en las urnas?
Tal vez estemos asistiendo a un momento histórico. Ningún presidente que no haya sido peronista había terminado su mandato desde el regreso a la democracia en el ‘83. Parece que Mauricio Macri lo va a lograr pese a todos los intentos del club del helicóptero. Pero hay más. Cuando el peronismo perdió las elecciones, luego del menemato, contra el marketing de De La Rúa, no se desarmó. Se reagrupó y comenzó toda la presión posible para lograr lo que todos sabemos que consiguió, cuando las hélices remontaron desde la terraza de la Casa Rosada. Hoy asistimos a otra realidad. Después de 12 años de kirchnerato, el peronismo perdió las elecciones contra un partido de poca trayectoria, unido a uno con poder territorial pero sin candidatos claros que midieran algo. Luego vinieron las legislativas y los números no cambiaron, se ratificaba lo que las urnas habían dicho dos años antes y perdía el peronismo dos elecciones seguidas en la provincia de Buenos Aires. Ya pasaron casi 4 años y el peronismo sigue dividido y desgastado a la sombra de Cristina, que tiene una base alta de votantes pero un techo muy bajo que la deja con pocas chances en un balotage.
El movimiento que Juan Domingo supo gestar, a partir de su figura y carisma, ha recibido otro golpe duro con la salida de Pichetto. Hoy carece de candidatos y personalidades que puedan superar el mareo que les ha provocado un ingeniero del Newman School y una chica de barrio que tiene una claridad política envidiable. Este partido que gobernó la Argentina durante más de 2 décadas, con algún intervalo, que pasó de la Doctrina Social de la Iglesia a la derecha más peligrosa y a una izquierda tirabombas, que saltó al neoliberalismo y que recayó en un socialismo de ricos, millonarios reboleadores y empresarios amigos. Este peronismo ¿está herido de muerte?