Durante las celebraciones de la Fiesta Nacional del Poncho, realizada recientemente en Catamarca, el presidente de la Nación, Mauricio Macri, aseguró que la intención de su gobierno es hacer un país “más federal”, atendiendo a las necesidades que se les plantee desde el interior del país.
La expresión resulta valiosa si tenemos en cuenta lo que sucedió durante años con las economías regionales, como consecuencia de erróneas políticas implementadas a nivel nacional que restaron competitividad a los productos argentinos en los mercados internacionales, y mucho más si la misma surge de un hombre nacido y crecido, inclusive políticamente, en la Capital Federal y con un partido con escasa o nula inserción en las provincias, a las que pudo acceder fruto del acuerdo alcanzado con otros partidos políticos.
Durante la denominada “década ganada” los argentinos debimos acostumbrarnos a que la ayuda nacional a las provincias bajara de acuerdo con el nivel de obsecuencia que los mandatarios provinciales demostraran ante el Gobierno Nacional.
Y aún así, el apoyo llegaba con cuenta gotas porque la centralización en el manejo de los recursos públicos era tal que las grandes obras estaban destinadas a la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, por ser el lugar donde se concentra la mayor cantidad de votos, y hacia aquellas provincias, como Santa Cruz, donde las licitaciones favorecían llamativamente a empresarios cercanos -algunos aseguran que en realidad eran socios- del poder, situación esta última que está bajo investigación de la Justicia.
Inmediatamente después de asumir, Macri adoptó dos decisiones que eran ampliamente reclamadas por las economías regionales. Puso al dólar en su verdadero valor y quitó las retenciones a las exportaciones, lo que le permitió a muchos productos ganar en competitividad, aunque lamentablemente la inflación y el aumento de los combustibles y de la energía diluyeron en parte los beneficios obtenidos por los exportadores.
Concurrió en apoyo de algunas provincias, como Mendoza, que se encontraban en situaciones financieras más que comprometidas y que no permitían hacer frente a obligaciones inmediatas, como el pago del sueldo a los empleados públicos y, más adelante, como ocurrió días pasados, realizó anuncios de obras públicas que contemplan inversiones varias veces millonarias para la construcción y mejoramiento de caminos, en el caso específico de Mendoza.
En el resto del país, es fundamental el impulso que el Gobierno ha dado al denominado plan Belgrano Cargas, reivindicando a zonas históricamente postergadas del Noroeste y Noreste que, a pesar de contar con amplias posibilidades económicas, no lograban superarse por carencia de infraestructura.
Sin embargo, si bien las políticas globales han determinado un cambio positivo, hay aspectos puntuales que es necesario abordar para permitir una mayor recuperación de las economías regionales.
En el caso específico de nuestra provincia, el propio subsecretario de Economía señalaba días pasados que, con motivo de los importantes incrementos al precio de la energía, había solicitado a los funcionarios nacionales del área una tarifa especial para el riego agrícola y que no había tenido respuesta; que aún no había llegado la totalidad del dinero prometido para combatir la polilla de la vid y que volvía a plantearse el problema del costo del transporte para aquellas provincias que se encuentran a más de 500 kilómetros del puerto de Buenos Aires.
Es aceptable que desde la Nación se haya priorizado la política global, como ha sucedido, pero es deber de los gobiernos provinciales y de los legisladores nacionales por Mendoza comenzar a insistir en la solución de aspectos como los señalados que beneficiará a productores e industriales, muchos de los cuales están trabajando al límite de la subsistencia.