A los 24 años a Rodrigo Navarro le diagnosticaron Esclerosis Múltiple. Lo que en ese momento lo llenó de miedo logró transformarse hoy en fortaleza.
Hoy, cuatro años después, se prepara para ascender el Aconcagua, casi como una metáfora de lo que la vida le ha deparado. Con un desafío por delante, se ha parado firme para darle batalla y no se siente amedrentado ante la dificultad.
“Voy a intentar hacer cumbre, veremos si la montaña me deja”, asevera convencido este joven que hasta 2008 trabajó como entrenador de esquí en Penitentes.
Asegura que para él la montaña tiene algo especial y que el cerro más alto de América ha sido siempre un desafío personal.
La intención de la que han denominado experiencia “La Salud en lo más alto” busca principalmente llevar esperanza a otros enfermos de esclerosis múltiple (EM) para demostrarles que es posible seguir, tal cual el mensaje que él mismo recibió en alguna oportunidad.
Aquel 2010 fue difícil para él. Trabajaba en un negocio familiar y estaba muy estresado. Le diagnosticaron hipotiroidismo: “No podía dormir bien, aumenté 22 kilos en 2 meses y me dieron ataques de pánico que son como vivir la muerte”, relató.
Unos meses después, mientras estaba en casa de su novia sintió que la parte izquierda de su cuerpo se paralizaba; ése fue el primer episodio fuerte de la esclerosis que no sabía que tenía y que lo llevó a estar internado una semana.
El diagnóstico definitivo demoró 6 meses, tiempo durante el cual se dedicó a buscar información sobre el tema y lo cual asegura que lo llenó de miedo.
“EM asusta mucho, es una palabra fuerte y uno no sabe que va a pasar -explica-. Cuando me dijeron fue un miedo muy grande para mí y mi familia. Luego la fundación (AMEM, Asociación Mendocina de Esclerosis Múltiple) me puso en contacto con gente que pese a ella seguía haciendo deportes y eso te pone pilas”, apunta.
Asegura que el sostén de su familia y amigos fue esencial, pero que ellos también estaban asustados, mientras que otros pacientes que saben lo que se siente fueron un acompañamiento incomparable para seguir adelante con otra perspectiva.
“Tuve dos episodios fuertes con internación, el segundo en 2011, allí te ponen bomba de corticoides, no te pueden hacer mucho más porque no tenés defensas por los corticoides. Cada episodio te deja una secuela, en mi caso de la visión y vértigo”, explica y aclara que él no tiene problemas de psicomotrices.
La montaña fue entonces su refugio. Decidió irse allí cuatro días y terminó quedándose dos meses: “bajé nuevo”, confiesa.
Pero asegura que la enfermedad le hizo conectarse consigo mismo: “Estoy conforme con lo que soy y acepto lo que me pasa porque te das cuenta que podés llevarlo bien”.
Relata que cuando le viene el vértigo o mareo al principio se asustaba, pero ya ha logrado controlarlo a través de la respiración.
Ahora, realiza un exhaustivo entrenamiento que incluye todos los días de la semana, entre crossfit en el Liceo Militar, caminatas y escaladas los fines de semana en Vallecitos.
Esperan partir alrededor del 2 de febrero cuando haya menos concurrencia de visitantes mientras que la expedición puede durar cerca de 20 días.
Documental
Uno de los objetivos que llevará a Rodrigo hasta el Coloso de América es realizar un documental en el cual pueda mostrar toda la vivencia. La idea es reflejar desde el entrenamiento, chequeo y diferentes etapas a cómo es la forma de vida a esa altura.
Cuenta con el apoyo de su amigo Hernán Crespo, quien tiene una productora donde también él trabaja. Será el director del proyecto con el cual piensan salir fuera de las fronteras mendocinas. “Esta enfermedad la tienen muchos en el mundo y por eso puede interesarles”, dice Crespo.
Pero además Rodrigo cree que puede servir como preparación para quienes llegan todos los años con la intención de hacer cumbre el Aconcagua y sobre lo cual hace referencia a la cantidad de accidentes que se producen.
Con este argumento llegó hasta las puertas del Ministerio de Salud para pedir un apoyo que obtuvo, no sólo en cuanto a lo logístico, sino que además lo contactaron con alguien que colaborará con el sustento económico.
Es que lograrlo requiere de equipos y no poco dinero. Sin la indumentaria calculan que necesitará 30.000 pesos.
Para ello, lo vincularon con Javier Nieto quien además de ser experto en logística, es dueño de una casa de indumentaria especial para este deporte y quien le donará los equipos. Además, se está encargando de recolectar dinero para hacer frente a los costos.
Asimismo, el gobierno lo puso en contacto con el Ejército, que tiene en el Aconcagua médicos de altura, especializados en la atención en ese ámbito.
Las dos médicas de cabecera de Rodrigo, una endocrinóloga y y una neuróloga, trabajan junto a un equipo militar en los chequeos y entrenamiento previo.
El coronel Jorge Ferrero, director del hospital Militar destacó los beneficios de conocer el paciente previamente para estar preparado ante cualquier eventualidad. Y consideró que “el sólo hecho de empezar es una batalla ganada para él”.
Otros luchadores
Hay otros casos de pacientes con EM que decidieron desafiar a las montañas más altas.
Lori Schneider es quizás la más conocida. El 23 de mayo de 2009 se convirtió en la primera persona con esclerosis múltiple en alcanzar la cima del mundo, el monte Everest. Es además una de las 37 mujeres en el mundo que ha conseguido escalar las “Siete cumbres”, el pico más alto de cada continente.
Tres años después, en 2012, diez personas con esclerosis múltiple y cuatro con Parkinson decidieron hacer frente a su enfermedad marcándose un gran reto: subir al Kilimanjaro (Tanzania).