Un panorama preocupante con algunas maravillas

Cierra hoy el encuentro federal que tiene como objetivo entrelazar los hilos de la escena teatral del país. Mendoza participó con dos obras, un Laboratorio de Trabajo, la presentación del libro de Víctor Arrojo y homenajes.

Un panorama preocupante con algunas maravillas
Un panorama preocupante con algunas maravillas

Salta, tan linda que enamora, dicen, y es verdad. Pero si encima está impregnada de teatro se vuelve fascinante. Así estuvo durante diez días y hasta hoy, con más de 400 turistas que llegaron de distintas partes del país para participar de la XXX Fiesta Nacional del Teatro.

Elencos, directores, dramaturgos, personas de prensa, responsables de las diferentes sedes del INT y público en general, entre otros, iban y venían por las calles de la ciudad. Todos comentaban las puestas, los más antiguos recordaban fiestas anteriores, diseñaban personajes y extrañaban personalidades, en fin: celebraron el teatro.

Mendoza estuvo muy presente en este encuentro federal sin tintes competitivos a través de dos de las cuarenta obras que subieron a escena: “Petra”, de Margarita Cubillos, y “Tiempos de paz”, dirigida por Daniel Posadas.

También Víctor Arrojo presentó su libro “El director teatral ¿es o se hace? Procedimientos para la puesta en escena”. Fue él también el disertante de un Laboratorio de trabajo y uno de los protagonistas del Encuentro de Reflexión sobre las tres décadas de la Fiesta.

Además Cajamarca recibirá hoy el reconocimiento por sus treinta años de trayectoria. También la referente ineludible de la cultura mendocina, e incansable militante por los derechos humanos, Mariú Carrera obtendrá un homenaje a la Memoria por su incesante lucha.

Treinta años no es nada

Desde 1984 se realiza -con algunas interrupciones- la Fiesta Nacional del Teatro. Tiene como objetivo entrelazar los hilos de la escena teatral independiente del país. A ella llega el teatro que previamente fue seleccionado en las fiestas provinciales, a través de un jurado especializado.

Entonces, nos preguntamos: ¿cómo puede ser que se vean algunas obras que parecen más la muestra final de un taller de teatro que una puesta ganadora a nivel provincial?

Son varios los puntos a tener en cuenta: desde las obras que se presentan para participar, las inversiones provinciales que se realizan para apoyar el teatro independiente, el nivel de enseñanza en cada provincia, las capacidades de los artistas y hasta el conocimiento del jurado, entre otros.

Si bien en la XXX Fiesta Nacional del Teatro hubo un nivel irregular, se destacaron obras que fueron una joya. Tal es el caso de la neuquina “Irma (cierro los ojos y veo)”, que con una sencillez absoluta y un escenario dotado de un puñado de fotografías solamente, la inmensa actriz Mariela Roa logró trasladar el espectador al norte.

Mediante imágenes, gestos dulces, comentarios inocentes y movimientos sutiles, Irma nos trasmitió sus sueños, nos ofreció su inmensa imaginación, esa que la lleva del desértico pueblo que habita a lugares simples pero añorados para ella, como el mar. Nos contó, mediante poesía pura, sus secretos para paliar la desesperante rutina.

Esta obra fue un ejemplo de que se puede hacer un teatro independiente exquisito si se tiene una historia para contar, bien escrita, y una verdadera actriz.

En la obra dirigida por Marina Carrasco, Gustavo Romero tuvo una participación como músico a capella.

“El rastro”, de CABA, fue otra puesta para aplaudir de pie. Es una versión de la novela de Margo Glantz, protagonizada por Analía Couceyró y la música en vivo de Rafael Delgado.

Analía, en la piel de Norma, es una mujer que acaba de volver a su antiguo pueblo para el velorio de su ex marido. El deterioro del cuerpo, los espacios deshabitados, los recuerdos, los rencores, el dolor, el desamor son algunos de los tópicos que perturban a la viuda.

En la Fiesta también sobresalió el teatro político, con la obra cordobesa “Operativo Pindapoy”, con dirección y dramaturgia de Jorge Villegas e interpretada por Rubén Gattino, Matías Unsain y Santiago San Paulo. La puesta tiene como epicentro el secuestro de Aramburu.

Con tres inmejorables actuaciones, la obra transcurre mediante quiebres en el relato, distanciamiento de los protagonistas y apoyo audiovisual.

La presentación de “La razón blindada”, de Arístides Vargas, fue otra de las puestas más celebradas. Fernando Repetto y Gustavo Wilson encarnan a dos prisioneros que para liberarse de su encierro emprenden la aventura semanal de identificarse con Don Quijote (locura) y Sancho Panza (razón) y así salir a las carreteras de la imaginación.

Vargas es un poeta y deja avanzar su texto de un modo ejemplar, servido por el director De Amico, con efectividad, humor preciso, una escenografía mínima y dos actores a la medida de las circunstancias.

La programación incluyó dos espectáculos internacionales: la murga uruguaya La Trasnochada, que abrió la Fiesta, y "Fui", de César Brie. 
"Fui", escrita y protagonizada por el argentino radicado en Francia, desanda el camino recorrido por este hombre que guarda cientos de recuerdos de sus padres, sus abuelos, sus hermanos y sus anécdotas.

Brie es una eminencia del teatro, impecable puestista y brillante actor. No fue ésta una excepción y generó en el público un clima de emoción, encantamiento y admiración que se reflejó en las ovaciones y aplausos.

La Fiesta estuvo organizada por el Instituto Nacional del Teatro, dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación, y el Ministerio de Cultura y Turismo salteño.

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