Huevos, corazón y lágrimas. Resumen de un triunfo que quedará en las páginas doradas de la historia lasherina. Por la envergadura del rival y porque se sufrió más de lo previsto. Hubo que poner eso que se reclama en momentos decisivos e inteligencia para jugar con el corazón en la mano. Los penales le hicieron un guiño cómplice al Globo cuando Palandri reventó el travesaño en la sexta ejecución de su equipo desde los doce pasos. Ahí hubo certezas.
Ahí, los visitantes -y el pueblo lasherino- entendieron que siempre hay recompensa si uno pone el alma. El remate de Barrera, como si fuera un hincha más, reventó las gargantas mendocinas y dejó un grito que desde ahora en más será una sentencia de guerra: Huracánnnnnnnn.
Ni siquiera importó ese gol tempranero de Puñet -a los 3'-. Ni las múltiples ocasiones con que el local merodeó el arco de Pelayes. Estudiantes le perdonó la vida y ese es un lujo que, en estas instancias, nadie puede darse. Creció Cámara en su juego tras un arranque apático, apareció Pistone para empezar a torcerle el brazo a Imbesi, que hasta ese momento había sido dueño del centro del campo y se afirmó la defensa con un Tallura a la altura de lo jugado.
Y el local sintió el impacto del desgaste realizado y ya no fue como al inicio. Ni siquiera lo hizo en el complemento, cuando fue más compacto el Globo para moverse en el campo de juego. Es cierto que Sánchez despilfarró la ocasión más clara de este capítulo, pero pareció muy poco para un equipo que era local y tenía el aliento de todo un estadio. Ni el pésimo arbitraje de Rodríguez -notablemente localista - doblegó la fe de un equipo que camina decidido. Algunos momentos de Guardia, la verticalidad de Olmedo y la entrega del resto hicieron causa común y el partido se encaminó a los penales.
Ahí donde Palandri se convirtió en villano casi sin quererlo y permitió el goce ajeno. ¿Merecido? No parece importar demasiado ahora. Huracán vio luz y se coló en una fiesta a la que no parecía estar invitado. ¿Y ahora quien se anima a sacarlo?
Entre San Juan y Mendoza
Si el rival de ayer fue durísimo, imagine lo que será el próximo: Sportivo Desamparados de San Juan. El conjunto Puyutano accedió a las semifinales del torneo tras dejar en el camino a Ben Hur (0-0 y 2-0) y se perfila como el gran candidato. La llave iniciará en Las Heras el próximo fin de semana y culminará, siete días después, en el Serpentario del Víbora.
El equipo conducido por Ricardo Horacio Dillon ganó la zona 7 de este torneo (compartida con los mendocinos Atlético Palmira y Luján SC), mostrando un equipo con la dosis justa de experiencia y juventud. Además, hizo de su cancha una fortaleza y se siente confiado al definir allí el pase a la final.
Para Huracán LH sigue siendo una cuota pendiente el sumar puntos cada vez que sale de su cancha. Por ahora sólo pudo ganar en una ocasión (3-1 ante Newbery de Villa Mercedes) y un empate (1-1 vs. el Jarillero).
“Pensamos en nosotros y nada más”, avisó el Pollo Videla, aunque de reojo habrá mirado a su próximo rival, a quien conoce de su paso como técnico del Granate en el actual torneo.
Un mamarracho en el final
Si quiere agregarle una mancha más a este insólito fútbol argentino, puede sumar lo sucedido ayer en Río Cuarto. La tarde venía sin inconvenientes pero bastó que Barrera marcara la eliminación del local para que aflorara la prepotencia y la estupidez humana.
Por un lado la policía, que decidió sacar al plantel visitante sin que los jugadores pudieran darse una ducha; y por el otro los dirigentes locales, quienes en su afán por descargar la decepción de una nueva eliminación, no dejaron trabajar a la prensa cómodamente. Cuando este cronista intentaba una nota con el Chimi Navarro, la cortaron abruptamente sin contemplaciones. “Había que evacuar el lugar”, fue la excusa. Patéticos.
