Un par de centímetros cambiaron la historia

Dos tiros en los palos en los momentos decisivos privaron a los trasandinos de dar el gran batacazo.

Un par de centímetros cambiaron la historia
Un par de centímetros cambiaron la historia

Nunca antes la selección chilena estuvo tan cerca de cambiar su destino nefasto en la competición ante Brasil, que ya la ha eliminado cuatro veces de la Copa del Mundo, incluyendo lo ocurrido hoy en el Mineirao.

Pero una vez más, se quedó en la puerta. Apenas faltaron unos centímetros, los que hubiera necesitado Mauricio Pinilla para que su derechazo tremendo se metiera en el arco y no lo rechazara el travesaño cuando faltaba un minuto para el final del alargue.

O los que precisaba Gonzalo Jara para que su penal batiera a Julio César y no fuera, como fue, escupido por el palo izquierdo del arquero brasileño.

“Sentimos que podíamos ganar”, lamentó el arquero Claudio Bravo, que pese a sus paradas no pudo evitar la derrota por 3-2 en la tanda de penales tras el 1-1 en los 120 minutos de juego.

Unidos por una convicción a prueba de golpes y cansados de vivir en un segundo plano del fútbol mundial, los futbolistas chilenos se juramentaron jugar ante Brasil el partido de sus vidas. Y no hay dudas que lo lograron, aunque los palos y los penales le dieran la espalda.

La noche anterior al choque entre Brasil y Chile, el volante Marcelo Díaz, auténtica prolongación en la cancha del ideario del técnico Jorge Sampaoli, había colgado en Twitter la foto de dos trabajadores de la construcción con el mensaje: “Si ellos pueden hacerlo, nosotros también podemos”.

Ahí, tal vez, empezó todo. El siguiente acto fue una piña en el centro de la cancha en el momento de acabar el calentamiento previo. Y el tercero, una segunda conjura antes del comienzo del partido.

“Es una oportunidad histórica, no es fácil volver a juntar una generación así”, había dicho el capitán Claudio Bravo en los días previos, y Chile salió a pelearla con el alma.

La “Roja” se subió al andamio bajo el sol de Belo Horizonte y fue todo un monumento al trabajo. No siempre atinado, no siempre certero, a veces descuidado en los detalles, como en la jugada del gol brasileño, un córner cedido por un pésimo rechazo de Bravo a un remate lejano y controlable. Pero empecinado y constante.

En ese sentido, Alexis Sánchez fue el abanderado. Más allá de su oportunismo para concretar una de las únicas dos acciones en las que Chile se asomó al área de Julio César en el primer tiempo, el “Niño Maravilla” fue generoso en el esfuerzo para bajar hasta más atrás de mitad de cancha, ya sea para ayudar en la contención como para participar en la salida de la pelota.

Y sobre todo, para contagiar a sus compañeros y obligarlos a no desfallecer aunque Brasil les ganara la partida en el centro del campo y por muchos momentos pareciera más convencido, incluso de morder los tobillos de sus rivales.

El complemento trajo variantes tácticas. Sebastián Beccacece, el ayudante de Jorge Sampaoli en el banco de Chile se fue corriendo al vestuario en algún momento de la primera parte, como si hubieran olvidado algún apunte, y el resultado se vio a partir del reinicio.

Aránguiz y Díaz armaron un doble pivot en la mitad de la cancha, Vidal adelantó su posición y el equipo se hizo más sólido, tan compacto como se habían conjurado ser.

Pero la figura siguió siendo Alexis, aunque al final el fútbol no fuera justo con él: Julio César le detuvo uno de los penales que falló su equipo en la definición.

Volcado sobre la izquierda durante el segundo tiempo, el “7” se hizo incontrolable para Dani Alves, Ramires y quien se recostara sobre ese lado para encerrarlo.

Hasta donde le dieron las fuerzas fue el desahogo que encontró Chile para sacudirse el empuje local cuando empezó a escasear el aire en los pulmones.

El delantero del Barcelona fue incluso quien le devolvió a Pinilla la pared que terminó con el remate del “9” que casi parte el travesaño local cuando al reloj del alargue apenas le quedaba una vuelta.

Justo antes de la definición, los jugadores chilenos repitieron el ritual. Se apretaron fuerte en una piña, la tercera del día, la última. Pero esta vez no alcanzó. Por unos centímetros Chile no pudo cambiar la historia. Los palos la bajaron del andamio

Sampaoli rescató el valor de sus jugadores

“No existen triunfos morales sino expresiones de un equipo. Ganó Brasil y sigue en la Copa, y nosotros nos volvemos. Nos equiparamos con las potencias que nos tocaron como España, Holanda y Brasil poniendo a Chile en un lugar de protagonismo y no de sometimiento”.

“Uno está triste al enfrentar al local y, tras 120 minutos contra el candidato de todos, perder de la forma que se perdió; es muy duro. No me conforma el hecho de salir de la Copa de esta manera”, explicó.

Al ser consultado sobre la sensación que vive dijo: “Es de orgullo por los jugadores que me tocó dirigir; orgullo del pruebo chileno por los jugadores que los representaron ante el candidato de todos, en su casa”.

“Se pueden trabajar o no, pero en el campo de juego se resuelven de otra forma. Teníamos mucha ilusión de ganar el partido. Hoy la dura eliminación generará evaluaciones de todo tipo y la Copa América es el futuro”.

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